Un grupo de activistas de organizaciones de derechos humanos nos inscribimos, en semanas pasadas, para participar en el Foro de la Sociedad Civil a realizarse previo a la VII Cumbre de las Américas a realizarse el 10 y 11 de abril en la Ciudad de Panamá. Debido a la falta de interlocución con las autoridades, el escenario internacional se ha convertido en un espacio privilegiado para poder enviar mensajes al gobierno venezolano sobre la preocupante situación de la dignidad humana en el país.
De esta manera representantes de Espacio Público, Observatorio Venezolano de Prisiones, Instituto Prensa y Sociedad, Centro de Derechos Humanos de la UCAB, Transparencia Venezuela, Observatorio Venezolano de Conflictividad Social y Provea arribamos a la ciudad para continuar el paciente, pero tenaz, trabajo de incidencia en derechos humanos. El saldo, en este sentido, fue altamente positivo. No solamente por la participación en eventos públicos donde se trató la situación venezolana, sino por todas las reuniones bilaterales y contactos realizados que nos ayudan a visibilizar temas y situaciones, construyendo alianzas de trabajo con organizaciones hermanas del continente. Para muestra un botón. El día de inicio de la Cumbre miembros de organizaciones importantes de la región, como las Madres de Plaza de Mayo –Linea Fundadora-, CELS, Conectas y WOLA, cuya audiencia son activistas de izquierda que han simpatizado con el proyecto bolivariano, calificaban como “alarmante” la represión a la protesta social en el país.
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Las conversaciones Cuba-Estados Unidos eran, a pesar de los esfuerzos de países como Venezuela, los protagonistas de la VII Cumbre, lo cual estaba anunciado desde el propio logo del evento. No era para menos. Era la primera vez que, oficialmente, Cuba formaba parte del evento, en un contexto en el que el presidente norteamericano ha pedido la normalización de relaciones con la isla. Para bien, pero también bastante para mal, la forma de hacer a la cubana era preponderante en el evento. En el caso del Foro de la Sociedad Civil la delegación oficial isleña exigía que los críticos del castrismo, sencillamente, fueran excluidos del evento. Durante las jornadas fue distribuido generosamente un periódico llamado “Mercenarios”, en donde se calificaba, con todo tipo de epítetos, a los disidentes del gobierno. El encuentro de las ONGs y organizaciones sociales, entonces, fue empañado por los enfrentamientos verbales y físicos entre oficialistas y disidentes cubanos. Quienes intentaban que la agenda de trabajo se cumpliera como estaba prevista eran rodeados por los funcionarios al grito de “Mercenarios”. En la Universidad de Panamá, mientras tanto, la Cumbre de los Pueblos recordaba un evento de la Guerra Fría, lo que me recordaba el comentario de un analista panameño que afirmaba que la llamada revolución cubana era más pasado que futuro. Mientras Silvio Rodríguez tocaba las canciones de siempre en al auditorio del claustro académico, a la misma hora su hijo rapeaba canciones, en otro concierto, que pedían que los Castro se fueran de la isla.
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De la agotadora agenda de reuniones comento la que parte de las ONGs venezolanas tuvimos con representantes de la empresa Twitter. Les relatamos anécdotas que dibujan lo crucial de la plataforma para visibilizar y denunciar violaciones a los derechos humanos en el país, les preguntamos sobre mecanismos para impedir y revertir falsificación y hackeo de cuentas, consultamos su opinión sobre las expectativas para la expansión de la red social en Cuba, entre otros temas. Los canales de comunicación, quedaron abiertos.
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Una de las propuestas realizadas por la delegación venezolana finalmente fue hecha a los mandatarios de la Cumbre. Se trata de la creación de una relatoría permanente sobre democracia por parte de la OEA.
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Los activistas de las ONGs venezolanas salimos en medio de un nuevo ciclo de la campaña de desprestigio. Un articulista del Granma escribió un texto, generosamente redifundido por el Sistema Nacional de Medios, que nos calificaba como “La delegación de la CIA”. Por otra parte, el presidente de la Asamblea Nacional divulgaba en su programa de televisión nuestro itinerario de viaje y mostraba nuestras fotografías en el canal del Estado. Pero Cabello saca mal sus cuentas. Su estrategia no sólo ha fortalecido el apoyo hacia nuestro trabajo, sino que también está haciendo perder apoyos en sectores que antes eran aliados del proyecto bolivariano. Mientras un pequeño porcentaje del rating celebra sus ocurrencias en el país, 33 prestigiosas organizaciones de derechos humanos del mundo exigían al gobierno el cese de los ataques contra defensores. El 10 de abril, a página completa, el periódico panameño “La Prensa” reproducía íntegro el comunicado, lo cual hizo que las morisquetas del militar fueran comentadas, además de los lectores habituales del diario, por los 7.000 delegados a la Cumbre Oficial y los 2.000 periodistas acreditados para el evento, un auditorio al que difícilmente le hubiéramos llegado sin sus diligentes favores.
(*) Coordinador General de Provea
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