Ver a niños o niñas jugando a dispararse, apertrechados, con varias armas de fuego de juguete, es algo que, como madre, me pone a pensar. Se puede creer que los juegos bélicos son una forma de legitimar la violencia, de hacerla cotidiana, podemos inferir que los niños y niñas entienden que es “normal” resolver los problemas y diferencias eliminando al otro.

 

Desde este punto de vista, que, el Estado Venezolano haya promulgado, en diciembre de 2009, una LEY PARA LA PROHIBICIÓN DE VIDEOJUEGOS BÉLICOS Y JUGUETES BÉLICOS, luce adecuado.“Esta ley tiene por objeto prohibir la fabricación, importación, distribución, compra, venta, alquiler y uso de videojuegos bélicos y juguetes bélicos”. Gaceta oficial Nº 39.320.

 

Asimismo, expresa que “El Estado tiene entre sus fines esenciales, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz…”, y plantea que “Todo videojuego y juguete debe promover el respeto a la vida, la creatividad, el sano entretenimiento, el compañerismo, la lealtad, el trabajo en equipo, el respeto a la ley, la comprensión, la tolerancia, el entendimiento entre las personas y el espíritu de paz y la fraternidad”.

 

Hay que reconocer que prohibir y sancionar videojuegos bélicos y juguetes bélicos tiene un efecto simbólico en sí mismo y probablemente pueda indirectamente influir a favor de mejores indicadores de seguridad, pues no solo se sanciona y penaliza la distribución sino también se envía un mensaje a la familia venezolana.

 

A pesar de esto y hablando de simbolismos, una legalidad basada en la prohibición y la sanción poco puede hacer cuando se trata profundizar y problematizar los motivos por los cuales los niños juegan a la guerra.

 

Los juegos que juzgamos negativamente como bélicos, contribuyen a crear, en niños y niñas, conciencia del mal y experimentar la lucha entre iguales. Jugar a pelear permite medir fuerzas, experimentar la rivalidad, conocer límites de manera saludable pues es una violencia simulada con la que se puede experimentar y aprender porque de otro modo sería inaceptable.

 

Finalmente, puede que niñas y niños, debido a la ley, tengan menos acceso a estos juegos y juguetes, lo cual no me parece mal, como madre no soy capaz de regalar un arma como juguete, pero reconozco que jugar a la guerra no se puede sancionar, aún un arma, los niños y niñas se seguirán expresando, seguirán recreando e integrando a través de la fantasía, las condiciones del medio social en el que vivimos, no solo porque la realidad se impone, sino también, porque responden a sus instintos e impulso de protección, refugio, defensa. En conclusión, más allá de penas y sanciones, comprendamos las etapas y acompañemos los juegos de nuestros niños y niñas.