Con todo el respeto que su investidura merece le expreso ciudadano Presidente Chávez, mi preocupación por el constante cambio de ministros. Es la manera de gobernar que impuso desde los primeros años de gestión. Y ese estilo, señor Presidente, es una de las principales causas de la enorme ineficacia que corroe la gestión gubernamental . Consciente de esa debilidad, Usted ha llamado a superarla mediante el proceso de las tres R (Revisar, Rectificar y Reimpulsar). Pero debe Usted dar el ejemplo rectificando. En diez meses ha nombrado tres ministros de salud. En menos de tres meses nombró dos ministros para el sector eléctrico.
Una de las situaciones más emblemáticas de la improvisación para organizar su equipo de gobierno ocurrió en los primeros ocho meses del año 2008 cuando designó cuatro ministros de vivienda: El año empezó con la gestión que ya desempeñaba Ramón Carrizalez pero el 4 de enero, lo sustituyó y designó a Jorge Pérez Prado, quien duró en el cargo menos de tres meses; la segunda semana de marzo designó a Edith Gómez como Ministra, quien igualmente duró menos de tres meses; En junio, volvió a designar a Ramón Carrizalez, y al poco tiempo nombró a Francisco Sesto Novas para esa cartera. Un año después nombró a Diosdado Cabello.
Comprendo que no es fácil conformar un equipo de confianza y que responda con eficiencia a las responsabilidades inherentes al cargo. Admito que puede darse la circunstancia que se designe a una persona y al poco tiempo haya necesidad de removerla. Estoy seguro que muchos venezolanos me acompañan en la inquietud de saber a qué se debe la rotación tan frecuente de su Equipo de Gobierno. Pareciera que no se meditara y analizara el perfil de las personas a ocupar los cargos y se improvisara en esta área. Pero además, como Usted mismo lo afirmó en marzo de este año, se va un ministro y se va un montón de gente detrás de él, llega un ministro y empieza a cambiar a todo el mundo y se para un año un ministerio. Usted bien debe saber que esa medida crea una situación de inestabilidad transitoria, que al ser frecuente, se traduce en una inestabilidad constante de las instituciones afectando la gestión de las mismas y finalmente perjudicando los derechos de las personas. Ello contraviene y vulnera tanto el Principio de Funcionamiento planificado y control de la gestión y de los resultados como el Principio de Eficacia en el Cumplimiento de objetivos y metas fijados, establecidos en los artículos 18 y 19 respectivamente de la Ley Orgánica de la Administración Pública
Usted, señor Presidente, debe estimular y garantizar que en la gestión de gobierno se cumpla con el mandato del artículo 141 de la Carta Magna la cual consagra que “la Administración Pública está al servicio de todos los ciudadanos y ciudadanas, así como que se fundamenta en los principios de honestidad, participación, celeridad, eficacia, eficiencia, transparencia, rendición de cuentas y responsabilidad en la función pública”. Errar es de humanos, rectificar es de sabios.
Con todo respeto, no me parece que improvisa. Creo que es un plan llevado por los cubanos( recuerde que Venezuela tiene dos presidentes CH y Fidel dicho por el propio Ch.) para destruir no sólo la economía, sino también los valores, la cultura, la memoria colectiva y nuestra manera de ser. Han cambiado la historia, los nombres de todo lo querido que nos identifica: del Ávila, de otros parques, de las instituciones, los ministerios, las calles. Han cambiado el escudo, la bandera (la nacional y muchas de los estados). El lenguaje ya no es el mismo, se habla distinto. El presidente nos tiene estresados y angustiados,está presente en nuestra vida cotidiana a toda hora; nos invade su voz y su palabra maldiciente en las calles, la radio, la tv… hasta en el cine.Esto sumado a tantos problemas urgentes como las exporpiaciones, la inseguridad, la inflación y las amenazas del susodicho. Pienso que no tenemos futuro como nación, nos están destruyendo y no hacemos nada. Muchas veces me siento perdida en este país porque me movieron el piso por eso hago como el sabio que hablaba ya no para convencer a otros sino para no perderse a sí mismo.
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