La ley es un fetiche

Los días de visita en los penales venezolanos podemos ver colas y colas de mujeres de todas las edades esperando ver a sus familiares; son primordialmente ellas quienes cada semana bajo el sol o bajo la lluvia aguardan durante horas, cargadas de alimentos, ropa limpia y cosas que ellos necesitan Y por si fuera poco, antes de entrar, tanto en los espacios masculinos como femeninos son sometidas a requisas ilegales.

La familia supone el principal apoyo, esperanza y soporte afectivo para la mayoría de los hombres presos, y son las parejas, madres, abuelas y hermanas quienes cumplen principalmente este papel. Las mujeres presas, tienen menos soporte afectivo por parte de sus parejas y familiares masculinos. Las mujeres no los abandonan. Su acompañamiento es hasta el final, sea el que sea.

Loira, una de las mujeres que visita cada semana uno de los penales , dice: “Tener un familiar en la cárcel es lo peor, es una desgracia, se sufre demasiado, tenemos que soportar demasiado, hay que estar demasiado pendiente de todo y dedicarle mucho tiempo y mucha plata, allá adentro todo tiene un precio , además de la angustia de saber cómo los tratan , ¿ sabe cómo los tratan?, como animales. Siempre está el miedo de que los maten. Tenemos que hacernos cargo de todo, de los que están adentro y de los hijos que nos toca criar solas”. “Eso es permanente, les dicen que los llevan al tribunal y después nada. Los engañan y están desesperados, nosotras también. No es justo lo que pasa. Son seres humanos, tienen familia, queremos que salgan los que ya cumplieron la pena y a los otros, que les dicten sentencia de una vez y los traten bien. ¿Cuándo van a salir? A este paso nunca. Y cuando salgan van a estar destruidos. Salen peor de lo que entran. ¿Y después quién va a querer estar con ellos? ”

Los últimos acontecimientos en por lo menos 15 penales del país, ponen en evidencia nuevamente las injusticias y las deficiencias y precariedades del sistema; son absolutamente indignas las condiciones de hacinamiento, vejaciones y el retardo procesal, que afecta al 80% de la población penal, entre otros infortunios. A raíz de la huelga de hambre que iniciaron el 14 de este mes los internos de la Penitenciaria General de Venezuela, las mujeres, en solidaridad se instalaron en la parte de afuera del penal con carpas y otro tipo de toldos, hasta que un piquete de guardias entró fuertemente armado dentro de las instalaciones para poner fin a la huelga. Después, disparos, gritos, bombas, también para las mujeres y hasta fuego para acabar con su “campamento”. Una acción de amedrentamiento, trágica y despiadada. El saldo, 7 internos muertos y 25 heridos/as incluyendo a familiares agredidos en el embate exterior . Sin tregua, el domingo 23, otra vez las mujeres, decidieron permanecer dentro del penal, hasta que se realicen las mesas de diálogo.

En el Centro de Reeducación Artesanal de El Paraíso, La Planta, las 900 mujeres que permanecían solidariamente dentro del penal, a petición de los internos ya abandonaron el lugar; en Tocorón también están en huelga de hambre, y en el Internado Judicial de Coro, las internas se sumaron a la huelga que iniciaron el lunes 17 los reclusos.

La población carcelaria crece aunque la escasez de voluntad política más que de recursos, impide satisfacer los objetivos primordiales de reeducación y reinserción social que establece la ley. Tampoco se cumple el principio fundamental del tratamiento penitenciario: la separación según perfil criminológico. Prevalecen los arreglos y disposiciones que permiten armas, mafias, drogas y violencia interna. Estos graves problemas deben abordarse desde la legalidad y no pueden ser la excusa de la violación de los derechos humanos de los internos/as. Las mujeres que hacen las colas saben que las mejoras que logran después de un conflicto son circunstanciales y duran poco. Desde este lugar, el sufrimiento de las familias de las 32.624 personas que permanecen en las cárceles venezolanas no tiene fin por ahora. Son excepcionales los penales donde pueden vivir con dignidad, trabajar y educarse.

