Basta con dar un somero, muy somero, vistazo a los diferentes medios informativos nacionales y regionales, de todas las tendencias, para darse cuenta que no todo marcha bien en Venezuela. Vecinos quejándose de la escasez de agua y de las bombonas de gas, del racionamiento eléctrico, estudiantes que piden mejoras del transporte, unos, que abogan por el regreso de RCTV a las cableras, otros. Profesores universitarios en paro nacional por reivindicaciones laborales y universitarias. Médicos en paro por reivindicaciones salariales, pacientes que denuncian falta de servicios hospitalarios. Consejos comunales que reclaman por la “bajada de recursos”, vecinos y transportistas quejándose por la inseguridad y el deplorable estado de las carreteras. Maestros, empleados y obreros de la educación que exigen mejoras en sus contratos. Trabajadores de las Empresas Básicas y del petróleo, en lucha constante por sus reivindicaciones y muchas veces, manifestando claramente su preocupación por sus industrias y ergo, por el futuro del país.

Todas estas situaciones y noticias que vemos a diario, las agarramos con pinzas, y las solemos colocar en un reporte que permite “ver” la situación de conflictividad en su conjunto.

Creemos que desde el gobierno, que obviamente ven lo mismo, se están aplicando una serie de políticas que tienden a sembrar miedo y terror en la población, por ejemplo la criminalización de la protesta o la represión, con el objeto de frenar la protesta en el país. Pero no creemos que hayan conseguido lograr el objetivo. Llama poderosamente la atención, por ejemplo, la situación planteada en el puerto de Puerto Cabello, donde los proveedores, grandes y pequeños, empresas y cooperativas, han logrado poner contra la pared a Bolipuertos y por ende, al gobierno.

Comienza el mes de marzo, y ha decir de muchos analistas será el mes en que comenzaremos a sentir las consecuencias reales de la devaluación, con múltiples problemas “en la calle”. Los transportistas pusieron este mes como plazo para la discusión del aumento del pasaje. Los anaqueles con los productos de la cesta básica comienzan a vaciarse, muchas pequeñas y medianas industrias y empresas comienzan a sufrir los efectos del racionamiento eléctrico y de la escasez de insumos. Es muy probable que aumenten los conflictos laborales (trabajadores del estado y privados).

Es de preveer que en marzo los grandes titulares se los llevaran el conflicto político (sobre todo las campañas electorales internas tanto en el oficialismo como en la oposición) y el verbo presidencial, que no perderá chance para desviar la atención de los problemas reales, mientras ellos tratan de resolver o “maquillar” el asunto de la crisis eléctrica, posiblemente el problema más grande que han tenido hasta ahora y que, saben ellos, puede costarles el poder.

Pero en marzo seguirán las gentes en la calle reclamando, exigiendo, denunciando y protestando. Unos, porque no verán satisfechas las promesas, muchas imposibles de cumplir, hechas por los gobernantes por los que votaron. Otros, lo harán porque creen que sus actuales gobernantes no solucionarán nunca sus problemas. Otros, reclamarán el cumplimiento de sus reivindicaciones laborales. Pero, seguramente, seguiremos viendo todas estas acciones de una manera aislada porque así son, no están relacionadas entre sí, no están articuladas.

Mikel las Heras
http://conflictove.wordpress.com

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