El 8 de Enero, el Gobierno anunció una modificación en el esquema del control cambiario al aplicar un sistema de cambios múltiples con dos tasas preferenciales de 2.60 Bs/US$ y 4.30 Bs/US$, respectivamente y otra resultante de las transacciones financieras. Con esta medida, el tipo de cambio promedio ponderado para las importaciones se ubicaría en 3.53Bs/US$, lo que implica una devaluación promedio del 64%.
Esta corrección del tipo de cambio ocurre en un contexto de estanflación, la combinación de recesión (caída del 2.9% del PIB) e inflación (25,1%) que ha caracterizado la economía venezolana durante 2009 y tras haber sostenido repetidamente que no habría devaluación del bolívar. El Gobierno sorprendió en su buena fe al país y ello le resta credibilidad a la política económica.
Lo que anunció el Gobierno se circunscribe exclusivamente a acciones en el orden cambiario, que aisladamente es poco lo que pueden hacer para sacar a la economía de la recesión y abatir la inflación.
Se crea una gran distorsión en la economía. En tanto que para los venezolanos como un todo, especialmente para la actividad privada, el tipo de cambio promedio será BsF/US$ 3,53, para el gobierno el tipo de cambio relevante para sus importaciones es de BsF/US$ 2,60 y el de sus exportaciones BsF/US$ 4,30, lo que origina un diferencial cambiario de 70%, a su favor lo que se traducirá en beneficios cambiarios del cual no disfruta ningún sector de la economía venezolana. Allí reside la razón fiscalista de la devaluación: la obtención de más bolívares mediante la aplicación de un impuesto cambiario a la economía.
Adicionalmente, se hace más compleja la administración de la política cambiaria en la medida en que se observarán tres tipos de cambios: los dos preferenciales y el de permuta, lo que con seguridad propinará situaciones de arbitraje y corrupción en la asignación de las divisas. Ese esquema de tipos de cambios múltiples ha sido desechado en todo el mundo por los inconvenientes que provoca y Venezuela sería el único país con ese régimen. Su origen en Venezuela se remonta a julio de 1941 cuando se institucionalizaron los cambios diferenciales mediante el establecimiento del dólar del café, el dólar del cacao y el dólar del petróleo. En este sentido la medida cambiaria no tiene nada de novedoso.
Con un efecto transferencia de la inflación a la devaluación estimada en 45%, el efecto mínimo del ajuste cambiario sobre la inflación sería de 25% con lo cual habrá de esperarse una exacerbación de las tensiones inflacionarias con su incidencia negativa sobre los salarios reales.
En un entorno de destrucción del plantel industrial y del sector agrícola que ha hacho la economía nacional significativamente más dependiente del petróleo, una devaluación aislada no tendrá efectos sobre el sector exportador no petrolero porque no hay manufacturas ni productos agrícolas que ofrecer a los mercados internacionales, situación que se agrava con el cierre por parte del gobierno del mercado colombiano.
Preocupa también, la descapitalización del BCV mediante el traspaso de US$ 7.000 millones para financiar el déficit fiscal. Esa práctica cuestiona el papel del BCV como garante de la estabilidad monetaria de Venezuela.