10 de diciembre de 2003

Servicio informativo Nº 131

NÚMERO ESPECIAL

Como todos los años en vísperas de la presentación del Informe Anual de Provea sobre la Situación de los Derechos Humanos en Venezuela, ofrecemos una edición especial de nuestro servicio informativo «Derechos humanos y coyuntura» con el Contexto y Balance de Situación de los Derechos Humanos. Con la entrega de ambos capítulos del Informe, facilitamos a nuestros/as suscriptores/as una perspectiva general del contenido del mismo, esperando despertar su interés. Adicionalmente les ofrecemos la nota de prensa que presenta una síntesis del trabajo de monitoreo desarrollado por nuestra organización.

Finalmente no queda más que invitarles a consultar el texto íntegro de esta publicación en nuestro sitio web http://www.derechos.org.ve, y en caso de estar interesados/as en adquirirlo, puede contactarnos por el correo-e: publicacionesprovea@derechos.org.ve. La oferta de lanzamiento es de Bs. 35.000 e incluye los gastos de envío nacional y la más reciente publicación de Provea, de la serie de formación en derechos humanos «Tener derechos no basta», «Historia de los Derechos Humanos».

DEDICATORIA

En memoria de:

Enmary Dahiana Cava, Joe Castillo y Jorge Nieves, activistas por los derechos humanos con los que compartimos el sueño de la justicia y la dignidad;

Wilmer Javier Vásquez, Jacinto Mendoza, Pedro Guerrero, José Antonio Moyetones y otros dirigentes campesinos asesinados en medio de la lucha por su derecho a la tierra

De las personas que han muerto desde el año 2001 por la intolerancia de los actores de un conflicto político que cuenta en cada bando con víctimas y victimarios.

La paz no es más que la fruta deseada de un árbol que tiene por raíces a la justicia y la inclusión social; por ramas y hojas al respeto, protección y garantía de todos y cada uno de los derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos y de los pueblos y por tronco un conflicto, necesario y permanente, en medio del cual los débiles se fortalecen en su lucha por la dignidad, democratizando con ello a la democracia

PROVEA

Los rasgos violentos del conflicto político, la debilidad del Estado para cumplir con sus obligaciones y el empobrecimiento de la población, son los principales factores identificados por el Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea) que incidieron en el deterioro de la situación de los derechos humanos en Venezuela durante el período octubre 2002 –septiembre 2003. Así lo expusieron voceros de la organización en el contexto de la presentación del XV Informe Anual sobre la Situación de los Derechos Humanos en Venezuela, efectuada este miércoles 10 de diciembre en conmemoración del Día Internacional de los Derechos Humanos.

“El aumento de la pobreza reconocido por el INE, incide transversalmente en el deterioro de la situación de los derechos humanos. La pobreza expresa una vulneración estructural del derecho a la no discriminación: los sectores populares encuentran mayores obstáculos para disfrutar de su derecho a un empleo, a un salario suficiente, a la alimentación, a la vivienda, a la seguridad social; son las principales víctimas de la delincuencia y de los atropellos policiales, con lo que se les vulnera más frecuentemente su derecho a la seguridad ciudadana, a la libertad personal, a la integridad y a la vida”, señaló Carlos Correa, Coordinador General de Provea. Añadió que a ello contribuyó el modo en que se vive el actual conflicto: “Los conflictos son positivos para los cambios sociales, pero en Venezuela, reconociendo que no se ha desbordado la violencia estatal, social o política, las expresiones de intolerancia de todos los sectores en pugna inciden en el empobrecimiento del país y en el debilitamiento del Estado. La competencia por el control estatal entre los actores políticos, ejercida de una manera que es desleal con los principios democráticos, junto a la corrupción y los déficit de gestión, debilitan al Estado en su rol de garante de los derechos de la población. Por otra parte, los actores políticos mostraron grandes limitaciones para negociar mecanismos que permitan administrar institucionalmente los disensos y la reducción de la violencia en el conflicto”.

El desempleo llegó a su tope más alto en febrero de 2003: 20,7%, y aunque disminuyó en septiembre a 17,8 %, sigue siendo superior a la cifra del mismo mes del año anterior; el poder adquisitivo del salario se ha deteriorado, pues el aumento decretado en mayo de 2003, del 30% fraccionado, no cubrió la inflación acumulada desde el último aumento, que a septiembre fue del 37,5%; un 80% de la población económicamente activa, no cuenta con protección de la seguridad social; el déficit del salario mínimo para cubrir la canasta alimentaria es de 20%, según fuentes oficiales; solo se cumplió con el 25% de las metas de construcción de viviendas del año 2002; más de un millón 885 mil niños, niñas y adolescentes están fuera del sistema escolar; el número de delitos y de homicidios registrados en 2002 se incrementó en un 16% y un 21% con respecto al año anterior; la frecuencia de linchamientos aumentó en un 47%; los cuerpos policiales son responsables de un 18% del total de homicidios registrados oficialmente; aumentaron las muertes ocurridas en las cárceles, llegando a ser los lugares más inseguros del país por tener una tasa de homicidios de 1636,7 por cada 100 mil habitantes, mientras que la tasa nacional, ya suficientemente alta, es de 42 por cada 100 mil habitantes. Junto a un trabajo especial sobre el impacto del acuerdo del Área de Libre Comercio (ALCA) en los derechos humanos, los anteriores son algunos de los datos sobre la situación de los derechos humanos que pueden revisarse en este informe realizado por Provea. La publicación podrá adquirirse en su sede, en librerías y también puede ser consultada gratuitamente en el sitio web de la organización: http://www.derechos.org.ve.

También hay algunos hechos positivos en el balance de Provea. En este sentido, Antonio González Plessmann, Coordinador del Área de Investigación de la organización, destacó por ejemplo que “el crecimiento de la matrícula escolar se ubicó en 5,6%, siendo el más alto de última década; la matrícula creció en todos los niveles del sistema educativo, mayormente en educación media, 9,6%; se amplió la participación social por el derecho a la vivienda: en el proceso de regularización de tierras urbanas se entregaron 30 mil títulos de propiedad, se crearon 3 mil comités de Tierras Urbanas y mil 50 Mesas Técnicas de Agua, además, se adjudicaron un millón 171.925 hectáreas de tierras agrícolas bajo directrices políticas cónsonas con el derecho a la tierra. Asimismo, se mantuvo la disminución de las violaciones al derecho a la manifestación, alcanzando la tasa más baja registrada por Provea”.

Para mejorar la situación de los derechos humanos Provea insiste en la necesidad de un acuerdo político que incluya a toda la diversidad política y social del país, con amplia participación social. “Negociar no es traicionar principios, promesas electorales o postulados constitucionales, sino buscar acuerdos estratégicos y si ello no es posible, acordar los modos democráticos de procesar los desacuerdos. Esto implica organizaciones sociales y partidos políticos fuertes, honestos, participativos, con propuestas de país y capacidad de negociación”, señaló Correa. Además, es necesario que se asuma la superación de la pobreza, mediante el fortalecimiento de la institucionalidad y la participación, como el principal reto del país: “La crisis venezolana no tiene el nombre de una persona, ni se resuelve con la permanencia o salida de un presidente; se trata de una crisis añejada y el empobrecimiento sostenido es parte de ella. Hoy no puede hablarse de democracia sin justicia social. Por eso es fundamental fortalecer el rol del Estado como principal promotor de ésta, al tiempo que democratizarlo, hacerlo transparente y someterlo a controles populares permanentes, tal como lo señala el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU”, concluyó González Plessmann.

CONTEXTO DE LA SITUACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS

La situación de los derechos humanos en Venezuela que se analiza en el presente Informe está signada por segundo año consecutivo [2], por una intensa lucha hegemónica, en la que varios de los actores involucrados irrespetaron la legalidad y recurrieron a la violencia física [3] y simbólica. Los datos disponibles muestran que el conflicto se mueve entre las formas políticas y las violentas, con riesgo de aumento de estas últimas y por lo tanto, de deterioro aún mayor de la situación de los derechos humanos.

Durante el período analizado, al menos 18 personas murieron y 186 resultaron heridas por armas de fuego (HAF) en el contexto de este conflicto político, lo que sumadas a las del período anterior, da una total de al menos 83 muertes y 230 HAF, producidos por el uso de la violencia para obtener objetivos políticos. Adicionalmente, en este período, fueron colocados 21 artefactos explosivos en distintas instituciones, lo que evidencia un naciente patrón de terrorismo. Las víctimas fueron personas o instituciones pertenecientes a ambos bandos de la lucha política y también otras que no forman parte de la polarización.

A su vez, la violencia discursiva de los principales actores del conflicto fue un denominador común. Se impuso una gramática de guerra que, a través de insultos, descalificaciones y amenazas, presenta al “otro” no como un adversario sino como un enemigo que compromete la propia sobrevivencia y al que, por tanto, es necesario hacer desaparecer del escenario político. Un análisis interdisciplinario realizado por especialistas de la Universidad Central de Venezuela (UCV) [4] denunció el “predominio del discurso amenazante y del insulto como estrategias de comunicación” [5]. Según estudios de la especialista en análisis del discurso Maritza Montero, la agresión verbal parece producir un efecto espiral, ya que fue el Presidente Chávez quien elevó la magnitud de esta estrategia comunicacional en 1999 [6], pero actualmente “recibe muchos más insultos que los que da” [7]. Cabe destacar que las amenazas de los actores políticos no se dirigen solo contra las personas, sino también contra las instituciones. Son comunes, por ejemplo, las declaraciones del Presidente de la República y otros voceros del Ejecutivo, descalificando o presionando a otros poderes (como el Electoral o el Judicial), lo que constituye una vulneración del principio de autonomía, independencia y colaboración entre los poderes públicos; así como las amenazas de sectores de la oposición, que insisten, a veces con eufemismos y otras sin ellos, en una defensa pública del golpe de Estado como mecanismo para “salir de Chávez”.

Las violencias física y simbólica, se cuentan entre los más visibles (que no los únicos) efectos y factores desencadenantes del intenso proceso de polarización social y política que se vive en Venezuela. Según explica Mireya Lozada, coordinadora de la Unidad de Investigación en Psicología Política del Instituto de Psicología de la UCV, este ambiente polarizado y dicotómico se caracteriza por: “el estrechamiento del campo perceptivo (percepción estereotipada: ‘nosotros-ellos´); una fuerte carga emocional (aceptación y rechazo sin matices); c) el involucramiento personal (cualquier hecho afecta a la persona); d) el quiebre del sentido común (posiciones rígidas e intolerantes suplantan la discusión, el diálogo o debate de posiciones diversas); e) las familias, escuela, iglesias, [trabajos], u otros espacios sociales de convivencia son obligados a colocarse en alguno de los polos; g) las personas, grupos e instituciones sostienen las mismas actitudes de exclusión, rigidez o enfrentamiento presentes en la lucha política; g) la confrontación aumenta la solidaridad y cohesión dentro de cada grupo; h) la percepción mutua es desfavorable, las interacciones hostiles o inexistentes, el conflicto latente o manifiesto” [8].

Una consecuencia de la polarización que muestra, de manera paradigmática, la conjunción de las violencias simbólica y física, es la territorialización del conflicto, que ocurre con mayor intensidad en la ciudad de Caracas. Un largo proceso de empobrecimiento y aumento de las desigualdades generó una polarización social [9] sobre la cual se superpone ahora la polarización política. Así, los espacios que habitan los sectores populares son vistos como territorio afecto al gobierno nacional, y los habitados por las clases altas y medias altas, como de la oposición. Igualmente, activistas de ambos bandos han “tomado” o declarado “zonas liberadas” a algunos espacios públicos de Caracas, tales como la Plaza Francia de Altamira (tomada por militares declarados en “desobediencia” al Presidente de la República) o las adyacencias de la sede de Petróleos de Venezuela (PDVSA) en La Campiña (tomada por partidarios del gobierno nacional). Una larga lista de hechos violentos, en los que han sido asesinados, lesionados, amenazados o humillados partidarios de ambos bandos o personas que han sido “confundidas”, refuerzan esta división geográfica. Sería larga e imprecisa una descripción de estos hechos; particularmente, de las amenazas y humillaciones que, por ser cotidianas, son poco denunciadas. No obstante, vale la pena ilustrar con algunos ejemplos.

La artista plástica Elsa Morales fue golpeada en diciembre de 2002 por un grupo de señoras de la oposición que se encontraban manifestando en la Plaza Francia, al tiempo que le gritaban: “vete de aquí india chavista… guajira chavista” [10]. Igual suerte corrieron representantes de los partidos de oposición COPEI y Movimiento al Socialismo (MAS) los días 13.01.03 y 20.01.03, cuando en el marco de la celebración de sus aniversarios, fueron agredidos físicamente por partidarios del oficialismo, quienes impidieron colocar ofrendas florales ante la estatua de El Libertador en la Plaza Bolívar (Caracas) [11]. El 06.12.02, luego de que una persona con desequilibrios mentales y sin aparente motivación política realizara disparos indiscriminados, asesinando a tres manifestantes de la Plaza Francia, fue saqueada la casa del partido MVR en El Rosal (este de Caracas). El 23.03.03, en el contexto de una manifestación de la oposición en Caricuao (oeste de Caracas), que fue impedida por simpatizantes del gobierno, una Casa del partido Acción Democrática (AD) fue destruida. El 01.05.03 el obrero Numar Herrera, que participaba de la celebración del 1º de mayo en una marcha de la oposición que llegó al centro de Caracas, fue asesinado por un particular, aparentemente simpatizante del oficialismo. Unos meses antes, el 03.01.03, Jairo Gregorio Morán y Oscar Aponte Gómez fueron asesinados, aparentemente por personas de la oposición, en el contexto de una marcha denominada “La Gran Batalla”, que llegó al paseo Los Próceres (al suroeste de Caracas).

Otro fenómeno que refleja de manera relevante la polarización territorial es el temor, en capas medias y altas del este de Caracas, a ser atacados en sus residencias por sectores populares afectos al oficialismo. En enero de 2003, al igual que a mediados de 2002, se produjo un intenso debate electrónico y la creación de grupos de autodefensa vecinal, con las más insólitas estrategias [12], para enfrentar esta “amenaza” que nunca se concretó. Cabe señalar que no existen precedentes en la historia de la democracia venezolana de ataques masivos de los sectores populares a las viviendas de otros sectores sociales.

Junto a estos datos, que hacen temer por el desbordamiento de la violencia política en el conflicto venezolano, existen otros que apuntan a la posibilidad de administrarlo en un marco de respeto a la institucionalidad democrática y de reducción de la violencia. Justamente ese fue el eje transversal de la Mesa de Negociación y Acuerdos, que se instaló el 08.11.02 y culminó su trabajo el 29.05.03, y que estuvo conformada por representantes del gobierno y de la oposición [13], contando con la facilitación de César Gaviria, Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA) y el apoyo del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y del Centro Carter [14]. Luego de múltiples desencuentros [15] y formando parte del proceso de polarización, la Mesa produjo el 18.02.03, en su reunión número 44, su primer acuerdo: la Declaración contra la violencia, por la paz y la democracia en Venezuela [16]. Tres meses después, el 29.05.03, hizo público su segundo y último producto relevante: el Acuerdo entre la representación del Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y los factores políticos y sociales que lo apoyan y la Coordinadora Democrática [17]. En la actualidad se mantiene un Mecanismo de Enlace entre las partes, para hacer seguimiento a este acuerdo.

Si se analizan los productos de la Mesa (la Declaración y el Acuerdo), a partir de su nivel de cumplimiento, se encuentran, rápidamente, resultados decepcionantes: el lenguaje político continuó siendo hiriente e intolerante; continuaron ocurriendo hechos de violencia, la mayoría de los cuales se mantienen impunes; la Asamblea Nacional (AN) no sancionó la ley que pondría en funcionamiento una Comisión de la Verdad para investigar los hechos de abril de 2002 y otros de violencia política; los actores no promovieron mensajes de exaltación de los principios de la paz y la tolerancia o, cuando lo hicieron, convirtieron estos mensajes en herramientas para acusar al otro de ser la principal amenaza a estos principios; los principales medios de comunicación, tanto públicos como privados, siguieron siendo factores de estímulo a la polarización; se continuaron presentando hechos de agresión a trabajadores de los medios de comunicación, la mayoría de los cuales permanecen en la impunidad; no se vislumbra, ni en el presente ni en un futuro inmediato, la voluntad de compartir el espacio político e institucional, en función de la fuerza social que han acumulado los distintos actores; continuaron realizándose llamados a la ruptura del hilo constitucional mediante la participación militar en la “solución” de la crisis [18], sobre la base de una interpretación inadecuada del artículo 350 de la Constitución; continuaron existiendo grupúsculos armados, que levantan las banderas del gobierno unos y de la oposición otros; se produjeron momentos prolongados de militarización de organismos civiles de seguridad ciudadana y no se implementó una campaña de desarme de la población civil [19]. Es en el tema electoral, apenas, donde se produjeron avances, aunque no sin incertidumbre, sobre la posibilidad de realizar procesos inéditos previstos en la Constitución de 1999, como lo son los referenda revocatorios del mandato de todos los cargos de elección popular que arribaron a la mitad del período para el cual fueron elegidos, incluyendo el del Presidente de la República. Ello se enmarca dentro de los adjetivos “constitucional, pacífica, democrática y electoral” con los que la OEA, primero, y las partes en conflicto, después, caracterizaron el tipo de solución deseable a la actual expresión de la crisis política.

Aunque parece un magro resultado, la verdad es que esta Mesa, que implicó una participación preventiva de la comunidad internacional [20], jugó un papel importantísimo en la contención de las formas violentas del conflicto y de la ruptura de la institucionalidad democrática: no se produjo un golpe de Estado ni se desbordó la violencia social, política o estatal. El conflicto, con muchos tropiezos, se ha estado administrando por los canales institucionales. Es este, sin duda, su principal aporte.

Pero no solo la Mesa ayudó a evitar el desbordamiento de la violencia. Las motivaciones y deseos de la sociedad fueron un factor de primer orden en la contención de la violencia. Según distintas encuestas, la mayoría de la población rechaza los golpes de Estado y el uso de la violencia para lograr objetivos políticos [21]. Al igual que en el período anterior [22], en este se han desarrollado iniciativas, organizaciones y eventos, que apuntan hacia una administración no violenta del conflicto [23]. Son menos visibles, señala Mireya Lozada, “porque están trabajando por la paz en un contexto en el que aún no hay guerra y de lo que se trata es de evitarla” [24]. Un contexto, además, en el que la escena mediática ha estado copada por los discursos más radicales, dado que los medios, públicos y privados, son parte fundamental de la polarización. Pese a esto, una cultura democrática de la sociedad venezolana (que coexiste, sin embargo, con una de tipo autoritario), ha sido una poderosa protección contra el desbordamiento de la violencia.

El modo polarizado y con rasgos de violencia en que se viene manifestando el conflicto tiene un impacto directo sobre la situación de los derechos humanos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos. Las páginas de este Informe dan cuenta de ello en la mayoría de sus capítulos.

Desde la segunda mitad del año 2001, cuando el conflicto se radicalizó, fue posible observar el deterioro de los indicadores de pobreza, desempleo o violencia, así como una continuidad del debilitamiento de las instituciones del Estado para hacer frente a estos problemas que inciden transversalmente en la situación de la mayoría de los derechos humanos.

Sin pretender una relación jerárquica causal, existen algunos indicadores que permiten ilustrar lo señalado. En el año 2002, el PIB cayó 8,9 puntos y en el primer trimestre de 2003 la contracción fue del 29%, la más importante de los últimos 50 años según el Banco Central de Venezuela [25]. Las predicciones para el cierre de 2003 varían dependiendo de la fuente, pero ninguna de ellas es alentadora: una contracción del 17%, según el Fondo Monetario Internacional [26]; del 12%, según el directivo del Banco Central de Venezuela, Domingo Maza Zavala [27] y de un 8,9%, según el Ministro de Finanzas, Tobías Lóbrega [28]. En febrero de 2003, el desempleo llegó a su punto más alto en la historia del país, 20,7% [29]; los hogares pobres pasaron, de ser 2.715.379 en el segundo semestre de 2002, a ser 2.985.332 en el primer semestre de 2003 [30]. La distribución del ingreso demuestra el empobrecimiento desigual de la población: el 2do quintil más pobre, que recibía para 2001 el 9,93% de los ingresos totales, en 2002 recibió el 7,94%; el 3er quintil recibía para 2001 el 13,07% y para 2002, el 12,64%; el 4to quintil recibía el 23% y luego 20,88%; sólo ha aumentado el 5to quintil, o 20% más rico, que recibía el 49,55% en 2001 y en 2002 recibió 54,13% [31]. Los meses con mayor número de homicidios de los últimos tres años, han sido diciembre de 2002 y marzo de 2003 [32], es decir, durante e inmediatamente después del Paro de 2 meses que vivió el país por esa fecha. Distintos especialistas han explicado que existe una estrecha relación entre los contextos de convulsiones políticas y el aumento de la ocurrencia de homicidios. La violencia delincuencial se mezcla, a su vez, con la violencia policial que la persigue, estimulando y siendo estimulada por la vulneración de derechos civiles por parte de los organismos de seguridad.

