Por Jose M. Fernández

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) celebrará dentro de poco su primer centenario. Es una de las instituciones mundiales más longevas. Se fundó en 1919 después de la Primera Guerra Mundial. Las condiciones inhumanas, de miseria e injusticia que vivían los trabajadores impulsaron a nueve países (entre ellos Cuba) a fundar esta organización. Su objetivo fue y sigue siendo lograr la justicia social, el derecho a un trabajo humano para que exista la paz. En1946 se adscribe como unidad especializada en el área del Trabajo a las Naciones Unidas. La OIT, sino de los empleadores y de los empleados

A lo largo de sus casi 100 años de existencia y producto fundamentalmente de las luchas de los trabajadores ha ido acumulando una serie de principios, normativas, y reglamentaciones referidas al mundo laboral que se han ido incorporando en las Constituciones, por lo menos en la de la República Bolivariana de Venezuela (Art. 86-97).

Las áreas que se propuso mejorar la primera declaración de la OIT fueron la reglamentación de la jornada de trabajo; la protección de niños, jóvenes y mujeres; el resguardo del trabajador contra enfermedades y accidentes laborales; la pensión de vejez e invalidez. En 1930 dispone la eliminación del trabajo forzoso y obligatorio. En los años 1948 y 1949 establece la libertad sindical; la protección al derecho de libre sindicalización y el derecho a la contratación colectiva.

En 1957 y 1958 prohíbe toda forma de coerción en el trabajo por ideas políticas y la utilización de derechos sindicales como la protesta. Prevé el principio de igualdad en el trabajo sin discriminación por cuestiones de religión, sexo, o políticas. En 1973 prohíbe toda forma de trabajo infantil y establece la edad mínima de trabajo al término de la educación obligatoria.

En 1999 el director general de la OIT, el chileno Juan Somavía, plantea la necesidad de convertir el trabajo decente en un objetivo estratégico internacional como el mejor instrumento, no solo para garantizar la justicia social sino también para vencer la pobreza en el mundo.

¿Qué encierra este sintagma? Sintetiza todos los derechos y deberes conseguidos por los trabajadores a lo largo de sus luchas sindicales. La OIT lo define como “Trabajo productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad, en el cual los derechos son protegidos y que cuenta con remuneración adecuada y protección social” (OIT, 1999).

¿Cuáles son los elementos esenciales de esta definición?: a) Trabajo productivo. b) Protección de derechos. c) Ingresos adecuados. d) Protección social. e) Presencia del tripartismo y del diálogo social (OIT, 1999, págs. 15-16).

Me voy a referir en este artículo solamente a un aspecto del trabajo decente: la necesidad de que sea productivo. Esta característica condiciona todas las demás. De la productividad del trabajador depende el aumento de sus ingresos, la lucha por mejores condiciones de seguridad social, participación en la distribución de las ganancias, la mejora de la calidad de vida de la población. La baja productividad de un país o una región repercuten negativamente en el nivel de vida de los ciudadanos: se devalúa el salario, aumenta el desempleo o subempleo, aparecen signos de una sociedad que se empobrece paulatinamente, se deteriora el ambiente y aparece el fenómeno de muchos jóvenes profesionales que deciden emigrar a otros países donde puedan conseguir un trabajo decente que aquí se les niega.

Por otra parte, los trabajadores y empleados públicos pierden fuerza en sus luchas en el reclamo de mejoras salariales, bonos de productividad, participación en las utilidades, protección social si las empresas no gozan de buena salud financiera.

Esta revolución bolivariana botó a la papelera los valores de la productividad, rentabilidad y competitividad. Sobre todo en Guayana. Con su filosofía de transformar el parque industrial de la región en empresas “socialistas”, porque producir ganancias es malo y lo importante es la distribución, incorpora más trabajadores a la abultada nómina; este régimen, en vez de promover con la iniciativa privada la generación de fuentes de trabajo (CRBV. Art. 299) la sataniza, destruye y confisca; este régimen centraliza la toma de decisiones y paraliza la producción de lo que estaba funcionando; este régimen lleva 12 años sin crear y sin dejar crear nuevas empresas, está destruyendo a Guayana y nos está empobreciendo. Vayan si no a Friosa o Koma y verán cómo se destruye el trabajo productivo. Lo mismo ocurre en las briqueteras, Cerámica Carabobo, Norpro.

Eso sin contar los más de mil trabajadores de las empresas que, según un dirigente sindical de una corriente chavista, gozan de permiso remunerado. Guayana hoy día no es autosustentable. Ni lo será si se mantiene esta misma filosofía.

Aunque nadie escarmienta en cabeza ajena, véanse en el espejo del Gobierno de Cuba que tiene que despedir a la cuarta parte de los empleados después que empobreció el país hasta el extremo.

Por ello es fundamental para la nueva dirigencia sindical de Guayana reclamar junto con las demandas laborales tradicionales, la producción, la ética y el valor del trabajo y, junto con los demás sectores sociales de la región, exigir la creación de nuevas fuentes de empleo productivo, como reza la Constitución. (Correo del Caroní, 11.04.11)

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