No es ignorante el que piensa distinto, habla distinto y vive distinto. No es inferior el que adora a otros dioses, viste o desviste otras ropas y juega otros juegos. No es sucio el que se asea sin espuma, toca la tierra o come sin cubiertos. No es flojo el que trabaja solamente lo necesario y disfruta más tiempo compartiendo en comunidad o con la naturaleza. No es manipulable el que sabe escuchar y no tiene pretensiones de imponer a otros su modo de vida. No es ignorante, inferior, sucio, flojo o manipulable. No obstante, por ser distinto, por ser «otro», suele ser despreciado y/o asumido como una amenaza. De ser posible, es colonizado o sometido. Así ha sido y así sigue siendo.
II
Es posible reivindicar la diferencia como una posibilidad para aprender y llegar a acuerdos. Empero, esa posibilidad supone la presencia de una voluntad de reconocimiento del otro, un espacio común concertado, y un mínimo de equilibrio de poder. Si estos factores que definen la inclusión o la exclusión no han estado presentes durante siglos, el diálogo de lo diverso se hace improbable. La exclusión histórica tiene como correlato un malentendido, también histórico.
III
Los Pemón rechazan el Tendido Eléctrico y la minería a gran escala a la que está asociado; incluso aquellos miembros de ese pueblo que han aceptado el Tendido, señalaron que no lo apoya, pero que no tuvieron fuerzas para seguir resistiendo. Por su parte, el Gobierno piensa, con el Tendido, en darle algo a Brasil para poder ser la cola del león a la hora de las negociaciones en la jungla mundial. Los Pemón saben que con el Tendido, pasarán de habitantes de sus territorios a obreros mal pagados de alguna trans nacional minera. El Gobierno piensa en los recursos de los que dispondrá el país con la minería a gran escala. Los Pemón saben que esa minería que llegará con el Tendido, facilitará la invasión a sus lugares sagrados. El Gobierno piensa en la reactivación económica producto de la inversión internacional. Los Pemón comprenden que con la minería llegará la muerte de sus tierras y, tendencialmente, la muerte de su cultura. Sin embargo, su resistencia es descalificada presentándolos como personas «manipuladas» para «crear otra nación», o para «hacerle oposición al Gobierno».
IV
Chávez y el chavismo reivindican el discurso de los excluidos. Por ello, entre otros factores, se logró una Constitución que tiene calidad en materia de derechos indígenas. Sin embargo, la Presidencia de la República hace hoy, con Chávez, lo mismo que hizo ayer, con Caldera. El asunto va más allá del Gobierno de turno, tiene que ver con un modelo de desarrollo que excluye a los indígenas. Un modelo que impide ver otras posibilidades compatibles con los derechos humanos de estos pueblos y con el derecho humano a un ambiente sano. Posibilidades que existen y que tanto indígenas como ecologistas han expuesto suficientemente. No obstante, el malentendido surgido de la exclusión histórica, dificulta demostrar a gran escala que esas posibilidades son más legítimas que la expoliativa minería que se encuentra tras el Tendido.
V
Un pueblo no deja de existir, sin pelear. Por eso hay peleas hoy en la Gran Sabana. Por otra parte, el occidente criollo no es homogéneo. Ecologistas, indigenistas y organizaciones de derechos humanos han sumado su voz a la de los Pemón. Desde hace más de un año existe una Coalición contra el Tendido Eléctrico que ha logrado poner el tema en la agenda pública ejerciendo el derecho a manifestar, la libertad de expresión y los recursos consagrados en la Constitución para hacer justiciables los derechos humanos. Existe una resistencia orgánica al Tendido. Una resistencia que entiende la asimetría de poder, pero que no renuncia a la posibilidad de transformar lo dado; no renuncia a la posibilidad de, en algún momento, superar el malentendido. El Presidente está invitado a sumarse a esa resistencia. Un primer en ese sentido, sería reconocer ante los Pemón lo que reconoció ante una indígena Warao que el día de la mujer, en el Panteón Nacional, confrontó sus promesas electorales contra sus proyectos industrialistas en territorios indígenas, y a la que le respondió: «yo me he equivocado en muchas cosas».
Antonio J. González Plessmann
Coordinador del Área de Información
Provea