Hace cinco años compartí el estupor de muchos colegas periodistas. Yo tampoco comprendí, y aún no alcanzo a tener comprensión de aquella decisión, de cuál podría ser la ganancia política de no presentarse en las elecciones parlamentarias de 2005.
Aquella estrategia fue trazada, cabe decirlo sin que se entienda como una cacería de brujas, por figuras que hoy precisamente están haciendo de todo –incluso sin mucha transparencia- por estar en los puestos salidores de cara a las elecciones del venidero 26 de septiembre. No pocos periodistas se quejaron en aquel momento de aquella estrategia, pero decidieron hacer su crítica sin excesiva estridencia en aras de no entorpecer los planes opositores.
El panorama político de Venezuela ha cambiado, por suerte, y hoy prevalece un sentido más realista, sin que deje de estar basado en ideales: el cuestionamiento del autoritarismo de Chávez no se solventará con una salida de fuerza, y por tanto hay que construir, paso a paso, una transición democrática e incluso diría que democratizadora en las propias filas opositoras. En esa dirección se debe entender y aplaudir el esfuerzo opositor de llevar candidatos unitarios, aunque no están todos los que deberían estar, a lo largo y ancho del país.
Reconquistar presencia en el espacio institucional de la Asamblea Nacional es el primer objetivo de una hoja de ruta que por un lado busque derrotar electoralmente a Chávez y por el otro vaya, paralelamente, revirtiendo las leyes que han cercenado derechos humanos básicos en estos años.
Justamente en esta coyuntura, en la cual la sociedad venezolana que aspira a un reencuentro democrático del país retoma el valor del voto, tendrán lugar este 10 de junio las elecciones para escoger las diferentes directivas, a lo largo y ancho del país, del Colegio Nacional de Periodistas (CNP).
Hace dos años, cuando se realizaron las primeras elecciones después de una larga década de abstinencia electoral en el gremio, escribimos en este mismo espacio una carta dirigida a los jóvenes periodistas, porque para muchos de los recién incorporados al CNP, esta entidad sólo servía para obtener un carnet que, dependiendo de la empresa periodística, te lo exigían o no para trabajar.
Diez años sin consultar a las bases periodísticas era motivo más que suficiente para temer que las elecciones de 2008 fuesen un fracaso. Sin embargo, el CNP, cual ave fénix, parece haber revivido de sus cenizas, no sólo salieron legitimadas con una significativa votación las nuevas autoridades, sino que además comenzó a reflorecer un sentido del Colegio como espacio de encuentro, y especialmente un ente para defender el derecho a la libre expresión, que ha sido históricamente uno de sus estandartes.
La labor de estos dos años ha sido un enorme esfuerzo de muchas personas, pero a todas ellas cabe felicitarles a través de una persona, la cara visible y bregadora de este tiempo ha sido la de William Echeverría.
Hace dos años, cuando se realizaron las elecciones del CNP, varios colegas que se identifican con el chavismo lanzaron la idea de que no debía votarse en dichas elecciones y que debía lanzarse una Constituyente para el gremio.
Nada ocurrió, las elecciones se efectuaron y para nada las directivas electas entonces resultaron ilegítimas. Tal como le ocurrió a la oposición política en 2005, la ausencia de chavistas en los comicios gremiales de 2008 no mermó la legitimidad de los comicios. Dos años después, sin que en estos 24 meses los periodistas del proceso hayan dado pasos en esa dirección, se dice nuevamente que ellos desconocen estos comicios del CNP y que apuestan por una constituyente. Bajo esas circunstancias tal propuesta resulta poco creíble.
Así las cosas llegamos a unas nuevas elecciones en el CNP. En clara demostración de que hay diversidad de puntos de vista, en la mayoría de los estados, y para la propia directiva nacional, se han inscrito al menos dos planchas, lo cual revela el interés por lo que está en juego.
Para el conjunto de periodistas que forman parte del gremio es importante ir a votar. Los periodistas, al estar bajo la lupa pública, por la propia naturaleza de su profesión, deben dar una muestra de civismo y democracia este 10 de junio de 2010, un año que tendremos que recordar por el valor del voto popular.
Información confidencial
El gobierno de Hugo Chávez creó a partir del 1º de junio un nuevo ente que tendrá funciones para recopilar información “de interés para el Estado”, pero al mismo tiempo tendrá la potestad de determinar el carácter confidencial o no de las mismas. Un decreto presidencial ordenó la creación del Centro de Estudio Situacional de la Nación (Cesna), el cual tendrá entre sus finalidades “recopilar, procesar y analizar permanentemente todas las informaciones que provengan de las instituciones del Estado y de la sociedad sobre cualquier aspecto de interés del país”.
Este nuevo organismo no tendrá vinculación con el Ministerio de Comunicación e Información, sino que estará ligado al Ministerio de Relaciones Interior y Justicia, que no hay que olvidar coordina los cuerpos de seguridad del Estado venezolano. El Cesna gozará de autonomía administrativa y financiera, según el decreto.
Entre las funciones de la nueva institución se encuentra la coordinación de labores de recopilación y procesamiento de informaciones, la realización de informes valorativos y la potestad de declarar el carácter de reservado, clasificado o de divulgación limitada de cualquier información.
Andrés Cañízalez
Publicado en Tal Cual