Por otra parte, una larga lista de fenómenos explican la continuidad de la debilidad institucional del Estado para hacer frente a su deber de respeto, protección y cumplimiento de los derechos de la población. Al desmontaje neoliberal del Estado y al enquistamiento de la corrupción, que preexistían al actual período de gobierno, se le suman los propios déficit de gestión de la actual administración, la corrupción propia [33], la recurrencia a lógicas de “operativo”, la tendencia a asumir las leyes para la designación de autoridades en clave de “provisionalidad”, argumentando para ello la progresiva adaptación al nuevo marco constitucional y, particularmente, la feroz lucha entre los polos del espectro político, por el control e instrumentalización de espacios de poder dentro del Estado. Esto hace, por ejemplo, que instituciones como la AN (donde las fuerzas que apoyan al gobierno tienen una pequeña mayoría simple), estén, por momentos, prácticamente paralizadas por la intolerancia y la imposibilidad de mínimos acuerdos, o que la percepción social sobre los Poderes Judicial y Ciudadano (Fiscalía, Defensoría y Contraloría) o sobre los organismos de seguridad sea, con sobrados motivos, la de espacios parcializados que favorecen a uno u otro bando político, cuando no a un sector económico. Igualmente, en cuanto al Ejecutivo Nacional, resulta evidente que el propio esfuerzo dedicado por los funcionarios que actualmente lo ocupan para evitar ser destituidos, le resta capacidad para concretar planes y proyectos. Todo esto afecta negativamente, sin ninguna duda, la satisfacción de los derechos de la población.

Por estas razones, es previsible que un aumento de la polarización y la violencia, de ocurrir, implicará un deterioro aún mayor de la situación de los derechos humanos. Por ello, para el activismo pro derechos humanos se convierte en una labor de primer orden ayudar a una administración democrática del conflicto. En esta línea se manifestó el 07.10.02 el entonces presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Dr. Juan Méndez, en su discurso de inicio de un nuevo período de sesiones de ese organismo: “resulta fundamental mantener el debate político en Venezuela dentro de los cauces de la institucionalidad democrática” [34]. En idéntico sentido, unos días después, el 10.10.02, se pronunció el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Dr. Kofi Annan, quien instó “al pueblo de Venezuela [a] que busque soluciones para sus diferencias basándose en los principios de la democracia y dentro de las leyes” [35].

Pero el discurso de los derechos humanos no escapa al proceso de polarización. Tal como señalaron representantes del secretariado internacional de Amnistía Internacional, luego de una misión en Venezuela: “las partes implicadas en el conflicto para lo único que han hecho referencia a los derechos humanos es para atacar y desacreditar al adversario. El gobierno, la oposición y los medios de comunicación se han apropiado de ellos, los han manipulado y distorsionado, convirtiéndolos en un arma más al servicio de la polarización y el enfrentamiento” [36]. El discurso pro derechos humanos ha sido utilizado, con frecuencia, como un coadyuvante de la exclusión del “otro” y del conflicto violento. Unos para señalar que, dado que estos derechos están consagrados de manera abundante y progresiva en la Constitución que fue redactada por una mayoría oficialista, todo señalamiento de violación en Venezuela es falaz y obedece a una estrategia conspirativa; al tiempo que presentan a la oposición como un bloque coherentemente “antidemocrático”, que constituye la única y principal amenaza al Estado de Derecho, fortaleciendo con ello el imaginario que convierte a su adversario en un enemigo peligroso para la propia sobrevivencia. Otros para, mediante la repetición de denuncias temerarias amplificadas por medios de comunicación privados, deslegitimar al gobierno, al punto de presentarlo como una “dictadura comunista” y “protectora de terroristas” que debe ser derrocada para recuperar la “libertad perdida” o como un “Estado Paria” que acabó con las libertades públicas, frente al cual la comunidad internacional debería actuar de inmediato. En este caso, se trata de coartadas de un golpe de Estado o de una intervención internacional indebida, que apuntan a la construcción de un imaginario que actúa en el mismo sentido que el estimulado por el bando contrario.

En este escenario, minado de intolerancia y fragmentación de los principios, resulta compleja una acción pro derechos humanos, autónoma, que no le haga el juego a quienes, desde cada bando, estimulan la violencia. Frente a ello, Provea ratifica la universalidad de los derechos humanos (son derechos de todas y todos) y la defensa del derecho a la no discriminación como eje transversal de estos. Ratifica el uso de los mismos estándares técnicos que han guiado su trabajo en los últimos 15 años y también su visión fundacional: “es independiente y autónoma de partidos políticos, grupos económicos, instituciones religiosas, organizaciones internacionales o gobierno alguno” [37]. Desde esta perspectiva, e intentando contribuir a mantener el conflicto dentro de los márgenes de la institucionalidad [38], Provea denuncia la naturalización de la violencia política, independientemente de quienes sean las víctimas y los victimarios; defiende la institucionalidad democrática, cuestionado todo llamado a golpes de Estado y todo grave abuso de poder; insiste en que el principal problema del país es la exclusión social y el principal reto su superación; reivindica y estimula el protagonismo de los sectores populares en la lucha por sus derechos humanos, pues son estos sectores, en el pasado y en el presente, las principales víctimas de violación a estos derechos; mantiene su lucha contra la impunidad, porque sin justicia no existen posibilidades reales y duraderas de despolarización; estimula el debate en torno a ideas, proyectos y medidas del gobierno y la oposición, en función de evaluar su consistencia con los derechos humanos; solicita a los actores políticos, incluyendo a los medios de comunicación, una actitud plural y desestigmatizadora; difunde acciones favorables al diálogo y la tolerancia, para ayudar a combatir su invisibilización y reivindica el conflicto como motor de los cambios democráticos, porque los procesos de construcción de justicia y dignidad de los sectores excluidos son procesos conflictivos que, no obstante, pueden ser administrados democráticamente. Nada de esto equivale a una equidistancia entre los sectores enfrentados o a una perspectiva de “justo medio”. Se trata de un eje distinto (el de la violación o el respeto, protección y garantía a los derechos humanos, sin discriminación) en el que Provea no es neutral, pues está parcializada a favor de las víctimas y sus derechos, independientemente de quiénes sean estas y quiénes sus victimarios, qué piensen políticamente o cuál sea su origen étnico o social.

A diferencia de Informes anteriores, en los que el capítulo “Contexto” estaba dedicado a analizar los temas más relevantes del año, en este se prefirió intentar una breve caracterización del conflicto venezolano, con la esperanza de aportar un punto de vista al necesario diálogo en torno a su diagnóstico, como paso previo al diseño de estrategias que apunten a su administración más democrática. No obstante, para no dejar vacíos, se incluyó en la sección “Anexos”, una cronología de algunos de los hechos más relevantes del período, entre los que destaca, por supuesto, el Paro de dos meses llevado a cabo por la oposición (02.12.02 a 02.02.03) y los saldos negativos en vidas humanas que dejó la violencia entre ambos bandos, sin que el Estado haya dado una adecuada respuesta en términos de prevención, investigación, sanción y reparación.

Antecedentes del conflicto

El actual conflicto venezolano no nace “de la nada”, ni tampoco a partir del demasiadas veces sobredimensionado “Factor Chávez”. Se trata de la entrada en resonancia de, al menos, tres crisis o conflictos que se vienen manifestando sin resolverse desde la década de los 80 y que hoy son intensos detonantes de la polarización: una crisis socioeconómica, una crisis político institucional y una crisis de incertidumbre frente al modelo de desarrollo.

La crisis socioeconómica se expresa en el deterioro, durante las últimas dos décadas, de los indicadores del PIB, que oscilaron entre el bajo crecimiento y el decrecimiento desde 1979 hasta 2002 [39]; los indicadores de desempleo, que era menor al 5% en 1978, aumentó al 10% en 1990 y llegó, como ya se dijo, al 20,3% en febrero de 2003 [40]; o los de la desigualdad medida por el índice Gini, que era de 0,48 en 1979, de 0,51 en 1986 y de 0,53 en 1999 [41].

Estos datos demuestran que el país no sólo se empobreció sostenidamente en estos años, sino que unos (los más) se empobrecieron más que otros, generándose un verdadero abismo entre ricos y pobres. En palabras del especialista del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (IIES/UCAB), Matías Riutort: “en el período 1975-1997 el porcentaje de pobres creció constantemente y la pobreza se hizo más intensa. La brecha entre el ingreso medio de los pobres y la Línea de Pobreza se hizo cada vez más amplia. El pobre promedio se ha hecho más pobre. La severidad de la pobreza aumentó en forma sostenida, lo cual implica que la pobreza se hizo más crítica […] la pobreza aumentó en forma importante en el período 1975-1997 aumentaron la incidencia, la profundidad y la severidad” [42]. Esos niveles de pobreza y desigualdad, que terminaron por configurar un verdadero “apartheid social” [43], con todo y los imaginarios que ello implica, interpelan a la democracia en cuanto a su capacidad de garantizar igualdad de derechos a las mayorías sociales. La expresión paradigmática de esta crisis es, sin duda, la rebelión popular del 27.02.89 y la respuesta estatal represiva de los días posteriores.

La crisis político institucional es producto del colapso del sistema de conciliación de élites establecido a partir de 1958, conocido como Pacto de Punto Fijo. Este pacto, que lleva desde su nacimiento el sello de la exclusión del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y de los sectores de izquierda de AD, permitió la alternancia en el poder de AD (socialdemócrata) y Copei (socialcristiano) durante 35 años. A partir de los años 80 su crisis se expresó en la creciente pérdida de capacidad de los partidos tradicionales para facilitar mediaciones efectivas entre el Estado y la sociedad; en el aumento de la abstención electoral, que pasó de 3,3% en 1968 a 12,5% en 1978, a 18,1% en 1988 y a 39,8% en 1993 [44]; en 2 intentos de golpe de Estado (febrero y noviembre, 1992); en la salida de Carlos Andrés Pérez de la Presidencia en medio de un juicio por corrupción y una intensa movilización social (1993); en el ascenso electoral de un partido distinto a los tradicionales, como lo fue la Causa R (1993); y en los triunfos electorales de las propuestas de Caldera (1993) y Chávez (1998), que eran críticas al bipartidismo y a la corrupción a ello asociada; mucho más radical en el segundo caso. El colapso del antiguo pacto no dio lugar, sin embargo, a un nuevo acuerdo, de distinto tipo y más incluyente; y el debilitamiento de las organizaciones políticas no ha sido superado. Por el contrario, los actores que intervienen en la política demostraron un gran déficit en el cumplimiento de su desempeño democrático, negociador y facilitador de mediaciones.

La crisis por incertidumbre frente al modelo de desarrollo es producto del agotamiento del paradigma de la industrialización por sustitución de importaciones, así como del intento de reemplazarlo con programas de ajuste estructural de corte neoliberal que no lograron reducir la pobreza, aumentaron la inequidad y fueron rechazados por la población en la calle y en las urnas electorales [45]. Hasta el presente, no se ha logrado un mínimo consenso en torno a un modelo de desarrollo que sume la voluntad de diversos actores, produciéndose importantes confrontaciones en torno a los roles que deben jugar el mercado y el Estado en el proyecto nacional.

¿Por qué hay conflicto? [46]

La cara más visible del conflicto venezolano, tras la que se esconden otros factores sin duda más relevantes, es la lucha por la permanencia o salida de Hugo Chávez de la Presidencia de la República.

Chávez llegó a la presidencia con la promesa electoral de realizar una “revolución democrática”. Según la definición del Ministerio de Planificación y Desarrollo (MPD), esta promesa implica un “proceso de control democrático de los instrumentos de poder [y] la construcción de un bloque de fuerzas sociales, políticas e institucionales sobre las cuales debe sustentarse” [47] . La primera etapa de este proceso supone, junto al cambio constitucional (ya logrado), “el desplazamiento de las élites que dominaron el escenario político en las últimas décadas” [48].

La más evidente de las razones del conflicto es, justamente, la incompatibilidad entre oposición y gobierno por sus objetivos de control estatal. Ello genera permanentes tensiones entre las nuevas élites que accedieron al poder en 1999 y las anteriores élites políticas que actúan en alianza con sectores empresariales, comunicacionales, militares, de la antigua gerencia de la estatal petrolera (PDVSA), nuevos liderazgos políticos y sectores disidentes del oficialismo. Cabe resaltar que en un país como Venezuela en donde los recursos petroleros son propiedad del Estado, este concentra una posición estratégica privilegiada para ejercer poder.

Pero la lucha por el control del poder estatal, por más relevante que sea este poder, no es la única razón del conflicto. El enfrentamiento entre el Gobierno Nacional, los sectores que lo apoyan y los que lo adversan, ocurre, además, por factores vinculados con las crisis a las que se aludió: a) divergencias en cuanto a los «proyectos de país» enarbolados por cada bando que, en aspectos relevantes, son incompatibles y; b) divergencias sobre los medios o estilos de la política. Estos dos factores dieron lugar a un tercero, que es fundamental para explicar la movilización social: c) la sensación de exclusión de algunos sectores (y el temor movilizador que esto genera) o de inclusión de otros (y la gratificación movilizadora que ello genera), a partir de la acción, las propuestas y los discursos del gobierno y la oposición.

Incompatibilidades en los “proyectos de país”. El Proyecto del gobierno de Chávez está reflejado, tanto en la Constitución de 1999 (elaborada por la mayoría oficialista en la Asamblea Nacional Constituyente -ANC- y posteriormente aprobada por votación popular), como en las “Líneas Generales del Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2001-2007” [49], que establecen 5 equilibrios o ejes: económico, social, político, territorial e internacional.

La oposición no presentó aún públicamente su Proyecto, pese a que existe uno elaborado por la comisión Proyecto País de la coalición opositora (Coordinadora Democrática – CD) [50]. No obstante, existen cuatro documentos unitarios en los que se hacen visibles algunas de sus principales líneas estratégicas de preocupación. Estos son: las “Bases para un Acuerdo Democrático” [51] , suscrito por la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) y la Federación Venezolana de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción (Fedecámaras) con el apoyo de la Iglesia Católica, unas semanas antes del golpe de Estado de abril de 2003 (05.03.02); el “Pacto Democrático por la Unidad y la Reconstrucción Nacional” [52] , firmado, primero por miembros de la CD (17.10.02) y posteriormente por esta instancia y los militares declarados en “desobediencia” (11.11.02); la “Agenda de Reconstrucción de la República de Venezuela” [53] , elaborado por la Comisión Proyecto País de la CD (04.01.03) y más recientemente, el “Acuerdo por la Unidad y la Democracia” [54], firmado por los miembros de la CD (07.08.03). De ellos, es la “Agenda…” el que contiene mayor cantidad de líneas estratégicas. La Agenda resume, en función de cuatro ejes (social, económico, institucional y político), “40 puntos de consensos alcanzados por la Comisión Proyecto país de la Coordinadora Democrática” [55].

Tanto las “Líneas…” como la “Agenda…” asumen a la pobreza como el principal problema a resolver. No obstante, al contrastarlas surgen algunos temas que expresan importantes contradicciones. Entre ellos, los más relevantes son la política petrolera, la política internacional y las dimensiones de la participación militar [56]. Además, hay un eje de confrontación que es transversal a varias de las líneas estratégicas esbozadas por los dos bandos: pese a que ambos parten del supuesto de una economía capitalista o liberal [57], el proyecto del gobierno subraya más la participación del Estado en distintos ámbitos de la vida colectiva, mientras que el de la oposición la diluye. Si hubiera que definir un tema central de la confrontación entre ambos proyectos, tomando solo como referencia los documentos mencionados, ese sería el del rol del Estado. Esta línea de análisis cobra mayor relevancia cuando se analizan otros debates entre el gobierno y la oposición, tales como los ocurridos a propósito de la ley de tierras y la propiedad privada, el carácter público, mixto o privado del sistema de seguridad social, los beneficios o riesgos de la liberalización del comercio en el contexto de los debates sobre la Organización Mundial de Comercio (OMC) o el Acuerdo de Libre Comercio para las Américas (ALCA), las acusaciones que el gobierno le formula a la oposición (“neoliberales”) y esta a aquel (“comunistas”) o las estrechas relaciones o simpatías del gobierno con países liderados por distintos tipos de izquierda (como Cuba, Argentina y Brasil) y de la oposición, con países liderados por liberales (como EEUU, Colombia y España) [58].

En materia económica, es en el tema petrolero donde se hacen más evidentes las contradicciones. El proyecto de gobierno propone la presencia del Estado como único dueño y rector de industrias estratégicas como PDVSA [59] y la política permanente de defensa de los precios petroleros en el marco de los acuerdos pactados en el seno de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) [60]. La oposición propone “Dar autonomía a PDVSA […] auspiciar un cambio de una relación Petróleo-Estado a una de Petróleo-Sociedad, donde se abra el espacio para la democratización del capital de la industria de los hidrocarburos, para que haya una mayor participación ciudadana en el recurso petrolero y gas a través de distintas vías a explorar, como por ejemplo se pueden mencionar: la profundización de la apertura petrolera; la creación de un Fondo de Ahorro Intergeneracional (FAI); y/o la creación de Fondos de Pensiones apalancados por la regalía petrolera y de gas” [61] . Propone igualmente revertir los acuerdos OPEP, priorizando acuerdos energéticos hemisféricos (en donde EEUU es el principal factor de incidencia por su capacidad de compra e inversión) e incrementando la producción para recuperar mercados perdidos [62].

En materia internacional, el gobierno propone la simetría de la comunidad de naciones, prioriza el diálogo Sur-Sur y, en particular la integración latinocaribeña [63], así como una relación más estrecha con los socios árabes de la OPEP, todo lo cual implica algunas diferencias con EEUU, el principal socio histórico de la política internacional venezolana. La oposición plantea redefinir las relaciones internacionales, la “recuperación de la imagen y la confianza internacional” [64] y señala una agenda que está en sintonía con las principales preocupaciones de los EEUU: “auspiciar con éxito nuestra inserción en un mundo globalizado mediante la integración hemisférica (ALCA) y global (OMC) [e] Incorporar activamente al país en los programas de lucha contra el terrorismo y narcotráfico” [65].

En cuanto al tema militar, el gobierno asigna a la institución castrense labores que no son típicamente militares (basándose en su misión constitucional de una “participación activa en el desarrollo nacional” [66]), tales como las realizadas en el contexto del Plan Bolívar 2000 [67]. Estas labores, particularmente por el modo en que se realizan, pueden entenderse como una instrumentalización política de la Fuerza Armada Nacional (FAN). Por otra parte, en la Constitución de 1999, las fuerzas pro gobierno redujeron los límites a la deliberancia militar y eliminaron la prohibición de ejercer simultáneamente la autoridad militar y civil por un mismo funcionario [68]. La oposición, y esto es un leit motiv de los documentos analizados, reivindica una institución castrense que no apoye ningún proyecto político, que esté sujeta al poder civil, que no delibere políticamente y que aumente su capacidad operacional [69].

Incompatibilidades en los medios. La historiadora y analista política Margarita López Maya, citando al sociólogo Barrington Moore, explica que “toda sociedad establece los límites permitidos para quienes gobiernan y quienes son gobernados en aras de la convivencia social. Estos límites pueden estar explícitos, como en la Constitución o implícitos como en costumbres y modos de comportamiento. Cuando alguna de las partes, autoridad o gobernado viola esos límites, se produce indignación moral y sentimientos de injusticia que impulsan la rebeldía” [70].

