Se creó nuevamente el Ministerio de la vivienda. Regresó de las catacumbas de la V República.
¿Por qué? ¿Cómo? No lo sé. Lo importante es que un halo de sapiencia permitió su resurrección o tal vez el ala cristiana de la revolución coadyuvó a este milagro.
Aunque la sola existencia no garantiza nada, no deja de ser importante el hecho que un área tan relevante para el desarrollo del país no se vea ahogada en una estructura administrativa tan diversa y enrevesada como lo era el MOPVI. El tener perfil propio y presencia en el Consejo de Ministro es importante. Sobre todo para poder expresar las característica de la problemática de vivienda y hábitat, y los caminos a transitar.
Por lo menos hoy en día es así.
Desde el punto de vista institucional, el área de vivienda siempre fue subestimada en la IV República. Solo para comienzo de los años 70 tuvo una representación institucional relevante: El CONAVI (Consejo Nacional de la Vivienda)
Antes y durante la existencia del Conavi, convivieron con él organismos ejecutores (Inavi, Fondur) y Financieros cuyo control y articulación siempre fue difícil y en algunos casos imposible.
Existiendo el Conavi, como organismo rector de las políticas de vivienda, siempre estuvo adscrito a un Ministerio (MINDUR) Y por lo tanto a la par de los organismos ejecutores (como Inavi y Fondur) que deberían supeditarse a sus lineamientos. Esto siempre fue una absurda y reñida contradicción que se mantuvo –incluso- en los primeros años de la V República.
Cuando llega Chávez a la presidencia mantiene el Conavi como el organismo rector de vivienda. Por lo menos en el plano formal.
El proceso revolucionario –de aquella época- se inaugura en el año 2000 con una arquitecta en la presidencia del Conavi: Josefina Baldo. Hoy en día dentro de la lista de candidatos de la cuasi oposición (PPT)
El Conavi desaparece en época de revolución. En ese momento (2005) su presidente era el Ing. Carlos García. Hoy en el campo de la contrarrevolución (Podemos) y acusado –junto a su hermano Ismael- de corruptos.
La primera versión del Ministerio de la Vivienda nace en el año 2005 con un Ministro sin cartera: el Ing. Julio Montes. Pero muere repentinamente y aún sin estructura consolidada a comienzos del año 2009. Su sepulturero: el arquitecto y conocidísimo funcionario público Farruco Sesto (Ministro de Cultura)
Luego de casi 15 meses, resucita felizmente. Colocan bajo su dirección un Ingeniero: el ahora Ministro Ricardo Molina.
Ricardo posee una extensa labor universitaria (IDEC-FAU-UCV) pero no deja tener experiencia en el sector público de vivienda. Estuvo en Inavi y el Conavi apoyando a su siempre amigo Carlos Angarita.
Además de su capacidad profesional, sus mejores cartas son la sencillez, honestidad y el compromiso con esta revolución. Sin embargo, eso no es suficiente. Comienza ahora la dura prueba.
Todo aquel que crea en la necesidad de avanzar en este proceso debería intentar apoyar sin exigir nada a cambio.
Por delante, el novel Ministro, tiene muchos retos. Me atrevería a señalar algunos:
- Hacer viable una adecuada política de vivienda. Obvio el hecho de formularla. Creo que el Ing. Ricardo Molina puede hacerla. Y no solo “adecuada” sino “popular y revolucionaria”. La dificultad está, en hacerla viable. Sobre todo en un sector donde todo observador externo cree ser especialista. Y por lo tanto lo que sobran son opinadores de gamelote.
- Crear una Nueva Institucionalidad. No es más que crear –estructuralmente- el Ministerio. Nunca llego a tener una sólida organización. Cuando lo desaparecieron por primera vez, lo que desaparecieron fue un feto.
- Combatir e intentar extirpar la corrupción. Dentro de la caimanera organizacional de Vivienda dentro del MOPVI se han creados grupos (sobre todo de profesionales) que mucho ayudan a desvirtuar y enredar procesos en función de intereses muy particulares.
- Armar equipo. No es fácil. Tal vez una de las cosas más difíciles, dada la premura de las actuaciones a emprender y el saldo de las necesidades del sector vivienda y hábitat. En esta área la regla ha sido: lo urgente destroza lo importante. Eso sí, en nombre de la revolución.
- Acabar con la demagogia, el clientelismo y el populismo. Exigir corresponsabilidad. La corrupción se ha democratizado, evolucionado en cultura y está en todos lados. En esta tarea debería coadyuvar el partido de la revolución, sobre todo a sabiendas de las debilidades que poseen algunas organizaciones comunitarias y sobre todo muchos de sus dirigentes (algunos de los cuales les encanta autodenominarse: “rojos rojitos”) En este sector, por ejemplo, prácticamente no se cobra. Ni siquiera un poquito. Ni siquiera a los que pueden pagar, algo o todo, se les cobra. No se piensa en el futuro, ni como los beneficiados de hoy podrían ayudar a las futuras generaciones.
- Actuar, asumir riesgos, evitar la parálisis. “Lo perfecto, es enemigo de lo bueno” he oído decir y me parece correcto. “Lo bueno” es táctico y lo “perfecto” es estratégico, pudiésemos decir también. Es preferible cometer errores, pero actuando. De esto el sector vivienda tiene historia.
- Evitar que lo arrope la academia y los académicos. Este puede ser el gran talón de Aquiles del nuevo Ministro. Ojalá pueda salvarse de tal acontecimiento. Quienes le han dado poder de decisión –casi ilimitado- a la academia (sus personajes, actitudes, peleas, resabios) en las instancias oficiales (Conavi y Ministerio de Vivienda) han fracasado. Por muy doctos que sean, no han sabido gobernar. Muchas veces el ego ha estado por encima de su responsabilidad pública. Además, recordemos que en este digno nivel la gente también gusta del dinero. Solo que lo busca con un tarro de vaselina y el adecuado lubricante.
Ramón Yánez Marro
Publicado en Aporrea