Quienes intentan hacer revoluciones con ideas viejas suelen querer cambiarlo todo y reescribir la historia.
Nada de lo que se hizo antes sirve y todo es un incesante comenzar. En el caso de Venezuela, Hugo Chávez piensa que hay que destruir todo lo existente para con ello rehacerlo sobre nuevas bases, donde el Estado sea el gran monopolista y propietario de los medios de producción.
Esa creencia es la que permite explicar el proceso masivo de destrucción de las capacidades productivas de Venezuela, cuyas principales víctimas son el petróleo, la agricultura y la industria. Pdvsa es hoy una empresa diezmada por tres flagelos: la corrupción, la ineptitud y el nepotismo.
Al transformar la empresa productora de petróleo en un centro de activismo partidista cuyo financiamiento corre contra los fondos de la empresa, Pdvsa ha descuidado la producción petrolera para favorecer el proselitismo y la movilización partidista.
Además, la empresa se ha involucrado en un conjunto de actividades ajenas al petróleo que han comprometido su viabilidad financiera. De esta forma, el gobierno ha exprimido a la empresa hasta llevarla a tener que endeudarse. Recientemente con los chinos se contrajo un préstamo mediante un contrato de suministros de petróleo a futuro a cambio de US$ 20.000 millones, de los cuales el gobierno espera recibir adelantadamente US$ 5.000 para enjugar su déficit de caja. También se acaba de acordar un nuevo créditos con bancos internacionales por US$ 1.500 millones a lo cual hay que sumar pasivos no contabilizadlos todavía con las empresas expropiadas y no canceladas.
Mientras Pdvsa se endeuda, cae la producción y las exportaciones y por tanto los ingresos fiscales.
Miles de hectáreas que eran asiento de actividad agropecuaria floreciente, como el Hato La Marqueseña hoy languidecen víctimas de la depredación. Han sido los productores del campo azotados por una especie de odio visceral de funcionarios y burócratas que desde Caracas piensan que pueden ordenar la producción de rubros agrícolas sin tomar ven consideración la opinión de la gente que toda su vida ha trabajado en el campo.
Así, se explican las caídas en la producción de maíz, arroz, azúcar, caraotas, hortalizas, entre otros productos. Venezuela que fue un exportador de arroz ahora tiene que importar parte de lo que consume y también está a punto de comprar al exterior café, tradicionalmente producido y exportado por nuestros agricultores. En cuanto a la carne y la leche, ha sucedido algo similar, la producción ha caído el gobierno se ha visto obligado a importar, parte de la cual se ha podrido en los contenedores de Pdval.
CAÍDA EN LA PRODUCCIÓN En lo relativo al sector industrial, hoy Venezuela tiene 40% menos empresas manufactureras que las que tenía en 1998, todo lo cual cuestiona las posibilidades de producir alimentos en cantidades suficientes para abastecer el mercado local, situación que ha propiciado importaciones masivas.
Como causas de esta desmejora de la producción industrial destacan los controles de precios y de cambio y el clima adverso en contra de los capitanes de empresas venezolanos que han sobrevivido a las adversidades y las sucesivas crisis de la economía venezolana y que con todo y ello optaron por quedarse e invertir en el país.
Es este cuadro adverso el que explica que la inversión en Venezuela haya caído más de 25% durante dos trimestres consecutivos, cuarto trimestre de 2009 y primer trimestre de 2010. Un país donde la inversión decline en la forma en que ha ocurrido en Venezuela, está condenado al estancamiento en el mediano plazo, debido a que se está destruyendo el acervo de capital productivo. Motivado en un ambiente político contrario a la actividad empresarial y al emprendimiento, los capitales emigran del país buscando lugares seguros donde asentarse y prosperar.
Hoy, Colombia, Perú, Panamá y Costa Rica, entre otros, son los receptores de los inversionistas venezolanos que se sienten acosados por el gobierno nacional. Todo el talento y la capacidad emprendedora de los venezolanos están puestos al servicio de los países vecinos quienes sin vacilación han aceptado a los venezolanos dispuestos a invertir y trabajar.