Una de las alternativas habitacionales ofrecidas por el gobierno es vivir es una petrocasa. Se afirma que tiene varias bondades: es de bajo costo, se arman en poco tiempo y son resistentes. Algunos de los hasta ahora pocos beneficiarios afirman que son bonitas y agradables.
Este tipo de casas tienen una particularidad: son de plástico muy duro y resistente, el policloruro de vinilo, mejor conocido por sus siglas PVC, en aleación con un metal pesado, el plomo. Por ser el petróleo uno de sus componentes se afirma que debemos aprovechar todo el potencial de la industria.
Sin embargo, existe otra visión sobre las petrocasas.
Hay denuncias en diversas partes del mundo señalando al PVC como un componente que causa daño al ambiente y a la salud, y al plomo como un agente cancerígeno. Afirman reconocidos ambientalistas que no es reciclable, que al deteriorarse va contaminando el entorno y lo más preocupante que produce efectos muy negativos a la salud.
Ciertamente muchos productos que usamos diariamente contienen PVC en mayor o menor cantidad y aparentemente no producen daño. Sin embargo, no es lo mismo tener contacto con material de esta naturaleza, como por ejemplo, cuando usamos vasos plásticos que vivir rodeado de esta sustancia. Es como si una persona viviera en un inmenso vaso plástico.
Lo razonable ante las dudas sobre los perjuicios que pudiese producir a la salud de las personas y al ambiente en el país, es que el gobierno venezolano explique a la población de manera ampliamente razonada si existe o no peligro. Sin embargo, tan sencilla labor no la realiza.
La organización Provea en el interés de dar respuesta a familias que tienen inquietud sobre si deben o no adquirir este tipo de viviendas, solicitó en julio de 2008 información sobre los estudios realizados al ministro de Energía. La respuesta nunca se obtuvo y el 10 de febrero de 2009 introdujo una demanda ante en Tribunal Supremo de Justicia. Dos años después se espera dicte una sentencia que obligue al ministro a dar respuesta.
Mientras tanto la incertidumbre crece.
Más allá de la duda sobre el componente químico, las petrocasas sí tienen un problema. No se adecuan a la cultura venezolana. Por ejemplo, en las familias de escasos recursos impera lo que se conoce como vivienda progresiva, donde mejoran y amplían sus viviendas.
Construyen hacia arriba y hacia los lados. Las petrocasas no lo permiten. Casa que se arma será así hoy y siempre salvo pequeños detalles.
Se suma a esto la política del Estado en cuanto a la ubicación de las petrocasas. Se tiene programado otorgar a comunidades indígenas irrespetando el mandato constitucional de la adecuación cultural. Y para completar ya empezaron a diseminarse este tipo de casas por la Sierra Nevada en Mérida contrastando totalmente con el paisaje y la cultura de los habitantes de la zona.
Bienvenidas las soluciones habitacionales, pero deben ofrecerse de tal manera que garanticen bienestar y respeten las costumbres y cultura de la población.
Marino Alvarado Betancourt
Fuente: Tal Cual 18.02.2011