Reos se enfrentan a cuchilladas bajo la mirada de otros reclusos de la cárcel de Uribana, en una sangrienta práctica de esparcimiento realizada una vez por semana que en realidad está entre las más “civilizadas” dentro de la salvaje lógica del sistema penitenciario venezolano.

A fin de cuenta, El Coliseo tiene sus reglas, explicó Carlos Nieto Palma, profesor universitario y Coordinador General de la ONG Una Ventana a la Libertad. Grupos de dos o más reclusos dirimen sus diferencias con armas blancas en el centro de un gran círculo formado por espectadores. Pero “los gladiadores” solo pueden cortar al adversario, la norma dicta que se deben evitar las heridas con penetración.

“Para sobrevivir dentro de una cárcel en primer lugar hay que tener plata [dinero], para poder relacionarte bien, y para tener protección dentro del penal. Cuando entras a la cárcel, ellos te contactan y de acuerdo a tu capacidad económica tendrás determinados privilegios”

“Los enfrentamientos pueden causar graves heridas que en ocasiones provocan la muerte”, sostuvo Nieto.

Pero la muerte con cuchillo es rara dentro de las prisiones venezolanas, instituciones que se han convertido en feudos controlados casi en su totalidad por bandas delictivas. “Todo el mundo porta armas de fuego”, explicó Nieto. “Más del 90 por ciento de las muertes de nuestros penales [que suman casi 600 en lo que va de año] son provocadas por este tipo de armamento”.

El Estado ha transferido el control de las cárceles a las bandas, que adoptando una arquitectura de poder similar a la de la mafia siciliana, controlan todo lo que se hace dentro de las prisiones, incluyendo los muy lucrativos negocios de la droga y de ventas de armas. Expertos consultados por El Nuevo Herald dijeron las autoridades sólo custodian las afueras de las instalaciones, permitiendo que su interior se convierta en sucursales del infierno en la tierra.

“La situación en las cárceles es crítica”, expresó recientemente el diputado Richard Blanco, integrante de la Comisión Permanente de Cultos y Régimen Penitenciario de la Asamblea Nacional.

“Hace apenas una semana veíamos cómo más de 460 personas permanecían secuestradas en Uribana [cárcel del estado Lara]. En Yare [centro penitenciario de Miranda] hubo una verdadera masacre, en la que fuentes de los tribunales aseguran que fallecieron más de 40 presos, por lo cual improvisaron un cementerio en las áreas verdes de la prisión. También en Santa Ana [estado Táchira] hubo secuestro y en Tocuyito [Estado Carabobo] van 28 muertos en lo que va de año”, señaló Blanco.

Las cárceles venezolanas siempre han sido lugares muy peligrosos. Problemas como la superpoblación de internos, la ineficiencia de las cortes y la falta de programas de capacitación están presentes en el país desde hace décadas.

Pero la situación ha empeorado aceleradamente en los últimos años. Primero a través de un mayor descuido y desatención por parte del gobierno de Hugo Chávez, y luego, a partir del último año, con la designación de la nueva Ministra Especial para las Prisiones, Iris Varela, cuyas acciones están exacerbando el problema, dijeron los expertos.

“La ministra ha demostrado ser incapaz en el reordenamiento del sistema penitenciario”, explicó Humberto Prado, Director del Observatorio Venezolano de Prisiones.

“Se crea el año pasado el Ministerio de Asuntos Penitenciarios y sin embargo el primer año de gestión de la ministra Valera mueren 567 personas en las cárceles. Y en el primer semestre del año, mueren otras 304 personas. Eso quiere decir que cada 10 horas muere un interno en Venezuela”, sostuvo.

Si bien el problema penitenciario reside en un problema delincuencial vinculado a la pobreza y la corrupción moral y social, entre otros factores, no hay duda que las actuales dimensiones del problema recaen en la falta de voluntad política de un gobierno que no tiene la mirada puesta en la preservación de los derechos humanos y que en esencia muestra que le importa muy poco las vidas de los reclusos, declaró Marco Antonio Ponce, director del Observatorio Venezolano de la Conflictividad social.

