rafael uzcateguiEl pasado 15 de octubre Provea celebró 26 años de fundada. Durante todo ese tiempo, como organización defensora de los derechos humanos se han logrado avances. También se han cometido errores, de cuyas enseñanzas hemos aprendido. Fue en 1988 cuando tres activistas, dos de ellos venidos de otras latitudes, decidieron comenzar una iniciativa que promoviera las garantías para los derechos sociales en Venezuela. Uno de ellas Dianorah Contramaestre, quien huía de la dictadura de Augusto Pinochet en Chile. La segunda mujer del trío es Ligia Bolívar, quien comenzó su trayectoria en derechos humanos en Amnistía Internacional y hoy es directora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello. El tercero, incorporado poco después es Raúl Cubas, hermano de dos detenidos-desaparecidos de la dictadura argentina y que en primera persona sufrió las torturas dentro de ese circo del horror que fue la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), tristemente célebre.

A pocos días de su fundación formal, registro en notaría, Provea asumió uno de los casos emblemáticos de violación a los derechos humanos en la década de los ochentas: La llamada “Masacre de El Amparo”. Por el montaje contra catorce campesinos y dos sobrevivientes, aprendiendo sobre la marcha, enviando comunicaciones por fax y documentando los detalles de la ignominia, Provea decide llevar el caso ante instancias internacionales. Aquella fue la primera sentencia en contra del país por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Después vendrían otras, todas para lograr lo que los tribunales del país negaban: justicia para las víctimas.

En 1992, por las relaciones que Provea había realizado con el mundo gremial, un joven sindicalista del Metro llamado Nicolás Maduro acudió a la sede de la organización, una que se pudo comprar por los aportes de grupos cristianos de base, para denunciar hostigamiento al ejercicio de la libertad sindical. Los abogados de la ONG lo asesoraron, de la misma manera como lo hacían con el resto de las personas que pedían apoyo y consejo. Nadie se imaginó que 22 años después, en ese mismo mueble que el futuro presidente esperó ser atendido por el grupo jurídico, se sentarían víctimas de violaciones a derechos humanos ocurridas durante su gobierno. La anécdota, de muchas que hay en década y media de andadura, refleja las razones del trabajo de los defensores de derechos humanos: La obligación de solidarizarse con las víctimas, independientemente de su origen, clase social o creencias religiosas o políticas.

Durante los últimos siete años Provea ha sido dirigida por el abogado Marino Alvarado. Según los estatutos internos, la coordinación general tiene un período de 3 años, renovables sólo por un período más. Marino realizo más debido a la coordinación interina que ejerció durante un año. El balance de su gestión es positivo en muchos aspectos. El más importante lograr que la organización se mantuviera apegada a sus valores en tiempos de alta polarización y confrontación en el país. A pesar de los ataques y hostigamientos. A pesar de los obstáculos y disminución de los presupuestos que obligaron a Provea, como al resto de ONGs, a disminuir su capacidad operativa. Marino finaliza su trabajo como coordinador el 31 de diciembre de este año, tras lo cual pasa a ser miembro de la asamblea de la organización, el cuerpo de notables que asesora permanentemente su dirección.

Tras un concurso público para la selección del nuevo coordinador, quien esto escribe ha sido designado para cumplir dicha labor en el período 2015-2018. Los retos son mayúsculos y por partida triple. En primer lugar, estar a la altura de quienes me precedieron: Raúl Cubas, Carlos Correa y Marino Alvarado, haciendo justicia a la historia de una organización como Provea. En segundo lugar por el papel que deben jugar las ONGs de derechos humanos en un momento particularmente difícil de la historia venezolana, el coctel explosivo de crisis política con crisis económica. Por último, aportar en la vía que debe transitar la propia Provea de ser un emprendimiento analógico a pasar a ser parte del nuevo activismo, cuyo contexto son las tecnologías de información y las redes flexibles de organización. Los nuevos defensores de derechos humanos tienen referentes, ideológicos y culturales, diferentes de quienes crecimos en un tipo de militancia constreñida por las adherencias ideológicas, positivistas e hijas de la modernidad. Pero es a ellos a quienes debemos sensibilizar en los temas de siempre, compartiendo los tesoros recogidos en el camino, pero con la humildad suficiente para aprender de las jóvenes maneras de ver y soñar el mundo.

A partir de enero del 2015 asumimos este reto, con la confianza de contar con el apoyo de todos ustedes, quienes nos han leído y acompañado a través de estos últimos años.

Coordinador del Programa de Investigación de Provea
www.derechos.org.ve
[email protected]
@fanzinero

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *