En los últimos cuatro años el gobierno ha realizado un importante gasto en compra de armamentos y cada vez le da más prioridad al equipamiento de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. El argumento es que la Revolución requiere estar preparada para cualquier ataque, provenga del propio territorio o del exterior. Prepararse para la defensa de la soberanía ciertamente es razonable, pero la mejor defensa no se garantiza por la posesión de mejor armamento, sino con un pueblo unido, moralizado y dispuesto a sacrificarse por defender lo que considera justo. Y ese es el punto débil. Tenemos un gobierno que más que unir llama permanentemente a la división del país. Un gobierno que más que moralizar produce cada vez mayor frustración en amplios sectores ante la ineficacia, ineficiencia y corrupción. La estrategia, evidentemente, no es la mejor y es contradictoria. Mientras se crean «guerrillas estudiantiles» con adolescentes muchas escuelas y liceos se encuentran deteriorados y se acrecientan las deudas con los profesores y profesoras; se gasta en fusiles y aviones militares y los hospitales permanecen permanentemente en crisis, sin mejorar las condiciones de trabajo del personal que labora en los servicios públicos de salud; se destina millones de dólares para la compra de helicópteros y el proyecto del Bus Caracas continúa paralizado generando enormes inconvenientes a quienes viven en sus alrededores supuestamente por falta de recursos. Las prioridades de inversión son otras, pero se prefiere destinarlas a las compras de armamento que no inciden en nada de manera favorable en las condiciones de vida de los habitantes del país.
Por otra parte, mientras el país requiere un discurso y una práctica de paz social ante la incesante violencia que se vive en las calles y comunidades, el discurso de la dirigencia política gubernamental es estimular el imaginario de la violencia y la guerra.
Los propios funcionarios del Estado, al analizar el grave problema de la inseguridad que se vive en el país, han afirmado una y otra vez la necesidad del desarme de la población y de promover la resolución pacífica de los conflictos. Sin embargo, el Presidente Chávez y su equipo de gobierno se empeñan en estimular el manejo de armas por parte de los ciudadanos y ciudadanas y a través de la Milicia Bolivariana se distribuye armas a sectores de la población y se difunden mensajes que califican al que crítica al gobierno como enemigo a liquidar. Se promulgó una buena ley dirigida a desestimular el interés de los niños, niñas y adolescentes en la violencia y la guerra, pero los medios de comunicación del Estado son usados para difundir mensajes de odio a un sector de la población promoviendo la discriminación política y difundiendo mensajes de corte militarista. No hay duda, que las prioridades que exige la gente van por un lado y el gobierno lamentablemente en muchos aspectos camina en dirección contraria. No es casual por lo tanto que el descontento y la protesta se incrementen.
Marino Alvarado
Coordinador General de Provea