Desde el inicio del período de gobierno del Presidente Chávez, algunos de estos límites (legales y extralegales) fueron vulnerados. López Maya señala, en cuanto a la responsabilidad que recae sobre el gobierno: la aprobación de leyes medulares a su proyecto político sin someterlas al necesario debate democrático (como las leyes aprobadas mediante mecanismo habilitante, 2001), el uso de símbolos de fuerza para amedrentar a la oposición, el discurso pugnaz, discriminatorio y ofensivo, descalificando a sus opositores y exponiéndolos al escarnio público y el intento de cooptar o ahogar a organizaciones sindicales como la CTV (como el referéndum sindical, 2000) [71]. Efectivamente, como se señalará en el Informe anterior [72], estos elementos, que implican medidas gubernamentales y el despliegue de un estilo político, que han sido cuestionados por Provea desde una perspectiva de derechos humanos [73], tuvieron una gran incidencia en los procesos de articulación de la oposición, en el último trimestre de 2001.

De estos elementos, conviene destacar el uso de símbolos de fuerza, por el impacto que ello tiene en el escenario político. El Presidente instrumentalizó discursivamente a la FAN, en beneficio de su proyecto político. Algunos patrones de este discurso presidencial son el uso de símbolos militares (escenarios militares, trajes militares, actos militares) para formular críticas a sus adversarios; la separación “ellos-nosotros”, según la cual “ellos” son los ricos y “nosotros” los pobres, el gobierno y la FAN y la idea de que el pueblo pobre está armado porque cuenta con su FAN y estaría dispuesto a utilizar esas armas para defender su proyecto (“Mientras ellos tocan cacerolas, los ricos que aquí viven, el pueblo anda en F-16” [74], “esta revolución es pacífica pero no está desarmada” [75]). Los ejemplos de discursos gubernamentales en esa línea sobran y algunos ya fueron reseñados en Informes anteriores. A finales de 2003, el Presidente llamó a los militares a “empuñar su espada para defender las garantías sociales” [76] y les pidió escoger, si llegara el momento, “… -con los fusiles en la mano- qué hacer, hacia dónde apuntar los fusiles: si al pecho de la oligarquía traidora o al pecho del pueblo noble de Venezuela” [77]. Como se sabe, en el ordenamiento jurídico venezolano, las garantías sociales no son competencia de la FAN y, en un “momento” imaginario o por llegar, esta institución no debería disparar al pecho de nadie, independientemente de su condición socioeconómica.

En cuanto a la oposición, López Maya señala su “crónica ambigüedad de propósitos” [78], en referencia a las vías intentadas para “salir de Chávez”, que oscilan entre las institucionales y las de fuerza; estas últimas, abierta o solapadamente intentadas.

En efecto, pese a que la oposición ha sido crítica de la politización de la FAN impulsada por el gobierno, a partir de 2002 se hizo evidente que utilizaba la misma estrategia que este para lograr sus objetivos políticos. En febrero de ese año se expresó claramente el cisma de la FAN, produciéndose una altísima deliberancia de funcionarios de esta institución a partir de lo que algunos analistas llamaron “el goteo militar”, para aludir a las declaraciones públicas de varios oficiales que rechazaban al Presidente y exigían su renuncia. El discurso de la oposición fue progresivamente cargándose de apologías a la deliberancia de militares disidentes (que fueron recibidos en actos masivos como líderes) y de llamados a una intervención militar. Líderes como Carlos Ortega [79], presidente de la CTV o Elías Santana [80], dirigente de la ONG Queremos Elegir se manifestaron en ese sentido. El 11.04.02 se produjo el golpe de Estado, que fue revertido 48 horas después y que fue analizado en el Informe anterior. Sin embargo, los llamados a un nuevo golpe de Estado no han cesado.

Los militares que participaron en el de abril de 2002 no fueron sancionados [81]. Nadie, en la oposición, cuestionó la impunidad de la ruptura del hilo constitucional. Por el contrario, la tesis de que no hubo golpe de Estado o que este solo se produjo a partir del Decreto Nº 1 de Pedro Carmona Estanca [82], exonerando con ello a los militares golpistas, es la que priva en el discurso público de prácticamente toda la oposición venezolana. Desde octubre de 2002 hasta el cierre de este Informe, un grupo de militares activos, sumados a los que participaron en el golpe de abril, se declararon en “desobediencia” y se instalaron en la Plaza Francia, en una atípica protesta castrense con características insurreccionales que, sin embargo, no ha sido debidamente sancionada. Esta acción fue recibida con beneplácito por masas y líderes de oposición. Unas semanas más tarde, la CD firmó con esos militares el “Pacto Democrático por la Unidad y la Reconstrucción Nacional”, que fue comentado supra. En el contexto del Paro de 2 meses realizado por la oposición (diciembre 2002-febrero 2003), fueron constantes los llamados de los líderes de la protesta a una intervención militar, mediante una especie de cadena diaria de los medios privados de comunicación que se sumaron al Paro. Algunos analistas de oposición moderada denunciaron la aspiración golpista de los líderes del Paro [83].

En marzo de 2003, Carlos Ortega emitió una declaración que parece corroborar esa tesis y que guarda correspondencia con sus intervenciones públicas desde el año anterior: “todas las condiciones para la caída del régimen están dadas, solamente nos falta un solo elemento: el factor militar […]. En un momento dado va a surgir del seno de la Fuerza Armada esa identificación con la población venezolana. Más temprano que tarde se producirá la reacción -y no estoy conspirando-, porque esa gente no puede mantenerse cruzada de brazos y de espaldas a la realidad que vive Venezuela en estos momentos” [84]. En octubre de 2003, al cierre de este Informe, Manuel Cova, presidente encargado de la CTV y representante de la oposición en la Mesa de Negociación y Acuerdos, se pronunció en un sentido similar: “Ese día [el de la recolección de firmas para solicitar el referéndum revocatorio del Presidente Chávez] estaremos, con esos 4 millones de rúbricas [cifra estimada por él, que recogerá la oposición], enviando un mensaje a la Fuerza Armada y a la opinión internacional” [85]. El ejemplo más extremo de este discurso golpista, dentro de la oposición, es el de la agrupación Bloque Democrático. En un reciente comunicado dirigido al “Cuerpo Diplomático Acreditado en Venezuela” y a la “Organización de Estados Americanos” señaló: “…inexplicablemente, en el caso del totalitarismo venezolano, ustedes siguen propiciando salidas ‘pacíficas y electorales´, y condenando de antemano la participación de la Fuerza Armada en la solución de la crisis; pese a que la intervención militar está plenamente justificada y contemplada en los artículos 326, 328, 333 y 350 de nuestra Carta Magna” [86].

De los distintos temas conflictógenos vinculados con los medios o estilos de la política, hemos relevado el uso de lo militar, porque evidencia, como ningún otro, su incompatibilidad con los principios democráticos y constituye la mayor de las amenazas de un desbordamiento de la violencia.

Sensación de exclusión e inclusión. Los discursos de ambos bandos, que amenazan con la violencia (la social, la política o la estatal, particularmente la de la FAN), hacen sentir a los propios líderes de cada bando, el temor de ser aniquilados, y no solo metafóricamente. Coloca el juego político en una situación de suma-cero en la que los actores perciben que si no lo “ganan todo ahora, después será demasiado tarde”.

Este elemento se conjuga, a su vez, con la composición socioeconómica de los polos en conflicto y se extiende entonces más allá de las élites dirigentes. Como se ha dicho, la polarización política actual solapa una polarización social previa. Sin ser cierto que todos en los sectores populares son “chavistas”, sí lo es que ahí se encuentra la mayor base de apoyo del proyecto de gobierno. También, como lo reconocen varios analistas de oposición [87], que el discurso presidencial gratifica e incluye a los sectores populares. El editor y ex ministro de Planificación de la administración Caldera, Teodoro Petkoff, señala al respecto: “Su único logro [el de Chávez] es haber despertado la nación a la evidencia de que la pobreza existe y pesa. Ningún otro gobernante lo había hecho con tanta fuerza. Aunque su gestión ha empeorado a los pobres, subsiste, sin embargo, en una parte todavía significativa de la población más humilde, el vínculo afectivo y emocional con él, porque en cierta forma, ha dado un sentido de identidad y de pertenencia a los excluidos, una voz a los que no la tienen” [88]. El sacerdote jesuita y politólogo, Arturo Sosa, comenta en la misma dirección que “…[se trata de] un liderazgo con una gran capacidad de conexión con el mundo popular, su manera de comunicarse le mantiene muy vinculado a las aspiraciones de la gente, lo que excusa los errores del gobierno: porque no lo dejan gobernar, por el saboteo que hubo con el Paro. Entonces se ve mucho menos las ineficiencias y las contradicciones…” [89].

Estas razones, aunque no son las únicas, explican por qué una parte importante de la población se moviliza para respaldar al proyecto de gobierno, ayudan a comprender, a su vez, por qué otra parte de la población, también importante, se siente excluida y amenazada por ese proyecto. Si se suma la opción por los pobres y la retórica antioligárquica, el recurso discursivo que amenaza con el uso de la fuerza y los símbolos de izquierda del discurso gubernamental, se comprende mejor que los sectores medios y altos, en donde se concentra el mayor rechazo al proyecto de gobierno, y donde el sentido común es mayoritariamente liberal, sientan la exclusión y teman que se afecte sus intereses. Es en estos sectores en donde la “amenaza del comunismo” es más creída y temida.

Como señala Petkoff en el texto ya citado, “el país está cargado de miedos. Unos temen al ‘castro-comunismo’ , otros temen al ‘pinochetismo’ . Los miedos generan odios y los odios agresividad” [90]. Esa agresividad, generada por el temor es, a su vez, un coadyuvante de la polarización. Así, muchos de los ataques de la oposición al gobierno, terminan siendo ataques a los sectores populares [91] que lo apoyan y muchos de los ataques del gobierno a la “oligarquía”, realmente terminan teniendo un impacto en sectores medios que nada tienen que ver con aquella.

¿Quiénes son los principales protagonistas del conflicto?

El fenómeno de la polarización implica que la mayor parte de la población tome posición a favor o en contra del proyecto del actual gobierno, aunque los sectores radicales o intolerantes, en cada bando, sean una minoría. A mediados de 2003, sin embargo, y probablemente por hastío frente a la polarización, comenzó a hacerse más visible en las encuestas un sector, aunque no mayoritario, que no se siente plenamente reflejado por ninguno de los polos [92]. La toma de posición por parte de la mayoría de la población, hace que un protagonista importante del conflicto sea esa población que participa de marchas, concentraciones de calle u otras manifestaciones políticas, aunque no esté necesariamente organizada ni responda a una visión política coherente.

Según diversos estudios de opinión pública, en términos socioeconómicos, el apoyo más fuerte de la oposición se concentra en los sectores medios y altos y el más fuerte del gobierno entre los sectores populares [93].

Los sectores que componen la oposición. La mayoría de la oposición organizada está articulada en la Coordinadora Democrática (CD), cuyo nacimiento formal se produjo en junio del año 2002 y su primer embrión en febrero del mismo año [94]. Según información publicada en su sitio web, está conformada por 25 partidos políticos, 20 organizaciones no gubernamentales (ONG), el principal gremio de trabajadores (Confederación de Trabajadores de Venezuela -CTV-) y el principal gremio de empresarios (Fedecámaras) [95]. También coordina su trabajo con los gobernadores y alcaldes de oposición y con los principales medios privados de comunicación [96].

Otros sectores que forman parte de la oposición, pero no de la CD, son los oficiales militares declarados en “desobediencia” en la Plaza Francia y la coalición Bloque Democrático. Existen, igualmente, dos grupúsculos armados que forman parte del espectro opositor. Uno de ellos es las Autodefensas Unidas de Venezuela (AUV), que han emitido comunicados que encuentran sintonía con el estilo y propósito de sus pares colombianas. El otro no es propiamente un grupo con discurso público, pero se hizo evidente su existencia a partir de la investigación policial de diversos atentados terroristas ocurridos en Caracas. Según las pesquisas policiales, conocidas públicamente, se trataría de un núcleo armado vinculado a miembros del equipo de seguridad de los militares disidentes de Altamira.

Los principales partidos que conforman la CD son: Acción Democrática (AD), Copei, Proyecto Venezuela, Primero Justicia, Unión, Movimiento al Socialismo (MAS), Causa R, Solidaridad, Alianza al Bravo Pueblo y Bandera Roja. A partir de la participación de sus principales dirigentes en el debate público, se puede señalar [97] que, salvo Bandera Roja (un partido minoritario que se define como marxista leninista), todos los partidos de oposición son de inspiración liberal socialdemócrata o socialcristiana.

Las más conocidas de las ONG que conforman la CD son: Queremos Elegir, Asamblea de Ciudadanos, Asamblea de Educación, Frente Institucional Militar, Visión Emergente, Movimiento 1011, Mujeres por la Libertad y Gente del Petróleo [98]. La mayoría de los miembros de estas organizaciones proviene de los sectores medios de la población y su inspiración es fundamentalmente liberal. Gente del Petróleo es la más grande de ellas, aunque la de más reciente conformación (puede entenderse, incluso, más como un movimiento social que como una ONG). Sus integrantes son personas despedidas de la industria petrolera estatal (PDVSA) y sus principales líderes son ex gerentes petroleros.

Los medios privados más activos de la oposición son los principales canales de TV: Venevisión, RCTV, Globovisión, Televen; y los diarios El Nacional y El Universal. Son empresas privadas y defienden interesas corporativos. Fedecámaras es el principal gremio empresarial y actúa en función de los intereses de sus afiliados. La CTV está dirigida por los partidos AD, MAS, Causa R y Bandera Roja.

El liderazgo de la oposición ha variado dependiendo de la coyuntura. Sin embargo, un factor importante de liderazgo es, paradójicamente, un sector distinto a los partidos políticos: los principales medios privados de comunicación. A finales de 2002, Henry Ramos Allup, presidente de AD, señaló: “Muchas veces las decisiones de la CD se toman por la presión de opinión de los medios, por lo que digan algunos comunicadores sociales y grupos de interés” [99]. Este hecho es compartido por varios analistas políticos. Entre ellos, el editor Eleazar Díaz Rangel, quien señala que dentro del “poder mediático hay sectores que son determinantes en el manejo de la agenda y del menú de la política opositora, más allá de los partidos políticos […]. De todos esos factores [se refiere a los factores que conforman la oposición], el que tiene capacidad para movilizar y formar opinión pública son los medios de comunicación” [100]. Otros políticos de oposición han resentido este rol de liderazgo de los medios y sus implicaciones. Según el periodista Sebastián de la Nuez, Eduardo Fernández, dirigente de COPEI, “habló […] de que se ha sentido prácticamente censurado en los canales de televisión… [Felipe] Mujica [dirigente del MAS] dijo algo parecido, ya que al manifestar su rechazo al paro nacional de diciembre pasado, sintió que era vetado en los medios audiovisuales de señal libre” [101].

Otro de los factores que juegan un rol importante dentro del liderazgo opositor, son los partidos Acción Democrática, Primero Justicia, Copei y Proyecto Venezuela. El primero porque es uno de los pocos partidos que tiene una estructura nacional fuerte; los otros, porque entre sus liderazgos se encuentran los más conocidos precandidatos presidenciales de la oposición. También Fedecámaras, la CTV, la Gente del Petróleo y algunos de los militares de alto rango declarados en “desobediencia” fueron, en distintos momentos, factores relevantes del liderazgo.

En la oposición existen diferencias en cuanto a las “formas de lucha”, entre aquellos que apuestan a las “vías rápidas” (golpistas abiertos o solapados) y quienes apuestan a los mecanismos de la institucionalidad democrática para “salir de Chávez” [102]; aunque cabe decir que en este terreno hay quienes han transitado ambas formas de lucha alternativamente. Luego del paro realizado entre el 02.12.02 y el 02.02.03, ha prevalecido la vía institucional, centrada en el referéndum revocatorio. Sin embargo, en el contexto del proceso de recolección de firmas para intentar activar referenda revocatorios, que se iniciaba al cierre de este Informe, resurgieron discursos que alentaban al sector militar a intervenir para definir el panorama político.

Los sectores que apoyan o componen el Gobierno. Las fuerzas que apoyan al Gobierno se han articulado en distintas instancias a lo largo de los últimos 4 años, bien con motivos electorales (el “Polo Patriótico”), bien con la intención de coordinar el trabajo político y de gobierno (el “Comando Político de la Revolución”). Estos espacios articulan a partidos políticos, organizaciones de base y movimientos sociales.

Por otra parte, también existen grupúsculos armados que han emitido pronunciamientos de apoyo al gobierno, aunque no forman parte de ninguna instancia formal de articulación. Ellos son: las Fuerzas Bolivarianas de Liberación (FBL), una guerrilla que estaría operando en los estados Barinas, Táchira y Apure; los “Carapaica” y el comando “Nestor Zerpa Cartolini”

Los principales partidos que apoyan al gobierno son el Movimiento Quinta República (MVR), Patria Para Todos (PPT), Podemos y el Partido Comunista de Venezuela (PCV). Salvo este último (que es un partido clásico marxista- leninista, muy pequeño), el resto puede caracterizarse, en términos generales, como socialdemócratas de izquierda. En el MVR, que es el principal partido de gobierno, confluyen militares retirados (nacionalistas y/o conservadores) y sectores de los distintos tipos de izquierda.

El apoyo organizativo al gobierno proviene, además de los partidos y sobre todo, de un conjunto de pequeñas organizaciones populares y sociales diseminadas por el país. Entre ellas el Frente Campesino Ezequiel Zamora, el Frente Bolivariano de Mujeres, el Consejo Nacional Indio de Venezuela (Conive), los Círculos Bolivarianos, las Mesas Técnicas del Agua, cooperativas, Medios Comunitarios o Alternativos, Clase Media en Positivo y otras organizaciones de base (culturales, vecinales, reivindicativas, etc). La mayoría de estas organizaciones está conformada por activistas de los sectores populares y su visión ideológica también incluye a distintos tipos de izquierda o nacionalismos. Pero, sobre todo, existe en muchas de estas organizaciones, una guía pragmática en función de reivindicaciones específicas u orientaciones del Presidente de la República, quien sostiene un liderazgo personalista y prioriza la relación directa líder-masa, por sobre la construcción de mediaciones organizativas sólidas.

En cuanto a las “formas de lucha” también tienen una división entre quienes se apegan más a las formas institucionales y quienes piensan que éstas obstaculizan “el proceso de cambios”. Existe, además, en una parte de la alianza de gobierno, falta de formación política para la administración del Estado, que los hace actuar torpemente en el entramado de una institucionalidad liberal que, sin embargo, esa misma fuerza política consagró en la nueva Constitución.

La debilidad de las organizaciones y partidos políticos. El artículo 5 de la Carta Democrática Interamericana señala que “El fortalecimiento de los partidos y de otras organizaciones políticas es prioritario para la democracia” [103]. Con ello, este instrumento de derechos humanos reconoce la importancia de las mediaciones organizativas efectivas entre los ciudadanos y entre estos y el Estado, como un componente fundamental de la democracia.

Uno de los factores que inciden en el conflicto político venezolano es, justamente, la debilidad de los partidos y el liderazgo de otras organizaciones políticas, que no están preparadas ni motivadas para actuar facilitando las mediaciones y negociaciones que podrían reducir la carga de violencia del conflicto.

Pese a que distintas encuestas señalan al MVR y a AD como los partidos con mayor preferencia entre la población [104], realmente ello no implica que se trate de partidos fuertes. Particularmente el MVR ha sido más una plataforma electoral en torno a la figura de Chávez que un mecanismo de mediación social permanente, con doctrina clara y disciplina partidista.

Por otra parte, tal como lo señala Margarita López Maya, “de manera muy obvia, antes que los partidos políticos, han jugado papel protagónico organizaciones sociales y medios de comunicación que se fueron fortaleciendo en Venezuela en los últimos 20 años como resultado del rechazo a la política, a los políticos y a los partidos” [105]. Varios de los actores que llenaron el vacío producido por el colapso del bipartidismo: empresarios, medios, gerentes petroleros o dirigentes de ONG carecen de experiencia política y cultura de negociación, pues vienen más bien de una experiencia de defensa de intereses privados o corporativos.