“Ante un gobierno indolente por el tema penitenciario, el resultado es que estas personas residen en un depósito de seres humanos. Al entrar allí, la vida depende de los líderes de las bandas armadas que están dentro de de estos recintos, porque el Estado venezolano no tiene ningún tipo de control sobre las cárceles”, manifestó.

“Las autoridades, que delegaron la responsabilidad de las cárceles a estos líderes, pensaron que negociando con ellos iban a normalizar la situación de la violencia, pero ha sido todo lo contrario. Pactar con la mafia se convirtió en un boomerang y a un año de la creación del nuevo ministerio, han estallado dos grandes crisis, con una gran cantidad de personas fallecidas y asesinadas en todo el territorio nacional”, expresó Ponce.

Esas personas asesinadas incluyen incluso funcionarios del mismo ministerio que resistieron las presiones ejercidas por los jefes de las bandas, conocidos internamente como Pranes.

“En Venezuela, ya opera este tipo de sicariato debido a la negligencia del Estado, debido a su ineficiencia para ordenar el sistema, y lamentablemente en nuestro país existe lo que se podría calificar de una guerra civil no declarada dentro de las cárceles, donde existe la pena de muerte, continua y sostenida”, indicó Prado.

Los expertos consultados coinciden en que los grupos liderados por los Pranes y sus lugartenientes, conocidos como Luceros, son realmente quienes deciden quién entra y sale del penal, qué se hace o no se hace, y quienes deciden quién vive o muere.

Estos encabezan operaciones que son sumamente lucrativas que van desde las ventas de armas y drogas hasta el cobro de una mensualidad a cada uno de los reos por estar allí.

Prado añadió que ese pago, conocido como La Causa, es obligatorio para la inmensa mayoría de los 45,000 reos que actualmente tiene Venezuela. “Si eres un reo y no pagas, te mueres”, expresó.

Además de La Causa, los reos deben pagar por cada objeto que reciben dentro del penal, siendo las bandas las que venden el jabón para el aseo, el papel higiénico, colchones, hasta la comida, “artículos que deberían ser aportados por el Estado pero que dejó de hacerlo”, explicó Nieto.

También son los que venden los artículos de privilegios, como celulares, televisores y computadoras.

Los Pranes —con los Luceros sirviendo de escoltas, sicarios y de tren ministerial— también brindan protección a quienes les pagan, aunque este es un servicio que además de L a Causa debe ser retribuido con el cumplimiento de las órdenes que la banda imparta.

“Para sobrevivir dentro de una cárcel en primer lugar hay que tener plata [dinero], para poder relacionarte bien, y para tener protección dentro del penal. Cuando entras a la cárcel, ellos te contactan y de acuerdo a tu capacidad económica tendrás determinados privilegios”, relató Nieto.

“Si no tienes dinero para pagar, es posible que pagues tu cuota a través de labores de limpieza, a éstos se les llama Brujas. Gente que trabaja en las cárceles pero trabajan para los Pranes”, añadió Nieto.

Aún cuando las bandas logran brindar cierto orden dentro de las instalaciones, también son las principales fuentes de conflicto, ya que el liderazgo es normalmente obtenido a través de enfrentamientos entre los distintos Pranes que puede tener un penal, que ante la enorme cantidad de armas disponibles, suele terminar con enormes derramamientos de sangre.

Algunas de los peores situaciones penitenciarias registradas en Venezuela en los últimos meses se debieron a este tipo de enfrentamientos, que se traducen en una constante lucha interna por el poder.

Pero las muertes también se deben a las ocasionales riñas entre reos portando armas de fuego, que se enfrentan en ocasiones tras insultos o cruce de miradas.

“Si hay un ocio absoluto dentro de las cárceles, si los reos no estudian, no trabajan, no tienen nada que hacer más que consumir droga, y además están hacinados y tienen armas, no ha de extrañar que tengamos este problema dentro de las cárceles venezolanas”, indicó Nieto.

“Todos estos elementos son los elementos perfectos para una mezcla muy explosiva”, agregó.

Siga a Antonio María Delgado en Twitter:@DelgadoAntonioM (Antonio Delgado, El Nuevo Herald, 17.09.12)

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