La Declaración de Filadelfia de 1944, cuyo texto forma parte de la Constitución de la OIT, dice: «la libertad de expresión y de asociación es esencial para el progreso constante». El mismo principio se reitera en la exposición de motivos del Convenio Nº 87 (Sobre la Libertad Sindical y la Protección del Derecho de Sindicación, 1948). Ambos son derechos humanos fundamentales y como tales interdependientes.
En el ámbito de las relaciones de trabajo, la libertad sindical es indispensable para que los trabajadores puedan expresarse, o mejor dicho: para que tengan voz frente al patrono o empleador y también ante los gobiernos. La negociación colectiva, que es el instrumento básico para mejorar las condiciones de trabajo, sería una quimera si no existiesen organizaciones sindicales.
Vienen a cuento los párrafos precedentes porque el pasado mes de marzo me correspondió acompañar a las periodistas Elvia Gómez, Nirce Alvea y Suhelis Tejero, miembros de la Junta Directiva del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP), a un evento que se realizó en la sede del Colegio de Periodistas en San Cristóbal y donde, para variar, me tocó conversar del tema. Fue un agradable reencuentro con trabajadores de la prensa del interior del país en cuyas actividades hacía rato que no participaba. La anterior ocasión, que estuve en el mismo sitio, la recuerdo lejana.
Para entonces el secretario general seccional del Colegio era Gustavo Azócar y el objeto de mi presencia allá era el mismo de ahora.
En esta ocasión la concurrencia de periodistas fue mayor. Prevalecían los rostros jóvenes, con muchas interrogantes sobre lo que se les informaba y ganas de propiciar actividades sindicales.
El dato que más me impactó fue constatar que, luego de haber transcurrido más de diez años desde aquella primera vez, los trabajadores de la prensa en la región sigan sin la cobertura de convenios colectivos.
Hurgando en las razones del asunto, produce indignación saber que tal amparo no existe porque buena parte de los periodistas que han hecho el intento han sido despedidos. Eso que se denomina discriminación antisindical es una constante, también en los medios de comunicación del Táchira y de casi todo el interior del país.
Dicho de otra manera, hay unos cuantos dueños de medios que hasta aplauden al SNTP por su firme defensa de la libertad de expresión, pero empuñan un garrote cuando quienes les prestan servicios deciden ejercer su derecho de afiliarse al sindicato y proponerles la negociación de un convenio colectivo. Son demócratas de medio pelo que invocan la libertad cuando les conviene. En eso se dan la mano con Guillermo Garcia Ponce, el del diario VEA, que se valió de todo su poder para impedir que sus trabajadores ejercieran su derecho a la negociación colectiva y botó a todos los que se atrevieron.
Por fortuna, hay SNTP para rato y ánimos para seguir insistiendo
Por León Arismendi
Tal Cual, 12.04.10
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