Las partes en conflicto han decidido iniciar un proceso de recolección de firmas para activar referenda revocatorios de diputados y del Presidente de la República. Provea celebra que los actores que se disputan el liderazgo del Estado hayan decidido impulsar una consulta popular, pues en democracia es este el mecanismo por excelencia para definir temas relevantes. El artículo 72 de la Constitución de 1999 es expresión de la progresividad de los derechos políticos propuesta por el movimiento de derechos humanos a la ANC, consagrada en la nueva Constitución y hoy puesto a prueba por vez primera. No obstante, como señaló la coalición de organizaciones de derechos humanos Foro por la Vida, en noviembre de 2003, en la víspera del inicio de los procesos de recolección de firmas, “la consulta popular puede ayudar a reducir los niveles de confrontación y de violencia, siempre que se realice en un ambiente propicio y con un espíritu democrático por parte de los diferentes actores que compiten. Si, por el contrario, las partes insisten en utilizar la consulta popular como una confrontación para eliminar al contrario y no diseñan estrategias de convivencia a posteriori con el otro político, dicha consulta puede ser un nuevo coadyuvante de la violencia y hasta contraproducente para los fines de una administración democrática del conflicto” [106].

“La salida a la crisis del país no es sólo electoral” [107]. Está vinculada, además, con una incidencia democrática en las crisis que fueron señaladas como antecedentes y que se expresan como ejes actuales del conflicto: crisis socioeconómica, crisis político institucional y crisis de modelo.

Ya es un avance que todos los actores políticos coincidan, cuando menos discursivamente, en que la pobreza y la desigualdad son el principal problema del país. Tal como lo señaló la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, existe un vínculo indisoluble entre derechos humanos, democracia, paz y erradicación de la pobreza [108]. Hoy no es posible pensar en una democracia sustantiva con los niveles de inequidad existentes en el país. Así como tampoco es posible reducirlos por vías que no sean democráticas. Los acuerdos para enfrentar el déficit democrático que representa la exclusión social, con la decidida intervención del Estado y la puesta en práctica de mecanismos de solidaridad social, deben, además, tener a los sectores populares como sujetos de su propio desarrollo. “Es indispensable -señala la Comisión de Derechos Humanos- que los Estados propicien la participación de los más pobres en el proceso de adopción de decisiones en sus comunidades, en la realización de los derechos humanos y en la lucha contra la pobreza extrema, y que se den a los pobres y a los grupos vulnerables los medios para organizarse y tomar parte en todos los aspectos de la vida política, económica y social, en particular la planificación y la puesta en práctica de las políticas que les conciernen, permitiéndoles de esta manera convertirse en auténticos partícipes en el desarrollo” [109].

Para reducir exitosamente la pobreza es necesario, además, un fortalecimiento de la institucionalidad democrática del Estado, que redunde en el aumento de su capacidad de garantizar, proteger y cumplir con todos los derechos humanos de la población, así como la existencia de acuerdos mínimos entre las fuerzas sociales y políticas del país. El logro de los acuerdos implica voluntad de negociación y cabe aclarar que negociar no significa traicionar principios, postulados constitucionales o promesas electorales. El país necesita un acuerdo de largo plazo en el que “quepamos todas y todos”; uno que incluya a quienes, social y políticamente, han estado tradicionalmente excluidos. Trascender el pacto de élites y concretar uno realmente plural, mediante el cual se comprometa firme y duraderamente la voluntad de los actores en torno a “la construcción de consensos cuando ello sea posible o el procesamiento democrático de los disensos cuando estos sean irreductibles” [110]. Implica organizaciones y partidos políticos fuertes, tal como lo establece la Carta Democrática Interamericana en su artículo 5; y que esa fortaleza radique en su transparencia, abdicación del clientelismo, ofertas claras de proyectos de país, democracia interna, promoción de la participación popular y, particularmente, en su capacidad para realizar mediaciones sociales y políticas. En este terreno es igualmente fundamental la despolitización de la FAN y de los medios de comunicación, públicos y privados.

Un aporte desde los derechos humanos al debate sobre el modelo de desarrollo, es la defensa de la idea de un “Estado fuerte”, en los términos que lo define el Relator de Naciones Unidas para los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Danilo Türk [111]. Un Estado fuerte en su capacidad de diseño y ejecución de políticas nacionales orientadas a garantizar una justa distribución de la riqueza y los derechos sociales. No se trata de un “Estado fuerte” en el sentido de un Estado autoritario, clientelar o arbitrario que controlado por algún sector político o económico, entrega dádivas a la población, a cambio de votos para los sectores que lo controlan. Se trata de un Estado fuerte para intervenir en la vida social, corrigiendo inequidades y con un nivel muy alto de transparencia y participación social contralora. Un Estado que basa sus acciones y políticas en leyes justas y democráticas que consagran integralmente los derechos humanos. Esa perspectiva fue reivindicada también por el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas, cuando en sus Observaciones finales a Venezuela cuestionó el modelo de Estado Mínimo en los siguientes términos: “los programas de ajuste estructural en Venezuela en los últimos diez años han limitado la capacidad del país para cumplir con sus obligaciones en virtud del Pacto [Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales]” [112].

El modo en que la población y el Estado venezolano resuelvan la crisis actual, así como las crisis previas que la potencian, definirá el tipo de sociedad que tendremos en los próximos años. Nuestra apuesta y compromiso es por soluciones democráticas e inclusivas, consistentes con la integralidad e interdependencia de todos los derechos humanos, que se resumen en la consigna de la “Celebración por la Vida” organizada por la Red de Apoyo por la Justicia y la Paz, en octubre de 2003: “Comprometernos para lograr justicia, reconocernos para que haya paz”.

