¿Quién fue Monseñor Romero?

La historia nos refiere que Óscar Arnulfo Romero fue el segundo de ocho hermanos, hijos del matrimonio formado por el telegrafista y empleado de correos, Santos Romero y su esposa Guadalupe Galdámez. Desde niño tuvo una salud muy frágil, fue retraído y callado. En la escuela pública destacó en materias humanísticas, más que en matemáticas.

Ahora bien, para hacer una mirada más rica entrevistamos al sacerdote jesuita, Jesús María Aguirre, y al activista de los derechos humanos, Bryan Barrios Grafe, integrante de la Red de Apoyo por la Justicia y la Paz, para que nos cuenten desde su punto de vista personal sobre Monseñor Romero.

 

Bryan Barrios Grafe señala que Romero, obispo de la iglesia Católica y luego arzobispo de San Salvador, “fue electo para que conciliara la política de Estado con las actuaciones de algunos sacerdotes y religiosas de aquel entonces. En ese momento, estaba en boga la teología de la liberación y, en San Salvador, había todo un movimiento de sacerdotes y religiosas que comulgaban con toda esta tendencia de la iglesia, y al Estado de derecha de ese momento no le convenía que sacerdotes que tenían ese contacto con el pueblo estuvieran alborotándolo para que exigiera sus derechos”.

 

En ese contexto, añade el activista, eligieron a Monseñor Romero como Obispo por ser un sacerdote de corte tradicional, conservador, prudente y que, además, venía desarrollando su trabajo pastoral en el país; sin embargo, en el camino se dio cuenta de las grandes injusticias, de los martirios que fueron víctimas algunos sacerdotes, porque el Estado venia silenciando a aquellos que defendían a los pobres entre los pobres y Monseñor Romero, viendo la realidad de su país, comenzó a denunciar las injusticias cometidas por el Estado e incluso confrontó mucho al clero de esa época.

 

Por su parte, Jesús María Aguirre, s.j., supo de Monseñor Romero antes de su asesinato, porque colocaron una bomba en la emisora del Arzobispado ISAX, y fue entonces, cuando acompañado por el Padre Vives Suriá, recorrieron los medios para denunciar el atentado y el intento de acallamiento de la voz de Romero, en El Salvador. “A partir de ahí, y por medio de los compañeros jesuitas, seguimos más estrechamente los acontecimientos de El Salvador, hasta que se asesinó a Mons. Romero”.

Para Aguirre, “Romero fue la voz de los que estaban silenciados y sin voz. Un sacerdote tímido y humilde, que sintió cómo los sufrimientos del pueblo más sencillo le quemaban las entrañas, y dio el paso de proferir una voz clamorosa y profética en favor de ellos”.

 

24 de marzo de 1980: Crónica de una muerte anunciada

“Esta semana me llegó un aviso de que estoy en la lista de los que van a ser eliminados la próxima semana; pero que quede constancia de que la voz de la injusticia nadie la puede matar ya”. Monseñor Romero (24-02-1980).

 

Es de hacer notar que estas amenazas no lo frenaron en la defensa de los pobres, en la lucha contra las desigualdades sociales, ni en la denuncia de los asesinatos cometidos contra civiles por fuerzas de seguridad, unidades armadas o grupos paramilitares bajo control militar, según señala la iglesia. Fue así como el 24 de marzo de 198, Monseñor fue asesinado al final de su predicación, durante una misa que celebraba.

 

Aún se desconoce quiénes fueron los autores intelectuales de este crimen; sin el padre Aguirre concuerda con la tesis más difundida de que la autoría intelectual fue del mayor del Ejército salvadoreño, Roberto D’Aubuisson, líder de los escuadrones de la muerte y fundador del partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y señala que a Monseñor Romero lo mataron porque estorbaba al proyecto que representaba la extrema derecha.

 

Considera Barrios Graf que a Monseñor lo matan porque, mientras que el Estado venía sembrando muerte en El Salvador, Monseñor Romero decía que había que respetar los derechos humanos, buscar justicia, respetar a los pobres porque ellos tienen derecho a que se les respete y además se haga todo lo posible para transformar la realidad. “Monseñor estaba denunciando todo un sistema de injusticia que, efectivamente, le tocaba a más de uno, no solo a gente del Estado sino a gente con intereses económicos, sociales, políticos porque no les convenía una voz disidente que además era escuchada”, agregó.

 

Canonización popular

A los pocos días de su asesinato, don Pedro Casaldáliga -profeta certero y portador de buenas nuevas– escribió su conocido poema San Romero de América, lo que refleja sin duda el sentir popular que vio en Monseñor, adelantándose a la jerarquía católica que, si bien ya lo proclamó como siervo, aún no lo ha proclamado santo.

 

Mora de la justicia

El 24 de marzo de 2010, al cumplirse el aniversario 30 del asesinato del arzobispo Óscar Arnulfo Romero, el presidente de El Salvador, Mauricio Funes, pidió perdón y reconoció que los escuadrones de la muerte que lo perpetraron «actuaron bajo la cobertura, colaboración, aquiescencia o participación de agentes estatales».

Sin embargo, varios sectores coinciden en que este crimen aún es una tarea pendiente del Estado salvadoreño. “Existe una necesidad de investigar y determinar quiénes son los responsables y hacerlo públicamente para tranquilidad de todos… «, declaró Almudena Bernabeu, del Centro de Justicia y Responsabilidad (CJA), entidad que lleva el caso de Romero y consiguió en 2004 la única sentencia contra uno de los implicados, el capitán Rafael Álvaro Saravia, condenado a pagar 10 millones de dólares y que actualmente está prófugo de la justicia estadounidense.

 

Fuentes consultadas:

• http://www.romeroes.com

• Óscar Romero – Wikipedia, la enciclopedia libre

• http://www.un.org/es/events/righttotruthday/romero.shtml

• http://www.abc.es/20100324/internacional-iberoamerica/aniversariomonsenorromero-201003241831.html

• Afiche de Monseñor Romero, elaborado por Aviación Equipo maíz, El Salvador, c.a.

 

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