Desde un lugar distante del estado Portuguesa, un grupo de familias campesinas beneficiarias de cartas agrarias, créditos y un tractor, afirman que ahora viven peor que antes.
Se les adjudicó una tierra que requiere de costosos y complejos procesos para transformarla en fértil y productiva con una asesoría técnica que aún esperan. Se les dio un crédito que llegó cuando ya había pasado el ciclo de siembra. Se les otorgó un tractor sin rastra. Se les prometió una vivienda que no se construyó. Fueron de una institución a otra esperando que algún funcionario entendiera que una carta agraria, un crédito y un tractor no necesariamente producen una mejor calidad de vida.
Esta falta de seguimiento a las políticas implementadas atenta contra el éxito global del Plan Zamora. En el pasado, errores como estos produjeron frustración en los campesinos venezolanos beneficiarios de reformas agrarias.
Estas denuncias son una alerta que el Gobierno debe analizar con cuidado y sin prejuicios, pues provienen de sectores que mantienen su esperanza en un proceso que prometió dignificarlos. Si esta reforma agraria fracasa de nuevo, se perderá la aspiración de una democratización de la propiedad de la tierra, el fortalecimiento de la seguridad alimentaria y la búsqueda de un mejor nivel de vida para las personas que laboran el campo venezolano.
Prensa Provea, 20.05.04