  1. Provea agradece a Margarita López Maya, Mireya Lozada y Luis Lander, por facilitar fuentes para este capítulo y aportar puntos de vista en discusiones previas a su elaboración. Particularmente, agradece a Ana María San Juan, quien fue corredactora de este capítulo.
  2. Ver Provea: Situación de los Derechos Humanos en Venezuela. Caracas, 2002. Capítulo Contexto.
  3. La violencia física comienza a manifestarse con claridad a partir del año 2001, con las muertes de varios dirigentes campesinos, con los enfrentamientos entre partidarios y adversarios del gobierno nacional en el contexto de manifestaciones y de las elecciones sindicales, así como a partir de agresiones sociales a trabajadores de los medios de comunicación. El clímax ocurrió entre el 11 y el 14.04.02, a raíz de los enfrentamientos que condujeron al golpe de Estado y de la violencia social y la represión que se produjo durante el gobierno de facto.
  4. Entre ellas, Maritza Montero, Mireya Lozada y Adriana Bolívar.
  5. El Nacional, 19.01.03, pág. A-11.
  6. Esta estrategia existía en el pasado en el debate político (particularmente en el electoral), pero no en la magnitud en la que se vive en el presente. Desde 1999 Provea viene cuestionando en sus Informes Anuales (ver www.derechos.org.ve) la carga de intolerancia presente en el discurso gubernamental y el impacto que ello genera en la vida política del país. Más adelante se analiza con mayor detalle este tema.
  7. Entre los insultos más conocidos, proferidos por ambos bandos y reseñados por este equipo de investigación, se encuentran: “cúpulas podridas”, “corruptos”, “oligarcas”, “escuálidos”, “tumor”, “mentirosos”, “corruptos”, “con poca inteligencia”, “cáncer”, “dictadura de los medios”, “tiranos”, “golpistas”, “dictador de opereta”, “fascista”, “tonto e ignorante”, “destructor de las instituciones”, “turbas”, “asesino”, “autoritario”, “dictador”, “tirano”, “cobarde”, “tumor maloliente” (El Nacional, 19.01.03, A-11). Los más recordados son: “escuálidos”, “oligarcas”, “cúpulas podridas”, “corruptos”, “golpistas”, “conspiradores”, “fascistas”, “adecos”; “asesinos”, “marginales”, “comunistas”, “loco”, “dictador”, “chavista”, “hordas”, “mentirosos”, “resentidos” (Ídem). Cabe resaltar que entre los insultos más recordados se encuentran características que aluden a la condición socioeconómica (oligarca o marginales) y a una preferencia política (adeco, comunista o chavista), elementos estos que ayudan a comprender algunos de los ejes del conflicto.
  8. Mireya Lozada: “Violencia política y polarización social: desafíos y alternativas”. Conferencia dictada en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg). “Diálogos por la inclusión social y la profundización de la democracia” [en línea] www.analitica.com sección bitblioteca. Caracas, 09.06.02.
  9. La historiadora y analista política Margarita López Maya señala al respecto: “El empobrecimiento de los venezolanos sufrido ininterrumpidamente desde hace ya 20 años ha ido reconfigurando los paisajes urbanos de nuestras ciudades: los espacios de los barrios donde viven nuestros sectores de menos recursos y donde las clases medias y altas jamás ponen un pie, son vistas por éstos como misteriosas y peligrosas; las urbanizaciones de las clases medias y altas, en contraste, son lugares donde el imaginario popular llena de fantasías de opulencia y corrupción. Hace 30 o 40 años estos espacios no estaban tan segregados como lo están ahora, los contactos entre clases eran más frecuentes, bien en eventos de calle o en las escuelas y universidades públicas donde convergían los jóvenes de todos los estratos sociales. Ahora los puntos de conexión entre clases se restringen al servicio doméstico que va a la casa del este o sureste, algún que otro servicio que personas de los sectores populares dan a las clases pudientes, pero son mundos que no se tocan en la cotidianidad. Y lo que es peor, se temen mutuamente”. Margarita López Maya: “Las manifestaciones territoriales de la polarización”. El Punto Medio, Año 2, Nº 5. Caracas, pág. 8. Ver también: María Pilar García-Guadilla: “Politización y polarización de la sociedad civil venezolana: las dos caras frente a la democracia”. Ponencia presentada en el “XXIV International Congress (2003 meeting) of the Latin American Studies Association (LASA)”, Dallas, Texas, Marzo 27-29, 2003. Mimeo.
  10. El Nacional, 23.10.03, pág. B-6. Testimonio de la artista plástica María Centeno, conversación telefónica con Provea, 22.01.03.
  11. Últimas Noticias [en línea] www.ultimasnoticias.com.ve Consulta del 14.01.03 y 20.01.03.
  12. María Pilar García-Guadilla señala que algunos militares retirados de oposición sembraron el rumor de que “‘las hordas chavistas y los círculos bolivarianos´ supuestamente invadirían las residencias de la clase media y alta [y] Diseñaron el ‘Plan Comunitario Defensa Activa´ (www.segured.com)” (María Pilar García-Guadilla, Op. cit). En ese plan de defensa, que incluía el uso de armas, se señala textualmente: “‘(se) ..puede implementar el uso de aceite, gasolina, cadenas, clavos o barreras con carros, camiones o autobuses, barriles, materos, desperdicios, botellas quebradas, destapar las tapas del drenaje y alcantarillas, para evitar o retrasar el acceso a la zona´ (p.16) […] también implicaba la vigilancia nocturna y por turnos de los propios residentes pues en la mayoría de los casos no se confiaba ni en el servicio doméstico ni en los vigilantes privados quienes pertenecen a la clase pobre y normalmente custodian la entrada de las edificaciones. A este respecto el Plan Comunitario de Defensa Activa señalaba: ‘No sea tan confiado con los empleados domésticos, específicamente los que vienen por días. Recuerde que muchas de estas personas han sido manipuladas y algunas nos comienzan a ver como enemigos. Esto es un asunto delicado y no hay porqué generalizar…pero debe estar alerta ante cualquier evidencia´ (p. 17) […] Nada ocurrió pero las amas de casa, los niños y la población de clase media en general, percibieron que el pobre era el ‘enemigo´ mientras que el pobre percibió que el oligarca, la clase media o los ‘escuálidos´ como los llamó el presidente Chávez, eran el enemigo” (Ídem).
  13. Representantes del gobierno: José Vicente Rangel (Vicepresidente de la República), Roy Chaderton Matos (Ministro de Relaciones Exteriores), María Cristina Iglesias (Ministra del Trabajo, partido Patria Para Todos), Aristóbulo Iztúriz (Ministro de Educación, partido Patria Para Todos), Ronald Blanco La Cruz (Gobernador del Edo. Táchira, partido Movimiento Quinta República) y Nicolás Maduro (diputado, partido Movimiento Quinta República). Representantes de la oposición: Alejandro Armas (diputado, partido Solidaridad), Timoteo Zambrano (diputado, partido Alianza al Bravo Pueblo), Manuel Cova (secretario general de la CTV, partido Acción Democrática), Américo Martín (representante de las ONG de oposición), Rafael Alfonso (empresario, Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos) y Eduardo Lapi (Gobernador del Edo. Yaracuy, partido Convergencia). Los Facilitadores: César Gaviria (OEA), Francisco Diez (Centro Carter) y Antonio Molpeceres (PNUD). Los Asesores: Omar Meza Ramírez (gobierno) y Juan Manuel Raffalli (oposición)
  14. El Grupo de Trabajo Tripartito, para ayudar a la administración institucional de la crisis venezolana, conformado por la OEA, la ONU (PNUD) y el Centro Carter, se había constituido desde mediados de 2002 (Francisco Diez, Centro Carter, entrevista 30.09.03). En Octubre de 2002 elaboraron una “Declaración de Principios por la Paz y la Democracia en Venezuela”; que fue firmada por el gobierno nacional, los partidos de la oposición (salvo AD y Copei) y otras organizaciones sociales; en la que se comprometían a “explorar las fases preparatorias para poner en marcha un proceso de acuerdos asistido y verificable que permita alcanzar, a través de un mecanismo consensuado, soluciones políticas ajustadas al marco constitucional” (Organización de Estado Americanos [en línea] http://www.oas.org/oaspage/eng/venezuela/principios.htm 21.10.02).
  15. Entre los principales temas que afectaron la mesa, desde su nacimiento están: a) el cuestionamiento gubernamental a la firma de un acuerdo entre la Coordinadora Democrática y los militares declarados en “desobediencia” en la Plaza Francia de Altamira (noviembre 2002), b) las protestas frente a la Alcaldía Mayor que ocasionaron enfrentamientos armados y tres muertes (noviembre 2002), c) la militarización de la Policía Metropolitana por parte del Ejecutivo nacional (noviembre 2002), d) la represión a manifestantes de la oposición que protestaban en las adyacencias de la base Aérea La Carlota, declarada como Zona de Seguridad (diciembre 2002), e) la interrupción de la Mesa por el llamado a Paro realizado por la oposición (03.12.02), f) el asesinato de 3 personas en la Plaza Francia, realizados por el ciudadano Joao De Goveia (06.12.02), g) la legitimidad de las antiguas autoridades del Consejo Nacional Electoral (diciembre 2002 y enero 2003), h) la posibilidad de realizar un referéndum consultivo con impacto revocatorio del mandato del presidente Chávez (noviembre 2002 a enero 2003), i) la posibilidad de realizar una enmienda constitucional para adelantar las elecciones presidenciales (enero y febrero 2003), j) la necesidad de un adecuado clima para la realización de cualquier proceso electoral y el rol que los medios de comunicación juegan en ello (Resumen basado en reseñas de Globovisión [en línea] http://www.globovision.com/eltema/2002.11/mesa/balance/index.shtml).
  16. Ver el texto íntegro en anexos.
  17. Ver el texto íntegro en anexos.
  18. Sobre este tema, ver Provea, Op. cit.
  19. El 28.08.02, antes de la instalación de la Mesa de Acuerdos, se había sancionado una Ley para el Desarme. No obstante, esta no ha sido puesta en práctica.
  20. Además del GTT, en enero de 2003 se activó el Grupo de Países Amigos de Venezuela, con el fin de ayudar a los debates de la Mesa que, en ese mes, lucían estancados. Este Grupo está conformado por España: Miguel Ángel Cortés, Secretario de Estado para la Cooperación Internacional e Iberoamérica; México: Gustavo Iruegas, Subsecretario para América Latina y el Caribe; Estados Unidos: Curtis Struble, Secretario de Estado Adjunto encargado para el Hemisferio Occidental; Portugal: Joao Rocha Paris, Secretario General del Ministerio de Negocios Extranjeros; Chile Cristian Barros,Viceministro de Relaciones Exteriores; Brasil: Gilberto Saboia, Subsecretario General de Política Bilateral. La participación de la comunidad internacional en la contención del conflicto, estuvo presente desde inicios de 2002, llevando el liderazgo la OEA. A partir del golpe de Estado del 11.04.02, el Consejo Permanente de la OEA activó la Carta Democrática Interamericana, encomendando al Secretario General, César Gaviria, una misión in loco y gestiones para facilitar el diálogo (Ver Provea: Situación de los Derechos Humanos en Venezuela. Informe Anual. Octubre 2001 – septiembre 2002. Caracas, 2002. Pág. 520 y 521).
  21. Pese a la intensa polarización y a los hechos violentos que han incorporado como victimarios y como víctimas a personas de ambos bandos, según una encuesta nacional de la firma Datanálisis, apenas un 8,7% de la población apoya la idea de realizar un golpe de Estado, un 11% defendería al Presidente con su propia vida y un 13,8%, tomaría las armas para defender su posición política (Encuesta Nacional Datanalisis, Septiembre 2003 [en línea] www.globovision.com 06.10.03). Según una encuesta nacional de la firma Consultores 21, apenas un 8% considera la dictadura como una opción para “arreglar” los problemas del país (Estudio Perfil 21, Nº 56, septiembre 2003. Mimeo).
  22. Ver Provea, Op. cit.
  23. Algunas de las organizaciones que realizan o han realizado acciones por la paz, la tolerancia y la administración institucional del conflicto, son: Tercer Escenario (grupo que organizó unas “mesas sociales de negociación”); el Museo de Ciencias junto a 40 organizaciones sociales (que organizaron dos jornadas denominadas “Taima por la Paz”); “Constructores de Paz” (iniciativa impulsada por el Centro Carter); el grupo de periodistas “Los del Medio” (que promueven un debate gremial sobre el oficio); la Universidad Metropolitana (que facilitó una mediación entre vecinos de urbanizaciones de clases medias y altas y barrios populares); el Instituto de Psicología de la UCV (que activó un proyecto para promover la tolerancia en las escuelas), UNICEF y Cecodap (que diseñaron una campaña para “Vacunar contra la Intolerancia”), la Red de Apoyo por la Justicia y la Paz (que organizó dos Celebraciones por la Vida, una de las cuales giraba en torno al lema: “Comprometernos para lograr justicia, reconocernos para que haya paz”); el Centro de resolución de conflictos del Colegio de Abogados del Estado Lara, Clase Media en Positivo (que organizó una caravana por la Paz), entre otras. Además de estas iniciativas y organizaciones, sectores sociales y políticos de cada bando enfrentado han realizado acciones o emitido discursos en los que, al menos declarativamente, se señala una apuesta por la tolerancia y se condena todo tipo de violencia. Por otra parte, existen organizaciones sociales, como la coalición de derechos humanos Foro por la Vida, que sin realizar un trabajo explícito de “resolución de conflictos”, intentan mantenerse al margen de la polarización y promueven, mediante pronunciamientos públicos y cabildeo, un acuerdo basado en el respeto, protección y cumplimiento de todos los derechos humanos. Provea contabilizó, en este período, 16 acciones contra la violencia y a favor de la Paz.
  24. Mireya Lozada, entrevista concedida a Provea, 17.09.03.
  25. El Universal [en línea] www.eluniversal.com 23.05.03.
  26. Cable de Reuters, 14.04.03.
  27. El Universal, Op. cit.
  28. Reuters, Op. cit.
  29. INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA: Situación de la fuerza de trabajo en Venezuela, informe mensual julio, 2003.
  30. Datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), Tomados de El Nacional, 18.10.03, pág. B-16.
  31. Instituto Nacional de Estadística (INE). Reporte Social, N° 1- año 2003.
  32. Ver capítulo Derecho a la seguridad ciudadana en este mismo Informe.
  33. Obtener datos confiables sobre el aumento, disminución o mantenimiento de la corrupción es prácticamente imposible, debido, entre otros factores, a la poca efectividad de la Contraloría General de la República y del sistema de administración de justicia. No obstante, la percepción generalizada es que, al menos, esta no se ha reducido. Incluso activistas pro gobierno o altos funcionarios de gobierno, lo reconocen y denuncian. Un ejemplo de ello es la conocida activista Lina Ron, quien narra con ironía que a uno de sus compañeros, Edison Contreras, a quien le apodaban “El caza corruptos”, le preguntaban en la calle “‘¿Contreras por qué no has cazado ningún corrupto?´ Y él respondía: ‘porque si lo hago nos quedamos sin camaradas´” (Joaquín Murieta, “Lina Ron Habla. Su verdadera historia”. Editorial Fuentes, Caracas, 2003, pág. 92). El propio Vicepresidente de la República, José Vicente Rangel, señaló que “existe, lamentablemente. Porque ese es uno de los fenómenos más difíciles de erradicar. La Corrupción tiene una vitalidad propia, una especificidad y una continuidad que está por encima de los cambios de gobierno. La vieja corrupción se recicla rápidamente. Yo le temo más a la nueva corrupción que a la vieja […] Estamos en mora, y el gobierno del presidente Chávez está más obligado que cualquier otro porque esa fue una de sus banderas para llegar a Miraflores”. Panorama [en línea] www.panodi.com 16.11.03.
  34. Juan Méndez [en línea] www.oas.org Discurso pronunciado el 07.10.02.
  35. Kofi Annan [en línea] www.un.org comunicado del 10.10.02.
  36. Amnistía Internacional: Venezuela. Un Programa de Derechos Humanos para combatir la crisis [en línea] http://web.amnesty.org 21.01.03.
  37. Provea, Op. cit, pág. 608.
  38. Un seguimiento a las posiciones de Provea, presentadas en solitario o en conjunto con otras organizaciones de derechos humanos articuladas en el Foro por la Vida, puede realizarse consultando el servicio informativo quincenal “Derechos Humanos y Coyuntura”, cuyos ejemplares, desde 1999, están disponible en: www.derechos.org.ve
  39. Proyecto Pobreza, Universidad Católica Andrés Bello (Ucab) [en línea] www.acuerdosocial.com; LatinFocus [en línea] www.latin-focus.com
  40. INE: Encuestado de Hogares Por Muestreo [en línea] www.ine.gov.ve
  41. Luis Marcano e Inder Ruprah “Falling apart: poverty and income inequality in Venezuela”, 1999. Mimeo, con datos tomados de Ocei/INE. Estas cifras varían, dependiendo de la fuente, pero todas coinciden en su aumento.
  42. Matías Riutort “Pobreza, desigualdad y crecimiento económico en Venezuela”. IIES/Ucab. Caracas, marzo de 1999. Mimeo.
  43. Los académicos Miguel Lacabana y Thais Maingon describen el apartheid social de la siguiente manera: “la pobreza se transforma en una situación fundamentalmente urbana generando un ‘apartheid social´ entre los sectores populares y una ‘ghetización´ creciente del resto de la población que tiende a encerrarse y protegerse privatizando los espacios públicos, especialmente los de circulación y comunicación” (Miguel Lacabana y Thais Maingon. “La focalización: políticas sociales ‘estructuralmente ajustadas´. Ponencia presentada en el “International Congress of the Latin American Studies Association (LASA)”, 1997. Mimeo).
  44. Consejo Nacional Electoral: Población General, Población Electoral, Votos Válidos, Votos Nulos, Participación, Abstención (1958-2000) [en línea] http://www.cne.gov.ve
  45. El rechazo de la población a los PAE se expresó, por una parte, en la “política de la calle”, a través de múltiples protestas y, por otra, en las preferencias electorales. En efecto, los programas de Caldera y de Chávez, que fueron preferidos por la población, eran abiertamente críticos de los PAE, aunque en el caso de Caldera, en su segundo año de gobierno, terminara imponiendo un programa de corte Neoliberal. Ver: Rafael Caldera: Mi Carta de intención con el pueblo de Venezuela. Mimeo. Caracas, 1993 y; Hugo Chávez: La propuesta de Hugo Chávez para transformar a Venezuela. Mimeo. Caracas, 1998.
  46. Según la definición de Wasmuth (1996), conflicto es “una situación social real en la que por lo menos dos grupos están implicados y que: a) pretenden conseguir objetivos que son incompatibles en primer lugar o persiguen un mismo objetivo que, de todos modos, sólo puede ser alcanzado por un grupo, y; b) quieren emplear medios que son incompatibles para conseguir un cierto objetivo” (Wasmuth, citado en FEWER -Foro para la Temprana Advertencia y Respuesta, por sus siglas en inglés-, “Manual de análisis y reacción al Conflicto y Paz”, 2da edición, Julio 1999 [en línea] www.fewer.org
  47. Ministerio de Planificación y Desarrollo. Líneas Generales del Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2001-2007 [en línea] www.mpd.gov.ve
  48. Ídem.
  49. Ídem.
  50. Rafael Alfonso, representante de la oposición en la Mesa de Negociación y Acuerdos, señaló al respecto: “Ese plan existe y ha sido discutido en diversas instancias de la Coordinadora Democrática […] El proyecto de país está listo. Lo que ocurre es que es muy complejo y por más que hagas cualquier cosa, en lo que empieces a difundirlo, a lo mejor tú adviertes que afecta un poco tu bolsillo y por eso empiezas a odiarlo, a rechazarlo, porque ese acuerdo va a significar un sacrificio para mucha gente” (El Nacional, 12.10.03, pág. A-8). El no haber accedido al proyecto definitivo y consensuado de la oposición, puede introducir distorsiones en este análisis. Es posible que, pese a que aquí se toman como base solo documentos públicos que implican algunos consensos entre distintos sectores, estos no expresen plenamente la diversidad de posturas existentes en la oposición. Para una análisis de mayor profundidad y alcance, sobre las diferencias entre los proyectos de la oposición y el gobierno, habrá que esperar a que la oposición haga pública su propuesta de país.
  51. CTV y Fedecámaras: “Bases para un acuerdo democrático”, 05.03.02 [en línea] < www.efemeridesvenezolanas.com>
  52. Coordinadora Democrática y militares disidentes, “Pacto Democrático por la Unidad y la Reconstrucción Nacional”. 17.10.02 [en línea] www.acuerdosocial.com
  53. Comisión Proyecto País de la Coordinadora Democrática. “Agenda de reconstrucción de la República de Venezuela” [en línea] www.acuerdosocial.com
  54. Coordinadora Democrática, “Acuerdo por la Unidad y la Democracia” [en línea]
  55. Comisión Proyecto País de la Coordinadora Democrática. Op. cit, pág. 1.
  56. Con seguridad hay otros muchos puntos de discrepancia entre ambos sectores, más allá de los que quedan plasmados en los documentos analizados. Por otra parte, cabe aclarar que alguno(s) de los temas planteados en los documentos pueden no tener una correspondencia plena con la realidad de las políticas efectivamente implementadas por ambos sectores.
  57. Sobre este tema, sectores de la oposición insisten en que Chávez pretende instaurar un régimen de inspiración marxista y algunos sectores que lo apoyan desean que así sea. Sin embargo, el mejor momento para hacerlo, si es que esa fuera su intención, hubiera sido el de la Asamblea Nacional Constituyente y la posterior consulta popular para aprobar la nueva Constitución, cuando tenía su más alto nivel de popularidad. Nada de eso ocurrió. Por el contrario, la Constitución de 1999 presupone algún tipo de economía de mercado. El propio Presidente ha declarado en múltiples ocasiones que su “revolución” se asume dentro del capitalismo, aunque critique con frecuencia los males que este genera. En una entrevista para el diario argentino El Clarín, señaló: “…no estoy hablando de una revolución comunista sino dentro del marco de un capitalismo… Hay nuevos modelos económicos que no son solamente el industrialismo. Lo que planteamos es un modelo antineoliberal, de una economía humanista y un modelo democrático y participativo” (El Clarín [en línea] http://old.clarin.com 20.06.03). En noviembre de 2003, declaró: “No soy Comunista […] Yo tengo 49 años y no voy a estar engañando a nadie. Si fuera comunista lo dijera “. Prensa Miraflores [en línea] www.aporrea.org 09.11.03. El Vicepresidente, José Vicente Rangel, señaló, por su parte, también en noviembre de 2003: “Queremos un capitalismo democrático; con un empresariado fuerte, patriota, nacionalista, que impulse al país, que pague impuestos, porque aquí hay una cantidad de empresarios holgazanes y zánganos que no quieren pagar impuestos”. Panorama [en línea] www.panodi.com 16.11.03. En todo caso, para una perspectiva de derechos humanos, el tema no es relevante. El Propio Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas (Comité Desc) ha señalado que el compromiso estatal en materia de derechos humanos, “ni exige ni excluye que cualquier tipo específico de gobierno o de sistema económico pueda ser utilizado como vehículo para la adopción de las medidas […] Así pues, en lo que respecta a sistemas políticos y económicos el Pacto es neutral y no cabe describir lealmente sus principios como basados exclusivamente en la necesidad o conveniencia de un sistema socialista o capitalista, o de una economía mixta, de planificación centralizada o basada en el laisser-faire, o en ningún otro tipo de planteamiento específico” (Comité Desc de ONU. Observación general 3, La índole de las obligaciones de los Estados Parte. Doc. E/1991/23).
  58. Este último aspecto se expresa de múltiples formas. Una de ellas es la frecuencia con que aparecen en las marchas y concentraciones de la oposición, banderas de los EEUU o consignas en contra de Luiz Inacio Lula Da Silva, presidente de Brasil, o de Cuba y la supuesta “cubanización” de Venezuela. En contraposición, en las manifestaciones de los sectores que apoyan al gobierno, es común ver imágenes del Che Guevara, consignas en contra del “imperialismo” de EEUU y la realización de movilizaciones en protesta contra la política exterior de ese país, particularmente en el contexto de la invasión a Irak.
  59. Esta posición tiene un anclaje en los artículos 302 y 303 de la Constitución de 1999.
  60. Ministerio de Planificación y Desarrollo: Op. cit. Pág. 42.
  61. Comisión Proyecto País de la Coordinadora Democrática: Op. cit. Pág. 4.
  62. Ídem, pág. 4; El Pacto Democrático por la Unidad y la Reconstrucción Nacional propone, en la misma línea: “…hacer efectiva una política de aumento del volumen de producción de crudo” (Coordinadora Democrática y militares disidentes: Op. cit. Pág. 6).
  63. Ministerio de Planificación y Desarrollo: Op. cit. Pág. 21 y 15.
  64. CTV y Fedecámaras: “Bases para un Acuerdo Democrático”, punto 9.
  65. Comisión Proyecto País de la Coordinadora Democrática: Op. cit. pág. 5
  66. Constitución de 1999, artículo 328.
  67. Ministerio de Planificación y Desarrollo: Op. cit.
  68. Al respecto y para un análisis más detallado, ver Provea, “¿Sí o No?: pistas para un voto razonado”. Disponible en www.derechos.org.ve
  69. CTV y Fedecámaras: Op. cit. Punto 5; Coordinadora Democrática y militares disidentes. Op. cit. Pág. 4; Coordinadora Democrática: Op. cit. Punto 4; Comisión Proyecto País de la Coordinadora Democrática: Op. cit. Pág. 5.
  70. Margarita López Maya, “Las insurrecciones de la oposición en el 2002 en Venezuela: causas y desafíos”, MImeo, Octubre 2003. Artículo basado en la ponencia “Insurrecciones de 2002 en Venezuela: causas e implicaciones” presentada en el XXIV Congreso Internacional de LASA celebrado en Dallas, Texas en marzo de 2003.
  71. Ídem.
  72. Ver capítulo Contexto en Provea: Situación de los Derechos Humanos en Venezuela. Informe Anual. Octubre 2001-septiembre 2002. Caracas, 2002. Disponible en www.derechos.org.ve
  73. Ver Provea: Situación de los Derechos Humanos en Venezuela. Informe Anual, años: 2000, 2001 y 2002. Disponibles en: www.derechos.org.ve
  74. El Nacional, 11.12.01, pág. D-2. Los F-16 son los aviones de combate más potentes de la Fuerza Armada nacional.
  75. El Universal [en línea] www.eluniversal.com 11.04.03.
  76. Hugo Chávez en Últimas Noticias [en línea] www.ultimasnoticias.com.ve 08.11.03.
  77. El Universal [en línea] www.eluniversal.com 29.08.03.
  78. Margarita López Maya: Op. cit.
  79. El Universal, 03.03.02, pág. 1-8.
  80. El Nacional, 06.03.02, pág. D-2.
  81. Ver Provea: Provea frente al antejuicio de mérito y el golpe de Estado, 14.08.02. Comunicado disponible en: www.derechos.org.ve
  82. Al respecto, ver capítulo “Contexto” en Provea, Informe Anual Octubre 2001-septiembre 2002. Caracas, 2002. Disponible en www.derechos.org.ve
  83. Uno de ellos fue Ibsen Martínez, quien señaló: “La idea detrás del paro convocado por ellos era la de una ingobernabilidad que desembocaría en un mitológico pronunciamiento militar que jamás llegó” (El Nacional [en línea] www.el-nacional.com 01.02.03). Unos meses antes, el dirigente opositor, Elías Santana, había señalado: “al igual que en el lado oficial, existen personas del antichavismo interesadas en una salida inconstitucional, con la participación de las Fuerzas Armadas Nacionales” (El Nacional [en línea] www.el-nacional.com 12.07.02). No se refería entonces a quienes serían los principales promotores del Paro, sino a un grupo que desvió una marcha opositora hacia la Base Aérea La Carlota (Caracas), para solicitar la intervención militar en el conflicto.
  84. El Nacional, 28.02.03, pág. A-4.
  85. El Nacional, 06.10.03, pág. A-2.
  86. Bloque Democrático, Remitido “No se hagan responsables de una guerra civil en Venezuela”, El Nacional, 02.08.03, pág. A-5. En relación con la argumentación de los artículos 333 y 350 de la Constitución para legitimar un golpe de Estado, ver posición de Provea en su Informe anterior (capítulo “Contexto).
  87. John Magdaleno, en El Nacional, 11.08.03, pág. A-4; Armando Jannsens, en El Nacional, 20.10.03, pág. A-4; Teodoro Petkoff, Tal Cual, editorial, 19.08.03, pág. 1; Arturo Sosa, Revista ALAI, Nº 372. Quito, 22.07.03, pág, 6.
  88. Teodoro Petkoff, Op. cit.
  89. Arturo Sosa Op. cit.
  90. Teodoro Petkoff, Op. cit.
  91. En este contexto se han visto lamentables expresiones de clasismo y racismo. Solo para ilustrar: en una autopista flanqueada por dos barrios populares, la que comunica a Las Mercedes con Prados del Este (Caracas), había a mediados de 2003, una pinta que decía: “Chávez: muérete mono”. “Mono” es el modo despectivo con el que algunas personas de los sectores medios y altos llaman a las personas de los sectores populares de origen negro o indígena.
  92. En agosto de 2003, según la firma Datanálisis, existía un 36,7% de la población que se definía como “ni chavista ni de la oposición” (El Nacional, 19.08.03, pág. A-5). Para esa misma fecha, la firma Mercanálisis, a partir de una encuesta en la ciudad capital, señalaba la existencia de un 23% de la población que se definía como “neutrales” (Mercanálisis, “Toma V Opinión”. Caracas, 06 al 11 de Agosto de 2003 [en línea] www.globovision.com
  93. Los datos de las firmas encuestadoras deben tomarse, sin embargo, con mucha cautela, pues muchas de ellas han entrado a jugar un rol político en la polarización. Las diferencias, por ejemplo, en cuanto al apoyo real que conserva el presidente, varían de manera importante de una firma a otra, dependiendo de si esta es más afín a la oposición o al gobierno. Como ejemplo de esta afirmación, pueden tomarse los resultados de sendas encuestas realizadas por las firmas Datanálisis e Indaga. Según la primera, en julio de 2003, un 30,8% de la población consideraba al gobierno nacional, como “muy bueno”, “bueno” o “regular hacia bueno” (El Nacional, 19.08.03, pág. A-5). Según la segunda, en agosto de 2003, conservaba el apoyo de un 40% de la población (Diario Vea, 08.09.03, pág. 8).
  94. Cipriano Heredia, dirigente de la Coordinadora Democrática, en El Nacional, 07.09.03, A-7.
  95. Coordinadora Democrática [en línea] www.coordinadora-democratica.org
  96. En marzo de 2003, trascendió a la prensa una estructura organizativa de la Coordinadora Democrática, que difiere un tanto de la publicada en su sitio web en noviembre de 2003. En aquella, los medios de comunicación eran parte integrante de la CD: “Comité Político. Un representante por los 19 partidos políticos, uno de las 10 ONG, y uno de los siguientes sectores: gobernadores, alcaldes, Gente del Petróleo, Mesa de Negociación, CTV y Fedecámaras. Esta instancia se reúne semanalmente. Comité operativo. Un representante de seis partidos, 2 de ONG, y uno de: CTV, Fedecámaras, medios de comunicación y Gente del Petróleo. Esta instancia de reúne diariamente (El Universal [en línea] http://www.eluniversal.com/2003/03/24/23182BB.shtml 24.03.03 ).
  97. A partir de lo que sobre sí mismas señalan las organizaciones políticas o sociales, en sus estatutos u otros discursos autoreferentes, es poco probable establecer adecuadamente su orientación político ideológica. En algunos casos porque la distancia entre lo escrito y la realidad es excesivamente amplia, en otros porque los discursos sobre su misión y visión están llenos de generalidades o ambigüedades que parecen esconder su pragmatismo y poco dicen sobre su orientación ideológica real. Esto último, es compartido por el director de la encuestadora Datanálisis, Luis Vicente León, “Algunos políticos pueden tener claro si su oferta electoral es de izquierda o de derecha, pero le rehuyen al término porque tiene un costo que puede dificultar la promoción de su mensaje […] prefieren hablar de justicia social y empleo, antes que de categorizaciones como esa” (El Nacional, 14.09.03, pág. A-6). Sirva como ejemplo de lo señalado que Acción Democrática (AD) se define en sus estatutos como una “organización de izquierda revolucionaria” (Manuel Vicente Magallanes, “Los partidos políticos en la evolución histórica venezolana”, pág. 355. Mediterraneo, Madrid, 1973) y como un “partido antimperialista [y] policlasista” (Ídem, pág. 357), adjetivos que, salvo el último, poco o nada tienen que ver con la AD actual. El MVR, define su ideología con adjetivos muy amplios y ambiguos: “bolivariana [y] humanista” (Cilia Flores, El Nacional, 13.09.03, pág. A-6). El MAS se define en su nacimiento como una organización de “marxistas-leninistas” (Magallanes. Op. cit, Pág. 556), aunque en el presente es claramente una organización liberal socialdemócrata e igual apreciación se puede hacer de sus más recientes divisiones, que dieron origen a nuevos partidos: Unión, Vamos y Podemos. En el mismo sentido, el principal líder de Proyecto Venezuela, Henrique Salas Römer, quien siempre ha tenido propuestas políticas liberales, se define como “de centro, ligeramente centroizquierda” (Henrique Salas Römer, Televen, Programa de TV “Dialogo con”, entrevistado por Carlos Croes, 24.08.03); Primero Justicia, reivindica la “política reformista” y un ambiente “progresista” (Sitio web de Primero Justicia: www.primerojusticia.org.ve).
  98. Gente del Petróleo no aparece en la composición de la CD publicada en su sitio web, en noviembre de 2003, pero sí en la información de su estructura, aparecida en marzo del mismo año. Además, esta organización o movimiento social, ha sido una parte importante del liderazgo público de la CD.
  99. El Universal, 01.12.02, pág. 1-14.
  100. El Nacional, 31.08.03, A-6.
  101. Tal Cual, 20.08.03, pág. 4. Un dato muy relevante que expresa el nivel de compromiso de los principales medios privados, particularmente los radioeléctricos, con la oposición de la que forman parte, es el espacio entregado para la transmisión de piezas publicitarias de distintos partidos, gremios, ONG o plataformas de la oposición. Según cálculos del Servicio Nacional Integrado de Administración Tributaria (Seniat), desde el 03.12.02 hasta el 31.01.03, los canales Venevisión, RCTV, Televén y Globovisión, transmitieron 17.040 minutos donados a la oposición, equivalentes a 51.120 cuñas (897 diarias), cuyo costo, según cálculos preliminares, es de 122, 69 millardos de bolívares (Roberto Malaver, Jefe de la Oficina de Divulgación Tributaria y Relaciones Institucionales del Seniat. Comunicación enviada a Provea, 25.08.03).
  102. Distintos analistas, afectos al gobierno o de oposición moderada, coinciden en esta aprecición. Así lo han señalado, entre otros los analistas opositores Teodoro Petkoff, Tulio Hernández o Kiko Bautista. En palabras de este último: “se pueden apreciar dos tendencias en los sectores de oposición. Una que busca salir de la crisis a través de elecciones y otra que quiere a Chávez fuera de Miraflores a como de lugar” (Kiko Bautista, El Mundo [en línea] http://www.elmundo.com.ve 01.10.02).
  103. Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA): Carta Democrática Interamericana [en línea] http://www.oas.org 11.09.01.
  104. Una de ellas, de alcance nacional, fue realizada por la firma Datos. A la pregunta “¿En cuál movimiento o partido político simpatiza o milita usted?“, el 51% de los encuestados respondió que en el MVR, el 18% en Acción Democrática (AD), el 11% en Primero Justicia y el 8% en Proyecto Venezuela (Datos, “Características generales del Pulso Nacional Urbano”, 15 y 31 de mayo de 2003).
  105. Margarita López Maya, Op. cit.
  106. Foro por la Vida “Foro por la Vida se pronuncian ante el proceso de recolección de firmas”, 20.11.03. Disponible en www.derechos.org.ve En idéntico sentido se pronunciaron unos meses antes, John Lederach, especialista en resolución de conflictos y Arturo Sosa: “la consulta popular es el camino a la paz pero dependiendo de cómo se vea” (John Lederach, El Nacional, 06.08.03, pág. A-5); “En este momento, un referéndum no garantiza una salida democrática” (Arturo Sosa, Revista ALAI Nª 372, 22.07.03, pág. 6).
  107. Ídem.
  108. Comisión de Derechos Humanos de ONU: Resolución 2000/12. E/CN.4/2000/167 [en línea] http://www.unhchr.ch 17.04.00.
  109. Ídem.
  110. Plataforma Diálogo por la Inclusión Social y la Profundización de la Democracia, Comunicado “Construyamos un Acuerdo Político Nacional”. Citado en Boletín electrónico “Derechos Humanos y Coyuntura” N° 106, 06.12.02 [en línea] www.derechos.org.ve
  111. Danilo Türk: Realización de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Informe definitivo, 03.07.92, párrafo 85 y siguientes.
  112. Observaciones finales del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Venezuela. 21.05.01. E/C.12/1/Add.56.

BALANCE DE LA SITUACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS

El balance que aquí se presenta, es un resumen del análisis de la situación de los derechos humanos que se realiza en detalle en cada uno de los capítulos de este Informe. Como todos los años, desde hace quince, Provea aspira a que este diagnóstico, así como las Propuestas y Exigencias que se formulan al final de este Informe, sirvan a los Poderes Públicos para profundizar y cualificar aquellas políticas o medidas que son consistentes con la vigencia de los derechos humanos, mejorar la capacidad en la gestión de otras, y rectificar todas aquellas que sean contrarias a estos derechos. Pero el debate en torno al diagnóstico de la situación de los derechos humanos en Venezuela que aquí proponemos, no tiene como único interlocutor deseado al Estado. En medio de la intensa polarización que vive el país y la urgente necesidad de acuerdos que de ella se deriva, resulta fundamental encontrar puntos de encuentro que eviten la violencia. Por ello, este Informe también aspira estimular debates con todos los sectores políticos de la sociedad venezolana. Un acuerdo, sin exclusiones de ningún tipo, que permita administrar democráticamente los conflictos venezolanos, debe tener como punto de partida o referente mínimo, al discurso de los derechos humanos: tanto en sus contenidos y garantías jurídicas y doctrinarias, como en el diagnóstico de su situación real y de las medidas estatales adecuadas para respetarlos, protegerlos y cumplirlos. No sería la primera vez que estos derechos facilitan puntos de coincidencia; ya ocurrió, en términos generales, en la evaluación que tanto oposición como gobierno realizaron del Título III de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) en el que se consagran los derechos humanos.

Un eje transversal de este período, así como del anterior, es la incidencia del conflicto político sobre la situación de prácticamente la totalidad de los derechos humanos. No cabe duda de que el modo en el que los principales actores políticos vienen administrando el conflicto, generó mayor pobreza e inequidad (y con ello vulneración estructural del derecho a la no discriminación en el acceso y disfrute a la mayoría de los derechos), debilitamiento de la capacidad y disponibilidad de las instituciones del Estado para respetar, proteger y cumplir con los derechos de la población y un ambiente de intolerancia y agresión que coloca al país en una situación de riesgo de desbordamiento de la violencia y desinstitucionalización democrática.

Uno de los motivos de preocupación sobre el derecho a la alimentación es la ausencia de información actualizada y completa sobre la situación nutricional. Pese a ello, los datos disponibles evidencian la continuidad de una grave situación. El déficit nutricional en las personas menores de 15 años se ubica en 12,4% (incremento del 1% con respecto al período anterior). Las muertes por desnutrición, de acuerdo con el Ministerio de Salud y Desarrollo Social (MSDS), aumentaron en términos brutos y porcentuales entre los años 2000 y 2001. Igualmente, las muertes en menores de 1 año por la misma causa, que pasaron del 6° al 5° lugar, mientras que en las edades comprendidas entre 1 y 14 años, la situación ha mejorado relativamente. El número de bebés con bajo peso al nacer, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), está alrededor del 10%, superando el promedio de Suramérica. En 2001, 57.780 bebés nacieron con un peso inferior a los 2,5 Kg.

El incremento de la inflación afectó negativamente el poder adquisitivo del salario, sin que el aumento del salario mínimo decretado en mayo de 2003 lograra recuperarlo. El déficit de la Canasta Alimentaria es del 21,2% según fuentes oficiales (INE), que la calculan en Bs. 265.055,60 y 48% según fuentes privadas (CENDA), que la calculan en Bs. 401.633, para agosto de 2003. El incremento de los niveles de pobreza, reconocido por el INE, permite prever un impacto negativo en los niveles de nutrición de la población.

En cuanto a la seguridad alimentaria los datos tampoco son alentadores. Los aportes de proteínas y calorías provenientes de la producción nacional no superan el 60%. En esta situación estructural incidió, en este período, el Paro realizado por la oposición, que generó graves situaciones de desabastecimiento, así como la respuesta gubernamental a él, que implicó un incremento significativo de las importaciones, incluso después de la coyuntura de diciembre 2002-febrero 2003.

Por razones presupuestarias se han detenido los programas de medición de niveles de yodo y flúor en la sal, lo que hace temer que la meta ya alcanzada de erradicación en la deficiencia de este micronutriente retroceda. En relación con la falta de hierro, aun cuando no hay cifras oficiales en este período, se estima que afecta a un 50% de niños y niñas menores de dos años y frente a ello el INN desarrolla un programa de fortificación de las harinas de maíz y trigo. Una buena noticia es que estudios del INN, entre niños de 6 a 59 meses, determinaron que la deficiencia de la vitamina A es marginal.

Entre los programas implementados por el Gobierno destinados a garantizar a la población de los sectores más vulnerables la distribución de alimentos, están Proal, Mercal, Megamercados, Bodegas Bolivarianas, Manos a la Siembra, Todo a Mil y el canje de desechos reciclables por comida. Estos programas lucen fragmentados en su ejecución y débiles en su impacto. En el período, el INN amplió la cobertura de los programas comedores escolares, comedores populares y cocinas comunitarias, aunque manejó un presupuesto igual al del período anterior.

En el ámbito del derecho a la seguridad social, el Poder Legislativo avanzó al sancionar la Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social (LOSSS), aunque no contó con el apoyo del bloque opositor, lo cual supone una debilidad a la hora de implementar un sistema tan complejo en un momento de aguda polarización. Provea valora positivamente esta Ley, que cumple con los postulados constitucionales al respetar el carácter de servicio público no lucrativo de la seguridad social y permitir la participación privada, en la modalidad complementaria. Sin embargo, también tiene debilidades en aspectos vitales como el diseño del Régimen de Transición. Por otra parte, la Asamblea Nacional (AN) no ha avanzado en la discusión de las leyes que regularán los diversos subsistemas y el Ejecutivo no ha presentado el plan de implementación de la nueva institucionalidad del sistema de seguridad social, tal como se lo obliga la ley aprobada. Preocupa también la indefinición sobre la viabilidad fiscal de la nueva Ley; pero, independientemente de su costo, esta depende de la capacidad de gestión del Estado para prever y proveer los recursos y utilizarlos adecuadamente. Provea inició una acción de amparo por el derecho a petición, para que el Ministro de Finanzas Tobías Nóbrega aclare la veracidad de una declaración atribuida a su persona, según la cual se habrían utilizado recursos financieros de los fondos de pensiones y jubilaciones para hacer frente al pago de salarios de la administración pública, luego de finalizado el paro nacional.

En relación con la obligación del Estado de satisfacer y garantizar el derecho a la seguridad social, el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) continuó pagando las pensiones de vejez homologadas al salario mínimo de 2002, pero con un retraso de seis meses. Como hecho positivo, por primera vez en una década se comenzaron a pagar indemnizaciones diarias y se presupuestó el pago de prestaciones por nupcias y funerarias. Por el contrario, el Seguro de Paro Forzoso dejó de pagarse en el plazo establecido de 60 días para extenderse a 120, lo que afecta negativamente a la población desempleada. Destaca también como negativo, el error cometido por la AN que derogó el paro forzoso en la nueva Ley, ante lo cual Provea acudió ante la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) para que subsane esta situación.

Es preocupante también la falta de continuidad en la gestión político administrativa del IVSS, ya que desde 1999 su Junta Directiva cambió 6 veces, la última el 07.08.03. La ausencia de evaluaciones públicas e información oficial sobre los problemas que confronta el Instituto se convierte en un obstáculo para ejercer el derecho a la participación por parte de la población asegurada.

Para el cuarto trimestre de 2002, estaba afiliada el 49% de la población ocupada en el sector formal de la economía, lo que representa apenas un 20% de la población económicamente activa (PEA). Este dato evidencia que este derecho está lejos de una cobertura universal y sin discriminación. Otra problemática estructural del IVSS es la alta morosidad acumulada (51% responsabilidad del sector privado y 49% del sector público), lo que representa la mayor morosidad del sector estatal en una década. La meta de incorporar 30.000 pensionados que cumplieron con los requisitos para cobrar la pensión de vejez durante 2002, no fue cumplida. Por otra parte, una vez más, el Fondo de Asistencia Médica del IVSS manejó un presupuesto deficitario durante el año, lo que se reflejó en las continuas protestas de los usuarios por el deterioro de los servicios de salud.

Tanto el Ministerio del Trabajo (MT) como la Sala de Casación Social del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), adoptaron interpretaciones jurídicas progresistas y favorables a los derechos de los trabajadores. Igualmente, continúo el fortalecimiento institucional para atender la problemática de las condiciones y medio ambiente de trabajo y se evidencia un avance en la definición de una estrategia estatal para abordar la situación de los niños y niñas adolescentes trabajadores. En el plano normativo, el Proyecto de Reforma de la Ley Orgánica del Trabajo, aprobado en primera discusión, introduce modificaciones positivas referidas a la prohibición de la discriminación en las condiciones de trabajo. Por su parte, la Consultoría Jurídica del MT emitió un dictamen que reafirma el carácter discriminatorio de la exigencia de pruebas de VIH a los solicitantes de empleo y trabajadores, fortaleciendo la posibilidad de ejercer la acción de amparo constitucional.

Sin embargo, también se registró un aumento del desempleo, una importante pérdida del valor real del salario, una debilidad estatal para evitar las prácticas contrarias a la estabilidad laboral y para lograr la reactivación económica. Asimismo, la libertad sindical y el derecho a la negociación colectiva siguieron afectados, en un contexto de alta polarización social y política.

El estancamiento de la actividad económica, producto del paro petrolero, las tensiones políticas, así como la dificultad para el acceso a divisas a partir del control cambiario, fueron factores que tuvieron una incidencia considerable en los índices de desempleo e informalidad observados en el período. De la PEA, un 53% se encuentra ocupado en el sector informal, mientras que el 47% restante lo está en el sector formal. Según el INE, la tasa de desocupación se ubicó en 17,8% (para septiembre de 2003), lo que implica un aumento de 1,6% con respecto al período anterior, y según fuentes privadas llega al 21,5%. En este período, en febrero de 2003, al terminar el Paro, se registró el índice de desempleo más alto de la historia del país (20,7%). Los jóvenes, las personas con menor nivel educativo y las mujeres son los sectores más propensos a sufrir la violación a su derecho de acceder a un empleo. El desempleo femenino creció 2,4% y se ubicó, al 31.08.03, en 21,1%.

Las políticas del Poder Ejecutivo para incentivar el empleo tales como el Plan de Incentivo al Empleo, fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas, los microcréditos a mujeres en situación de pobreza y la inamovilidad, decretada por sexta vez consecutiva, no tuvieron la contundencia necesaria para revertir esta situación, en parte por un contexto de convulsión política que no resulta propicio para la creación de fuentes de trabajo.

El Ejecutivo decretó un aumento del 30% en el salario mínimo, el cual se cancelaría fraccionado. A diferencia de años anteriores, ese aumento no compensó la inflación acumulada: para el 01.07.03, fecha en que entró en vigencia el 10% del aumento, la inflación acumulada desde mayo de 2002 ascendía a 33%, mientras que para el 30.09.03, esta se ubicaba en 37,5%. Tomando en cuenta la Canasta Básica per cápita oficial para agosto de 2003 (Bs. 522.290), el déficit del salario mínimo se ubica en 60% y 65%. En este período, una vez más, se excluyó a las trabajadoras domésticas de la fijación del salario mínimo, lo que motivó la realización de una acción de amparo de Provea ante el TSJ.

Por otra parte, aún no se ha hecho la reforma de la LOT en lo relativo al cálculo retroactivo de las prestaciones sociales, de conformidad con el último salario devengado, tal como lo obliga la Constitución en sus disposiciones transitorias y el pago de los pasivos laborales a los empleados del sector público continúa retrasado.

En el marco de las medidas estatales adoptadas luego del Paro Petrolero, fueron despedidos 18.756 trabajadores de PDVSA. Estas medidas son objeto de revisión judicial, tras demandas presentadas por los ex trabajadores.

Se mantuvo el desconocimiento por parte del Ejecutivo de la actual directiva de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), en un escenario en el que una nueva central sindical, afecta al oficialismo, se abroga la mayor representatividad de trabajadores.

Las debilidades en la rectoría del MSDS, los déficit de gestión por parte de los estados descentralizados, la fragmentación institucional y financiera del sistema de salud (que cuenta con redes de asistencia que dependen del MSDS, de entidades federales, del IVSS, entre otros), la asignación presupuestaria deficitaria para el sector (1,8% del PIB, bastante alejado del 5% estipulado por la Organización Mundial de la Salud), en un contexto de polarización política y crisis económica, hacen que el derecho a la salud no tenga plena vigencia.

Aun cuando la orientación de las políticas de salud y desarrollo social, establecida en el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación y más concretamente el Plan Operativo del MSDS, es valorada positivamente, por ser conceptualmente coherente con el derecho a la salud, el gobierno nacional no ha logrado concretar soluciones a la crisis estructural del sistema público de salud.

En el ámbito legislativo, preocupa que continúe en mora la reforma de la Ley Orgánica de Salud que permitiría adecuar la ley a los preceptos constitucionales y establecer normas que regulen al nuevo sistema de salud integrado a la seguridad social.

En cuanto al funcionamiento de la red pública de asistencia a la salud, la falta recurrente de insumos y medicamentos se agudizó durante el año 2003, afectando fundamentalmente a los sectores menos favorecidos económicamente y a los grupos más vulnerables, entre los que se encuentran las personas que viven con VIH/Sida, hemofilia, cáncer, deficiencia renal, enfermedades mentales y transplantadas. Asimismo, junto a la falta de medicamentos e insumos, el presupuesto sigue siendo insuficiente y persiste la falta de equipos médicos, así como las fallas regulares en la infraestructura instalada. Tal situación dificulta la plena vigencia de los principios de universalidad y gratuidad. Durante el período se contabilizaron 483 denuncias por fallas de funcionamiento de la red hospitalaria y ambulatoria, 74 de las cuales estuvieron relacionadas con cobros indirectos o canje de servicios por medicamentos e insumos médico-quirúrgicos.

En relación con los conflictos laborales, el sector salud registró un total de 90 acciones de protestas, de las cuales 21 implicaron la paralización de los servicios de asistencia a la salud.

La prevención de enfermedades infecciosas presenta algunos avances y también reveses. Estos últimos se deben a una vigilancia tardía y a la falta de una visión estratégica sobre los factores de riesgo vinculados con la reaparición de enfermedades controladas en el pasado. De ello son ejemplos el brote, en diciembre de 2002, de casos de fiebre amarilla; así como la alarma por la presencia de tuberculosis en el país. Como aspectos positivos destacan el descenso de casos por dengue; el control de la epidemia de sarampión, sin reporte de casos hasta el cierre de este período de estudio; y el descenso en los casos de malaria.

En el ámbito de la salud materno-infantil, destaca positivamente que a través del Plan Nacional de Prevención y Control de la Mortalidad Materno Infantil del MSDS se haya otorgado carácter de notificación obligatoria a esta mortalidad. Los comités regionales de salud tienen ahora el deber de reportar, semanalmente, los casos de mortalidad materna e infantil.

Cabe señalar que la mayoría de las deficiencias del sistema de salud ocurren en aquellos estados con población indígena, campesina o rural. La concentración de la mayoría de los centros de salud y de los recursos en las zonas más urbanizadas constituye una discriminación que debe ser subsanada mediante programas estructurales y permanentes.

Sobre las medidas adoptadas para garantizar el acceso a la salud de los sectores más excluidos, destaca la ejecución del Plan Barrio Adentro (programa de atención a la salud en la modalidad de medicina familiar en los barrios populares, a cargo de médicos cubanos), el cual guarda coherencia con los mandatos constitucionales. No obstante, esta política enfrenta conflictos jurídicos, que deben resolverse, así como ampliarse la participación de médicos venezolanos e integrarse con la red de salud existente para garantizar su permanencia más allá de la coyuntura.

En relación con el derecho a la educación, durante el año escolar 2001-2002 el crecimiento interanual de la matrícula total se ubicó en 5,6%. A pesar de que este porcentaje disminuyó con respecto al período anterior, sigue siendo significativo, en tanto es bastante más que el logrado en el período 97-98 (3,2%), que era el más alto de la década antes de la imple-mentación de las políticas educativas del actual gobierno constitucional. La matrícula creció en todos los niveles del sistema educativo, pero lo hizo en menor proporción que en el período anterior, a excepción del nivel de educación media, que fue mayor (9,6% frente a 7,9% del año anterior). Otro resultado positivo se encuentra en el acceso a la educación superior a través de la asignación de cupos por parte de la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU), ya que se logró, por primera vez en años, revertir la proporción de ingreso de alumnos provenientes de planteles oficiales y pagos, a favor de los primeros. Debe considerarse también como positivo el anuncio realizado en julio de 2003, según el cual se volvieron a aplicar las pruebas correspondientes al Sistema Nacional de Evaluación de los Aprendizajes (SINEA); la aprobación del presupuesto del Convenio Asociación Venezolana de Educación Católica (AVEC)/Ministerio de Educación Cultura y Deportes (MECD) sin recortes presupuestarios; la campaña masiva de alfabetización y la existencia de 104 Centros Bolivarianos de Informática y Telemática (CBIT) en el ámbito nacional.

El porcentaje destinado a educación como parte del PIB creció en un 7,5% con respecto a 2002, aunque no supera el porcentaje más alto de la década logrado en 1994.

Otros aspectos deben seguir siendo objeto de consideración en las políticas públicas, ya que aparecen como negativos. Según datos del Censo 2001 1.885.473 niños, niñas y jóvenes en edades comprendidas entre 3 y 19 años no asisten a ningún centro educativo. A ellos deben agregarse 1.568.278 personas con edades entre 20 y 24 años que tampoco están escolarizados. Vuelven a presentarse en el período análisis y denuncias que demuestran que para continuar incrementando la inclusión escolar el Estado venezolano debe construir más aulas. Por otra parte, los beneficios de la educación no se reparten por igual entre todos los estratos de la población. Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), de los niños excluidos de la escuela, un 89% son pobres, y aumentan la exclusión y el abandono escolar al disminuir el grado de urbanización. En las zonas de menos de 25.000 habitantes, 1 de cada 5 niños en edades entre 4 y 15 años está fuera del sistema educativo y 1 de cada cuatro jóvenes entre 13 y 15 años en pobreza extrema está fuera del sistema escolar por no contar con liceos o por tener que incorporarse al campo laboral. Preocupa especialmente la violación al derecho a la educación como consecuencia de la violación al derecho a la identidad, a pesar de la normativa estatal que los protege. Es negativo también que el porcentaje de repitientes en relación con el total de inscritos volvió a crecer, ubicándose en 8,7%, siendo especialmente grave el aumento de casi cuatro puntos en el primer grado (de 10,7% a 14,3%). No se advirtió tampoco la puesta en práctica de planes que puedan considerarse tales, para mejorar la calidad y el desempeño docente. Negativas son también la mora de la AN en relación con la aprobación de la Ley de Educación y del Poder Judicial para responder al recurso de nulidad interpuesto por Provea y otras organizaciones de derechos humanos en relación con la obligatoriedad de la materia Instrucción Premilitar.

El Paro educativo, que duró 38 días hábiles, vulneró este derecho e incrementó la violencia en las instituciones educativas, afectando especialmente a los niños y jóvenes de los sectores más desfavorecidos; quienes se vieron privados del estímulo que representa la socialización escolar, ya que sus hogares suelen tener limitaciones para sustituirla.
La extrema polarización social vivida durante el período, la politización de la mayoría de los medios de comunicación social, y la dificultad de los organismos oficiales para entregar información escrita oportuna y confiable, más allá de la Memoria y Cuenta del MECD, dificultó la evaluación de algunos programas de inclusión educativa que lucen cónsonos con obligaciones estatales.

Enmarcadas en la satisfacción del derecho a la vivienda, en sus componentes de seguridad jurídica de la tenencia y disponibilidad de servicios públicos, destacan positivamente las experiencias impulsadas desde la comunidad, con apoyo del Estado, orientadas a regularizar la tenencia de la tierra, en asentamientos urbanos populares, e incorporar a las organizaciones sociales y habitantes en la gestión pública de los servicios de agua y gas. Durante el período los comités de tierras urbanos sumaron 3.006 en el ámbito nacional y se otorgaron 30.000 títulos de propiedad; mientras que se encontraban instaladas 1.050 mesas técnicas de agua, en el ámbito nacional. También se registró la adopción de varias medidas que apuntan a garantizar un mayor acceso de los sectores de menores ingresos a las políticas de vivienda, al bajar el monto mínimo requerido para solicitar un crédito de vivienda, de 55 a 20 unidades tributarias; dotar de protección a los inquilinos en el marco de la aplicación de la control de cambio y establecer una mayor participación de los entes de vivienda y las comunidades en la selección de los proyectos a desarrollar con fondos públicos de vivienda.

En contraposición a estos datos positivos, nuevamente la debilidad institucional caracterizó la gestión pública de los entes ejecutores en materia de vivienda y la nota predominante en el lapso fue el retraso en los desembolsos del presupuesto público para este sector, que para el segundo semestre de 2003 sólo alcanzaba el 37,4% del total asignado. Como correlato, desde el año 2001, se registra un decrecimiento en la producción de viviendas, destacando negativamente la ejecución 2002 con un récord de construcción de sólo el 25% de la meta pautada.

Los estimados de distintos entes siguen calculando en 1.600.000 unidades el déficit de vivienda. Por otra parte, se siguieron produciendo ocupaciones ilegales, como mecanismo precario para obtener un espacio donde vivir. Según evaluaciones de la Alcaldía del Municipio Libertador, las ocupaciones ilegales se producen mayoritariamente en áreas protegidas y de alto riesgo. A estos riesgos, se suman las amenazas de desalojos forzados, realizados aplicando un uso excesivo de la fuerza, que predominaron como respuesta de las autoridades y organismos policiales regionales: durante el lapso de las 27 desocupaciones registradas, 17 sucedieron bajo la fuerza e implicaron en su mayoría destrucción de bienes y agresiones físicas.

Desde el Estado se mostró voluntad política para lograr cambios sustanciales en la estructura de la tenencia y uso de la tierra, mediante la aplicación del nuevo ordenamiento jurídico, lo que se evalúa como un avance en la garantía del derecho a la tierra. Se observaron progresos en la adjudicación de tierras, que se realizó casi exclusivamente sobre propiedades del Estado, manteniéndose prácticamente intactas las de latifundistas privados. Hasta agosto de 2003 se habían distribuido 1.171.925 ha., según el Instituto Nacional de Tierras (INTI). La modalidad más usada fue la adjudicación provisional, a través de las Cartas Agrarias. Hubo progresos, también, en la organización de los sectores productivos del campo, en la orientación de la inversión, la planificación de la producción anual, la dotación de maquinaria, así como en el financiamiento a los trabajadores y productores del campo. En este marco se dio a conocer, por parte del Ejecutivo Nacional, el Plan Operativo Anual de Siembra, Producción y Productividad, donde se establecen orientaciones generales y proyecciones de producción en diversos rubros. Asimismo, se avanzó en la creación de varias instituciones, entre ellas el Instituto Nacional de Desarrollo Rural (INDER), encargado del diseño y ejecución de las políticas en materia de infraestructura de servicios, saneamiento de tierras y capacitación a comunidades rurales; el INTI, que tiene bajo su cargo los procesos de administración, expropiación, distribución y adjudicación de las tierras con vocación agrícola; y la Corporación Venezolana Agraria (CVA), con carácter de instituto autónomo.

El proceso de ampliación del disfrute del derecho a la tierra se desarrolló en un clima de tensión, en el que sectores empresariales y grandes propietarios de tierras continuaron oponiéndose a estas políticas públicas. En ese contexto se interpusieron acciones de nulidad contra artículos de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario (LTDA), contra el Decreto N° 2.292 y la Resolución N° 177 del INTI. La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), al pronunciarse sobre una acción de nulidad contra varios artículos de la LTDA declaró, sin embargo, de manera acertada, la nulidad de los artículos 89 y 90 y estableció la interpretación de los artículos 40 y 43 de la mencionada Ley. En el ámbito legislativo, el proceso de reforma de la LTDA no tuvo continuidad y, por consiguiente, también se vio paralizada la discusión de su Reglamento.

Provea registró, entre enero y septiembre de 2003, el asesinato de 4 dirigentes campesinos que luchaban por el derecho a la tierra; mientras que información aportada por organizaciones campesinas cuantifica en 20 las víctimas, contabilizadas desde años anteriores. Ninguno de estos asesinatos fue atribuido a organismos de seguridad del Estado y en varios de ellos las familias afectadas u organizaciones campesinas, responsabilizaron de las muertes a sicarios, presuntamente contratados por grandes propietarios. A su vez, algunos productores del campo denunciaron haber sido agredidos o amenazados por organizaciones campesinas o funcionarios del Estado; en tanto que propietarios denunciaron arbitrariedades de funcionarios del INTI, tales como violación al debido proceso y la promoción de las invasiones. La inexistencia de un catastro que determine con certeza jurídica cuáles tierras son propiedad del Estado y cuáles privadas, continuó siendo fuente de este conflicto.

En relación con los derechos de los pueblos indígenas se concretaron algunos avances normativos e institucionales, en particular en el ámbito educativo y cultural. Sin embargo, se mantiene la situación estructural de violación de estos derechos, debido a la inexistencia de políticas indigenistas claras, así como a la existencia de procesos y proyectos que menoscaban la vigencia de los derechos humanos de estos pueblos, tales como: a) el mantenimiento de la inseguridad jurídica, al no concretarse, en el período, la aprobación de la ley marco para la acción indigenista estatal (Ley de Pueblos y Comunidades Indígenas); b) la inseguridad en materia territorial, por el retardo en la demarcación de los hábitat y tierras indígenas; c) la continuidad o el anuncio de megaproyectos en territorios indígenas; y d) la persistencia de las condiciones de precariedad en relación con la situación de salud indígena. Cabe destacar, como circunstancia agravante, la persistencia de situaciones que atentan contra el derecho a la seguridad ciudadana de los indígenas Barí, en la Sierra de Perijá (Edo. Zulia), por la acción de grupos paramilitares de Colombia que incursionan en territorio venezolano.

De cara al resguardo de los derechos culturales de los pueblos indígenas, destaca como positivo su participación en el proceso de diseño y revisión curricular y elaboración de guías pedagógicas para la educación intercultural bilingüe. Otras medidas que apuntan en la misma dirección son la formación de 3.500 docentes indígenas, la constitución de un Consejo Editorial Indígena, la orden del Ejecutivo de traducir el texto constitucional a idiomas indígenas y el haber declarado el 12 de octubre, como “Día de la Resistencia Indígena”.

En el marco de la deficiencia que acusa el proceso de definición de políticas, sólo se registran las iniciativas emanadas desde la Dirección General de Asuntos Indígenas (DGAI) adscrita al MECD.

Los planes y acciones gubernamentales continuaron siendo puntuales e implementados con un enfoque etnocéntrico y fragmentado. Como ejemplos de estas inconsistencias en la acción gubernamental resaltan dos situaciones: a) el desplazamiento forzoso de comunidades Warao a las urbes; y b) el incumplimiento de los puntos de entendimiento acordados entre el Gobierno y la Federación Indígena de Bolívar (FIB) relativos a estudios de impactos del Tendido Eléctrico a Brasil y la participación de los pueblos indígenas en la definición del uso, administración y gestión de las Áreas Bajo Régimen de Administración Especial (ABRAE). El desplazamiento de comunidades Warao a las principales urbes de Venezuela tiene como trasfondo situaciones de tipo estructural (inseguridad jurídica territorial, desarraigo cultural, pobreza) y coyuntural (epidemias, contaminación ambiental, manipulaciones exógenas) que vulneran su derecho de autodeterminación, al socavar la bases económicas y culturales para su autodesarrollo.

El proceso de demarcación territorial presenta un gran retraso, ya que por mandato constitucional debió finalizar en diciembre de 2001. Esta demora genera tres tipos de conflictos: a) invasión y desalojo del territorio indígena; b) explotación de los recursos por terceros; y c) asignación de usos especiales por parte del Estado.

Con respecto a la propiedad intelectual colectiva de los pueblos indígenas, indígenas amazónicos exigieron que se devuelva la información tomada por el Proyecto Biozulua a las comunidades indígenas de donde se tomó. El Ministerio de Ciencia y Tecnología (quien posee la base de datos), por su parte, respondió manifestando que será protegida y que no se otorgará ningún permiso para divulgar su contenido. Asimismo, la Oficina Nacional de División Biológica (ONDB) y la DGAI suspendieron las autorizaciones para expediciones en los territorios de pueblos indígenas, hasta tanto no se disponga de una normativa para la protección de los conocimientos indígenas en materia de diversidad biológica.

La situación del derecho a un ambiente sano presentó avances y retrocesos. Al igual que otros derechos, este también se vio afectado por la polarización política, principalmente durante la paralización de la industria petrolera en el marco del Paro Petrolero. La afectación de las operaciones de la industria dio paso a una alerta ambiental en el ámbito nacional; y aunque las versiones sobre los accidentes ocurridos se inscriben en lecturas diversas -no exentas de la diatriba política- a finales de enero de 2003 las autoridades de ambiente informaron que desde el 06.10.02 se habían producido 95 sucesos que incluyeron derrames de crudo (8.350 barriles), de gasolina (524 barriles) y fugas de gas, siendo el Edo. Zulia la región más afectada.

Sobre la gestión del Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales (MARN) durante el lapso analizado, destaca como aspecto positivo la dotación de agua potable a los sectores más vulnerables y el saneamiento en ese ámbito. También se evalúan positivamente el saneamiento y la conservación del Lago de Maracaibo (Edo. Zulia), como una prioridad en la ejecución 2002 y la ejecución del proyecto de Saneamiento Ambiental del Litoral Central. Otro aspecto positivo fue la aprobación y ratificación del Protocolo sobre Seguridad de la Biotecnología y la realización de campañas de educación ambiental, así como la culminación de la primera fase del Proyecto Plaguicidas, que incluyó el control de aproximadamente 1.000 toneladas métricas de desechos peligrosos, ubicados en diferentes regiones.

Durante el lapso el tema ecológico estuvo ausente de la mayoría de los grandes discursos o iniciativas del Jefe de Estado venezolano. Uno de los aspectos negativos de la gestión del MARN fue el relanzamiento de un nuevo proyecto de Ordenamiento y Reglamento de Uso de la Reserva Forestal de Imataca, sometido a una consulta pública limitada y carente de la información adecuada; amén de que, en opinión de varios grupos ambientalistas, la propuesta contempla el uso minero de esta área, lo que es contrario al objetivo de las reservas forestales y las medidas cautelares dictadas en 1997 por el máximo Tribunal. Se observa la ausencia o debilidad de presión a otras instancias estatales para lograr que Venezuela suscriba el Protocolo de Kyoto sobre cambios climáticos. Igualmente faltan iniciativas para actuar, de manera coordinada con otras instituciones, frente a las ocupaciones ilegales en las ABRAE. Otra deficiencia se observa en la continuación del Proyecto Minero Las Cristinas, a instancias del Ejecutivo, en la Reserva Forestal de Imataca. Igualmente negativa es la entrega de permisos para megaproyectos petroleros, gasíferos, carboníferos y mineros sin los requeridos estudios de impacto ambiental y sociocultural, ni la previa información y consulta con las comunidades. Entre estos se encuentran el Proyecto de la Plataforma Deltana (Edo. Delta Amacuro) y el Proyecto Mariscal Sucre o Paria Norte (Edo. Sucre), de explotación gasífera – petrolera; el Plan Puerto América para traslado de carbón (Edo. Zulia); y el Proyecto del Puerto de Aguas Profundas, de transporte por vía marítima de hierro, calizas y otros minerales (Edo. Sucre). Por otro lado, la aprobación de la Ley de Semillas y Materiales para la Reproducción Animal e Insumos Biológicos representó un retroceso, porque en lugar de limitar y restringir el uso de transgénicos, se incorporó la investigación y uso de los mismos.

En cuanto al derecho a la vida, en el lapso analizado se registraron 165 denuncias, lo que significa una disminución del 6%. Variación que no devela una mejoría cualitativa, en tanto que las denuncias registradas se enmarcan en patrones de actuación que persisten desde hace más de una década y que están orientados a procurar la impunidad de estos hechos. Sumada a ella, la inexistencia de políticas democráticas de seguridad ciudadana, permiten prever que esta mejoría responde más al comportamiento inercial de la ocurrencia de violaciones que a la modificación de los factores estructurales que inciden sobre ella.

En correspondencia con la tendencia observada desde 1989, bajo el patrón de ejecuciones se inscribe el 78% de las denuncias. Los mecanismos implementados se inscriben en actuaciones harto denunciadas, como la simulación de enfrentamientos, que incluye la alteración de la escena; la descalificación de la víctima, con o sin base, arguyendo que poseía antecedentes penales; y la intimidación y amenazas a testigos y/o familiares.

La caracterización de las víctimas, según las variables de sexo y edad, indica que los hombres representan el sector más vulnerable (96% del total de víctimas), en especial los de edades comprendidas entre los 18 y 30 años (68% del total). Catorce por ciento (14%) de los casos correspondieron a niños, niñas y adolescentes (2 niñas y 17 adolescentes varones).

En cuanto a los cuerpos de seguridad señalados, en 52% de los casos recayó sobre las policías regionales, destacando la PE Aragua (19), la PE Anzoátegui (15), la PE Carabobo (10) y la Policía Metropolitana (10). Las policías municipales agruparon el 23% de las denuncias y la Policía del Municipio Simón Bolívar (Edo. Anzoátegui) registra el mayor número, con 11 víctimas, seguida de la Policía del Municipio Sucre (Edo. Miranda) con 7 y la Policía del Municipio Caroní (Edo. Bolívar) con 5 casos. Después de las 4 policías estadales con más denuncias, sobre la policía municipal Simón Bolívar (Edo. Sucre) recaen la responsabilidad en mayoría de casos. Sobre los cuerpos de seguridad dependientes del Poder Central (civiles y militares) recayó el 21% de las denuncias y a diferencia del período anterior, cuando el Cuerpo de investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) encabezó la lista de los organismos nacionales denunciados, en este lapso la FAN destacó por aglutinar el mayor porcentaje (10%), encabezando la lista la Guardia Nacional (GN) con 11 víctimas. Respecto a las entidades federales donde se registran los hechos denunciados, el 70% se concentra en 5 regiones: Anzoátegui (21%), Aragua (15%), Caracas (14,5%), Carabobo (11%) y Miranda (9%).

Sobre las investigaciones que se deben iniciar frente a estos casos, el Ministerio Público (MP) informó que entre 2001 y abril de 2003 han sido imputados 173 funcionarios policiales, de los cuales 41% han sido objeto de acusación y en 10 casos recibieron sentencias condenatorias. Las actuaciones del MP siguen siendo insuficientes; no obstante, las mismas también dan cuenta de una línea de trabajo trazada por la institución, que requiere mayor desarrollo y fortalecimiento, en aras de atender uno de los principales escenarios de violación de los derechos civiles, que afecta especialmente a los hombres jóvenes de los sectores populares.

Se presentaron 3.627 denuncias de detenciones ilegales o arbitrarias, lo cual representa una disminución de 20% en el registro de violaciones al derecho a la libertad personal. Esta cifra incluye los tres patrones utilizados: detenciones individuales (2%), masivas (96%) y las efectuadas en el marco de manifestaciones o protestas (2%). El actual período registra la cifra más baja de detenciones arbitrarias de los últimos cinco años.

En dos de los tres patrones se registra una disminución. La excepción se encuentra en el patrón detenciones individualizadas, donde ocurrió un leve incremento de 2,9% respecto al período anterior. En cuanto a la responsabilidad de los cuerpos de seguridad, la mayoría de las detenciones masivas (77%) se registró en operativos conjuntos en los que participaron organismos regionales y dependientes del Poder Central: GN, la Dirección de Servicios de Información y Prevención (Disip), el CICPC, Tránsito Terrestre. Estos operativos discriminatorios, que implican la detención de personas en sectores populares, se repiten en Táchira, Carabobo, Monagas, Miranda y Zulia. Además de los sectores populares, uno de los sectores más afectado sigue siendo el de los niños, niñas y adolescentes. De las detenciones arbitrarias en el contexto de manifestaciones reprimidas, la GN fue responsable del mayor número de casos, concentrando el 46,3% del total (69). Bajo el patrón de detenciones individualizadas, la PE Aragua destaca como responsable del 27% de las privaciones arbitrarias de libertad y la actuación policial que prevalece es el abuso de poder.

Se produjeron 46 detenciones vinculadas a causas políticas, 34 de las cuales ocurrieron en manifestaciones y el resto en la ejecución de medidas de privación de libertad, adoptadas por instancias judiciales que, al incurrir en violaciones al debido proceso, afectaron garantías del derecho a la libertad personal. En centros de detención preventiva, como calabozos, retenes y comisarías, persisten condiciones inhumanas de detención, derivadas principalmente del hacinamiento.

Las denuncias de violaciones del derecho a la integridad personal (137) registran un descenso de 57,7% en comparación con las 324 conocidas en lapso anterior. El mismo comportamiento se mantiene en el renglón de víctimas, donde las 567 registradas en el período dan cuenta de un descenso del 46,7% frente a las que se produjeron en el período pasado (1.064). Al igual que en lapsos anteriores, la mayoría de las víctimas (283) corresponde al sexo masculino.

De los cinco patrones, cuatro registran disminución. Sin embargo, preocupa que el único incremento se registre en el patrón de tortura, que suma 15 casos para un total de 30 víctimas, contra 10 casos y 17 víctimas en el período anterior; 10 de estos casos están relacionados con situaciones derivadas del conflicto político. Bajo el patrón de tratos y penas crueles, inhumanas y degradantes se inscribe el 44,8% del total de víctimas y se ubica como el principal patrón de violación a la integridad personal. Las víctimas que se inscriben en esta modalidad pasaron de 500 en el lapso anterior a 254 en el presente período. En el contexto de allanamientos se produjo el mayor número de víctimas (79) de tratos y penas crueles, inhumanos y degradantes. En cuanto al patrón de heridos, en 25 casos resultaron afectadas 119 víctimas (disminución de 50,8%), la mayoría de las cuales se produjo en el desarrollo de manifestaciones pacíficas reprimidas. El patrón amenazas y hostigamiento totalizó 22 casos y 110 víctimas, con un descenso de 34,9% al comparar con el lapso anterior, y en su mayoría corresponden a actuaciones de abuso de poder. En esta oportunidad, las amenazas y hostigamientos a activistas de derechos humanos se incrementaron significativamente, de 7 a 23. Los allanamientos ilegales contabilizaron 54 víctimas, en contraposición con las 266 registradas anteriormente, para una disminución del 80%; en este grupo resaltan negativamente los allanamientos que afectaron las sedes de instituciones educativas en el contexto de manifestaciones estudiantiles.

La mayoría de las denuncias de violaciones a la integridad personal recaen sobre las policías estadales, que en conjunto son responsabilizadas del 35,3% del total de víctimas (206) y de estas, la más denunciada es la PE Aragua (53 víctimas, 9,3%), seguida de la PE Barinas con 37 (6,5%) y de la Policía Metropolitana con 25 víctimas (4,4%). Entre los organismos dependientes del Poder central, los diferentes componentes de la FAN registran el mayor número de denuncias (187 víctimas, 32,9%) y de estos, la GN destaca con el mayor porcentaje (147 víctimas, 25,9%); le siguen el CICPC (20 víctimas, 3,6%) y la Disip (10 víctimas, 1,8%). Las acciones conjuntas representaron un total de 83 víctimas, para un 14,7%. Por su parte, las policías municipales aglutinaron el 10,7% con 61 víctimas, destacando la Policía del Municipio Bolivariano Libertador (33 víctimas, 5,8%).

Sobre las entidades federales donde se registraron los hechos denunciados, tres entidades agrupan la mayoría de las víctimas: Barinas (28,7%), Caracas (20,5%) y Aragua (11%).

Al cierre de este Informe, la Defensoría del Pueblo no había publicado el Anuario 2002, lo que impidió contar con información complementaria para analizar la actuación de los cuerpos de seguridad. No obstante, destaca como positivo que presentara ante el Comité contra la Tortura (ONU) un informe paralelo al del Ejecutivo, con información sobre el seguimiento de las Recomendaciones hechas a Venezuela por ese Comité, las denuncias registradas en el año 2001 y los primeros cuatro meses de 2002. En materia legislativa no se registraron avances y la AN seguía en mora con la Disposición Transitoria Cuarta de la CRBV relativa a la aprobación de la legislación sobre la sanción a la tortura, ya sea mediante ley o por la reforma del Código Penal.

Al igual que en los cuatro períodos anteriores se mantiene un ambiente general de respeto al derecho a la manifestación pacífica. Se registraron 1.243 manifestaciones de carácter pacífico, de las cuales 35 fueron reprimidas, impedidas u obstaculizadas por organismos de seguridad del Estado (un 2,8%). Se evidencia una disminución tanto en términos absolutos como proporcionales, respecto al período anterior, cuando fueron reprimidas, impedidas u obstaculizadas 45 (3,6% del total). Eso significa 1 de cada 36 en el período anterior contra 1 de cada 25 en este período, con lo cual se continúa la tendencia iniciada en 1998 a la disminución de la represión en manifestaciones pacíficas. Además, el porcentaje de manifestaciones reprimidas en el presente lapso es el más bajo de los últimos 10 años y de esta gestión. Sin embargo, las acciones de funcionarios de organismos de seguridad continúan arrojando saldos lamentables. En el período, 4 personas murieron en el contexto de manifestaciones como consecuencia de la acción de organismos de seguridad, mientras que 117 fueron heridas por armas de fuego, lesionadas o asfixiadas (una reducción de 28% respecto al período anterior); y 69 personas fueron detenidas arbitrariamente (descenso de 45% con respecto al período anterior). Los estudiantes fueron los más vulnerados en su derecho a la protesta, con 11 manifestaciones reprimidas (31,4%), lo que significa un retroceso a la situación de 1992-2000.

Pese a lo que se puede considerar avances en la situación de este derecho, en relación con la obligación de abstención del Estado, la situación varía si se analiza su obligación de protección frente a amenazas de particulares. En efecto, en el contexto de polarización política que vive el país, 101 manifestaciones de apoyo o rechazo al proyecto del gobierno nacional tuvieron un carácter violento, en el período y 15 personas fueron asesinadas (4 por funcionarios de seguridad y 11 por particulares afectos o adversos al gobierno) en medio de manifestaciones. Garantizar la vida, integridad y seguridad de todos los manifestantes es una obligación que el estado debe cumplir, aún en situaciones de gran complejidad como la polarización que vive el país.

El disfrute del derecho a la seguridad ciudadana se encuentra severa y peligrosamente limitado. En este período se registró el incremento en las tasas de homicidio, robos y secuestros. El número de delitos registrados en 2002 presenta un incremento de 16% con respecto al año anterior, pasando de una tasa de 938 a otra de 1.138 por cada 100.000 habitantes. Los homicidios presentan un incremento de 21% con un número total de muertes de 9.617 (para 2002) contra 7.960 del año anterior. Los homicidios continúan su tendencia ascendente en Caracas, mientras que en los estados Zulia, Carabobo y Vargas registran tasas por encima de la media del país. La situación empeoró en prácticamente todos los estados, siendo notables los incrementos en Zulia, Amazonas, Cojedes, Táchira y Anzoátegui. Por otra parte, y como indicador de los efectos deletéreos de la impunidad, la frecuencia de linchamientos aumentó en un 47% en este período. La guerra contra el delito librada por los cuerpos policiales produce por lo menos 18% del total de homicidios registrados oficialmente.

La delincuencia, al igual que en lapsos anteriores, continúa siendo percibida como uno de los principales problemas del país, aunque se encuentra superada esta vez por el desempleo y la situación política.

En cuanto a las políticas desarrolladas en el lapso estudiado, se reitera la tendencia a superponer planes, programas y proyectos, siendo evidente la ausencia de una política de Estado en materia de seguridad ciudadana. A los gravísimos problemas de las policías, se añade el que hayan entrado de lleno en la polarización política, debilitando con ello su rol de garantes de la seguridad de los ciudadanos, sin discriminación. En cuanto al sistema de justicia penal, cabe decir que el conocimiento y sanción de delitos, aunque aumentó levemente en los últimos años, dista mucho de cumplir objetivos mínimamente requeridos para un adecuado control democrático de la criminalidad.

Venezuela registra una tasa superior a la estimada por la ONU de 350 policías por cada 100.000 habitantes, ubicándose en 505,2. Sin embargo, resulta evidente la inequitativa distribución de estos funcionarios, particularmente en el Distrito Metropolitano. Como ejemplo de ello, el Municipio Chacao (al este de Caracas), tiene una tasa de 1.217,7 por cada 100.000 habitantes mientras que el Municipio Libertador tiene una tasa de 63,6.

Entre las principales críticas al sistema policial venezolano cabe señalar la falta de normas inequívocas sobre las atribuciones de los dos ministerios competentes en lo policial (MIJ y Mindefensa); la ausencia de mecanismos de coordinación entre los servicios policiales; el hecho de no haberse promulgado aún una ley orgánica de policía; y la ausencia de mecanismos sociales e institucionales de control sobre estas instituciones. En anteriores entregas ya se ha discutido acerca de lo grave y letal del recurso de los “enfrentamientos” entre civiles y funcionarios policiales, donde se registra una relación de 435 civiles y 11 funcionarios muertos, revelando una proporción de 1:25.

A lo largo del período en estudio continuaron las amenazas a la independencia del Poder Judicial, lo que afectó una de las garantías del derecho a la justicia. Situación que se evidenció, principalmente, en declaraciones de altos personeros del Ejecutivo nacional que abiertamente llamaron al desacato de las decisiones judiciales que le resultaban políticamente desfavorables, y de funcionarios estadales o municipales, tanto afectos a los partidos de la coalición de gobierno como de la oposición.

Existe preocupación en torno a algunas disposiciones propuestas por la bancada oficialista en el proceso de reforma de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia (LOTSJ); una de ellas es la incorporación de parlamentarios en la integración del Comité de Postulaciones Judiciales, en una interpretación, a nuestro juicio errónea, de lo que la CRBV establece como representación de sectores sociales; y entre las actuaciones del Ejecutivo que califican como contrarias al respeto de la autonomía del Poder Judicial, se encuentra el desacato a la decisión de la Corte Primera en lo Contencioso Administrativo en lo referente al ejercicio de médicos cubanos en el Plan “Barrio Adentro”.

El Poder Judicial emitió un acuerdo que, bajo el alegato de preservar su majestad frente a actuaciones que la irrespeten, corre el riesgo de establecer restricciones indebidas a la libertad de expresión y constituir nuevos obstáculos al acceso a la justicia, de litigantes y otros interesados en procesos judiciales.

La reforma judicial, adelantada desde hace casi 10 años, presenta pocos resultados y menos impacto real en el mejoramiento del sector justicia, retardo procesal y desconfianza en los operadores de justicia, al tiempo que un porcentaje importante de los órganos policiales son objeto de denuncias e investigaciones judiciales por su participación en violaciones de derechos humanos. Por su parte, el Poder Ciudadano registra importantes signos de debilitamiento institucional.

Otro ámbito que da cuenta de la debilidad del poder judicial es la provisionalidad que prevalece en los operadores del sistema de justicia que en este período, según diversos estimados, osciló entre 80% y 60%. Escenario que no avizoró cambios, en tanto que los procesos de concursos para la provisión de cargos del Poder Judicial tenían, al cierre de este Informe, más de siete meses suspendidos, por instrucciones de la Sala Plena del TSJ.

Por segundo año consecutivo, ni el MP ni la Defensoría del Pueblo han cumplido con el deber de informar anualmente a la ciudadanía sobre su gestión. Transcurrió un año más sin que la AN avance en la aprobación de la reforma de la Ley Orgánica del Ministerio Público y de la Ley Orgánica de la Defensoría del Pueblo.

El período también registra algunos indicadores positivos. Si bien su impacto debe evaluarse en función del conjunto de variables antes descritas, los mismos dan cuenta de medidas importantes adoptadas desde el Estado. Nuevamente el presupuesto para el Poder Judicial se mantuvo por encima del 2% de los ingresos ordinarios del Estado, tal como lo establece la Constitución, para ubicarse en el año 2003 en 2,5%; se mantuvo el incremento en el número de defensores públicos, aunque estos siguen siendo insuficientes; y el 13.08.03 entró en vigencia el nuevo proceso laboral que está logrando mayor celeridad procesal y solucionando en la etapa conciliatoria una importante proporción de los procesos iniciados.

Los derechos de las personas detenidas y encarceladas se vieron afectados por la continuidad de las tendencias negativas que comenzaron a manifestarse en el año 2001. El número de personas encarceladas ha crecido de forma sostenida, superando en agosto de 2003 la cifra de 20.000 reclusos. Por otro lado, la relación entre penados (46,5%) y procesados (53,5%) se invirtió en el último año, prevaleciendo por primera vez desde la aplicación del Código Orgánico Procesal Penal (COPP) el número de reclusos procesados sobre aquellos que han recibido sentencia judicial, en una clara violación a lo establecido en el COPP y en la Constitución Nacional. En esta variación incidieron las sucesivas reformas del COPP, que restringieron sus aspectos más garantistas retornando al uso generalizado de la prisión preventiva. Igualmente negativo resulta lo limitado de la asistencia legal gratuita, dado el volumen de procesados que carecen de medios para costear otra forma de representación legal. Se registró, sin embargo, un incremento (17%) en el número de defensores públicos en el área penal.

Estos cambios se asocian con un franco retroceso en la situación de los derechos de los reclusos, particularmente en los hechos violentos, el hacinamiento y el deterioro de las condiciones dentro de las cárceles, todos los cuales registran un incremento.

Para el año 2002 el número de muertos y heridos de forma violenta se incrementó en un 18,9% en relación con el año 2001 y para el primer semestre de 2003 el número de víctimas aumentó en un 9,5% frente al mismo período del año anterior. Al desglosar los renglones de heridos y muertos, se aprecia que este incremento se acentúa en el caso de los decesos; así, entre el año 2001 y 2002, los reclusos muertos dentro de las cárceles por acciones violentas aumentaron en un 27,3%, pasando de 249 a 317 fallecidos. Bajo el renglón de heridos, las víctimas se incrementaron en un 17,4%, entre el año 2001 y 2002.

La sobrepoblación carcelaria, calculada en función de una capacidad de albergue estimada en 16.389 cupos, se ubicó en 130%; lo que varía según cada centro de reclusión, en algunos de los cuales la situación es más severa.

También se produjo un desfase entre los recursos disponibles y las necesidades de los reclusos; de forma que, mientras la población reclusa aumentó, el presupuesto destinado a gastos de alimentación se redujo sustancialmente. Para el segundo semestre de 2002, la partida presupuestaria para tal propósito fue de Bs. 6.218.269.400, en tanto que en el primer semestre de 2003 decreció a Bs. 4.525.362.735,50, suponiendo un monto aproximado de Bs. 1.178 diario por prisionero. Un caso que expuso las condiciones de vida de los internos y los graves riesgos sanitarios en las cárceles, fue la detección de un brote de fiebre tifoidea en la Casa de Reeducación y Trabajo Artesanal de El Paraíso (Caracas), conocido como La Planta, contexto en el que fallecieron 2 reclusos. La investigación de las autoridades sanitarias determinó que la enfermedad dentro del penal se propagó a través de los alimentos.

Se mantuvo el déficit en el personal de custodia y en el de funcionarios técnicos encargados de atender las demandas de los reclusos en materia educativa, de salud, recreacional y sobre beneficios procesales y penales. En tanto que los problemas de excesos y abuso de autoridad por parte del personal carcelario persisten. En el lapso se registró la denuncia sobre un recluso asesinado por un vigilante, luego de reclamar por los maltratos inflingidos. Durante el período se realizaron diversas protestas de reclusos y familiares exigiendo mejoras en las condiciones de encarcelamiento y celeridad en el otorgamiento de beneficios, comenzando en el 2003 con una huelga de hambre que involucró al menos a 20 penales y a cerca de 5.000 presos. Desde octubre de 2002 hasta septiembre de 2003 se contaron, de acuerdo con los registros de prensa, 35 conflictos carcelarios, más, al menos, 7 acciones de protesta por parte de familiares de los reclusos.

Las actuaciones del Ejecutivo y otros poderes públicos que destacan como positivas siguen sin revertir las precarias condiciones que imperan en los centros de reclusión. En el lapso, se trazaron líneas generales en materia penitenciaria por parte del MIJ, de la Defensoría del Pueblo y el MP, que abordan el problema del retardo procesal y la descentralización de las prisiones. En el área de infraestructura, además de una inversión aproximada de 5 millardos en refacciones menores, el FONEP adelanta acciones para la rehabilitación y remodelación de los centros existentes.

En relación con el derecho a la libertad de expresión e información se constató un amplio y vigoroso debate público de ideas en los distintos medios de comunicación, públicos y privados, y también la comisión de excesos y abusos en el ejercicio de este derecho. Provea registró un número elevado de casos en los que se vulneró este derecho, particularmente asociados a expresiones de intolerancia política.

El número de casos alcanzó un total de 107 en comparación con los 115 registrados en el período anterior, lo que implica una reducción del 7%. No obstante ello, en esos casos se afectó a 158 víctimas, lo que implica un aumento del 1,3 % en comparación con el período anterior, cuando se registraron 156. El patrón agresiones físicas a comunicadores y ataques a las sedes de los medios, por parte de particulares, sigue siendo el más frecuente.

Continuó el conflicto entre los medios de comunicación y funcionarios estatales, el cual se encuentra en el centro de los problemas que afectan la situación de este derecho y se registró un incremento de aplicación de medidas administrativas sobre la base de normativas sublegales (reglamentos y decretos), contrarias al contenido del derecho humano a la libertad de expresión y a la información en el ámbito interamericano, especialmente en lo relativo al desacato.

En el contexto del paro realizado entre diciembre de 2002 y febrero del 2003, la polarización política ocupó a todos los medios de comunicación, oficiales y privados, y en lugar de la programación o las páginas habituales, prevalecieron los espacios de propaganda política, en muchos casos, cargados de intolerancia e incitación al delito. En el caso de las televisoras, la programación destinada a los niños desapareció de las pantallas. En ese contexto, simpatizantes del Presidente Chávez realizaron manifestaciones en sedes de periódicos y de canales de televisión exigiendo mayor pluralidad y veracidad, siendo posible distinguir entre manifestaciones pacíficas y violentas. Estas últimas ocasionaron severos daños materiales en instalaciones de medios privados de comunicación.

En el contexto político de agudización de la polarización, los comunicadores fueron víctimas de agresiones mientras realizaban labores profesionales, manteniéndose como un sector vulnerable. Se registraron casos en los que periodistas, reporteros gráficos, técnicos y camarógrafos resultaron lesionados por piedras, golpes y perdigones. El aumento de las agresiones directas a medios y a profesionales de la comunicación fue de un 40,3 % en relación con el período anterior. Existe una relación directamente proporcional entre la intensidad del conflicto político y los hechos violentos que afectan a medios y periodistas.

Hubo un caso de detención a un empleado de un medio de comunicación social y en cuatro oportunidades se observaron situaciones de retención de equipos de reporteros que estaban en pleno ejercicio. Asimismo, se contabilizaron casos en los que particulares ocasionaron daños a sedes de medios de comunicación y a equipos de trabajo como cámaras y unidades de microondas. Hubo intensos debates en relación con el proyecto de Ley de Responsabilidad Social de la Radio y la Televisión que comenzó a ser discutido en la AN y que establece normativas que podrían limitar el ejercicio pleno de la libertad de expresión. El único cierre de medios conocido en el período fue el de la estación de televisión comunitaria Catia TV, ordenado por la Alcaldía Metropolitana.

De los casos registrados en este período, 61 son producto de la acción de particulares y39 responsabilidad directa del Estado. Se constató un leve descenso en los casos conocidos, tanto en los de responsabilidad de particulares (que fueron 52 en el período anterior), como en los de responsabilidad estatal (que fueron 63). Este descenso numérico no guarda correspondencia con un descenso en la cualidad de las agresiones a medios y comunicadores.

En relación con la fecha de ocurrencia de los casos se observó que 23 (21,5%) se registraron en el mes de diciembre, 22 (20,6%) en enero y 15 (14,0%) en febrero, para un total de 60 (56%) en los meses en los que el conflicto político fue más intenso. La mayor parte de los hechos, 46 (43,0%) sucedieron en el Distrito Capital, la región de mayor relevancia en cuanto al conflicto político. La segunda región que registró mayor número de casos fue Aragua con 13 (12.15%), seguida de Anzoátegui con 7 (6,5%).

El disfrute del derecho al asilo y refugio por parte de los solicitantes no registró avances durante el período. Estas personas esperan respuesta del Estado, dado que el mecanismo para reconocer el estatus jurídico de los solicitantes de asilo todavía no se pone en funcionamiento, lo que los mantiene en una situación de inseguridad jurídica que afecta negativamente sus derechos. No obstante, a partir de abril de 2003, el Ejecutivo tomó algunas decisiones, que valoramos positivamente, tales como la instalación de la Comisión Nacional para los Refugiados y la adopción del Reglamento de la Ley Orgánica para Refugiados y Refugiadas y Asilados y Asiladas (LORA).

La mora en las decisiones sobre las solicitudes, la ausencia de entrega de documentos idóneos y el irrespeto al debido proceso en la tramitación de los casos, son actuaciones que lesionan gravemente este derecho.

La falta de documentación adecuada que acredite la condición de solicitantes de refugio, permite que sean asumidos por el Estado venezolano como migrantes ilegales, lesionando este y otros derechos relacionados. Así: a) son objeto de detenciones o amedrentamiento por parte de los cuerpos de seguridad del Estado, en especial de la Fuerza Armada Nacional (FAN) asentada en la frontera, violando con ello uno de los principios de este derecho que es la no sanción por presencia ilegal, con riesgo de que se produzcan deportaciones que violarían, además, el principio de no devolución; b) se les afecta el goce y ejercicio de los DESC, por limitación en el acceso a los servicios básicos de salud, educación o trabajo; c) se debilitan los derechos a la seguridad e integridad personal, en escenarios donde hay multiplicidad de actores armados, situación especialmente grave en la frontera con Colombia; d) dificulta su movilización dentro del territorio nacional.

ACNUR registró un total de 1875 personas solicitantes en 554 casos, de los cuales el 89 % se encuentran ubicados en los estados Apure, Táchira y Zulia. El 99 % de los solicitantes son de nacionalidad colombiana. Ello implica un aumento del 87,5% en comparación con el período anterior cuando se registraron 1000 personas.

En cuanto al derecho al asilo político, al igual que en el período anterior, se observa una situación de respeto. En los 6 casos conocidos, en los que Venezuela fue país emisor, cumplió con las obligaciones que se desprenden de los instrumentos que consagran este derecho. No obstante, en este tema hay que señalar que Venezuela ha dejado de ser un país receptor de asilados políticos para convertirse en uno emisor, dato que constituye un indicador del conflicto venezolano, y que implica una señal de alarma.