La cultura carcelaria venezolana significa deterioro humano no sólo para quienes estén en la cárcel y quienes puedan ingresar por diferentes causas, también caracteriza a una sociedad que se juega algo más que un problema de los “otros” , al convivir indiferente ante la violación de los derechos humanos, con un discurso que desconoce el derecho que tiene toda persona a ser tratada de acuerdo a los principios fundamentales, aunque haya infringido la ley, aunque se trate de un delincuente.

POR SER MUJERES

Las reclusas del Internado Judicial de Coro, además de la insalubridad y hacinamiento, denuncian: 1.- limitaciones de visitas de sus parejas 2.- el no goce el derecho a la visita conyugal, 3.- el presunto acoso por parte del personal de seguridad.

LA MUJER GATA

La mascota para el evento del XII Mundial de Softbol, se llama Sofi y su diseño se hizo por votación entre las integrantes de la selección femenina. La ministra del Deporte, Victoria Mata la presentó y también la describió como una muñeca, aunque sea una gata blanca con ojos azules bastante grandes, que por el nombre puede ser asociada con la sabiduría de la antigua Grecia, según la propia ministra.

“Se refirió a la mascota Sofi como “vivaz, astuta, instintiva, ágil, femenina, cariñosa, juguetona, bella y específicamente coqueta” y según sus palabras, Sofi es un compendio de las características de la mujer venezolana y de la actitud de las jugadoras criollas”.

Una aseveración un tanto comprometida con lo superficial, en el mismo estilo aprendido que se usa al hablar de las mises, las novias, y las mini mises. Las chicas venezolanas tienen la autopercepción y la autoestima diseñada de antemano con un patrón que se repite en cualquier ámbito: desde los más vulgares a los más exquisitos.

El orden

El “orden de la naturaleza”, hace unos 5000 años lo impone el patriarcado. En la República de Malaui , situada en el sureste de África, condenaron a la pena máxima- 14 años de cárcel- y a trabajos forzados a dos homosexuales luego de haber organizado la primera ceremonia simbólica de matrimonio gay del país, por violar “ el orden de la naturaleza” . La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, manifestó su indignación y consternación por la medida aplicada, altamente discriminatoria. Se espera que los pronunciamientos de los movimientos de los derechos humanos y los del movimiento gay , lésbico y otros, tengan resultados a favor de los dos hombres condenados.

AUTOESTIMA

(…) cuando la mujer asume como natural e inmodificable la desigualdad de género, ve menoscabada su autoestima. Para las mujeres que han asumido la desigualdad de género como “natural”, esta desigualdad “las constituye como marca de agua en su identidad y en su autoestima.

No sólo son inferiorizadas por el exterior, sino que asumen esta inferioridad como real e inmodificable. Asocian esta inferioridad con deficiencias subjetivas sobre sus capacidades, como la inteligencia.

Ser fallidas por proclives a la falta o en la falta originaria, es una clave de la identidad por el solo hecho de ser mujeres. Y si además el mundo social coloca a las mujeres en sitios de subordinación y sometimiento, el refuerzo es constatación y hundimiento

En el caso de las mujeres que sufren violencia, “la marca y el daño a la autoestima dejan heridas y secuelas no sólo físicas sino emocionales, afectivas, intelectuales y que inhiben el desempeño en el mundo tanto como el resultado de la persona consigo misma”

Marcela Lagarde
Para información y denuncias llama al:
(O8OO-MUJERES) 0800-6853737

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Casa de la Mujer Juana Ramírez “La Avanzadora” Maracay
(Fundada en 1985)
Programa de Atención a mujeres en situación de violencia
De lunes a viernes de 8 a 12 y de 1 a 5 p.m.
CEDIAR -Centro de Documentación e Información Aída Arroyo.
Horario de Servicio: lunes a jueves de 1,30 a 5 pm -Funciona en la misma sede.
Directorio: Órgano Divulgativo de la Casa de la Mujer Juana Ramírez “La Avanzadora”. C/. López Aveledo Norte No. 11. Urb. Calicanto. Aptdo. de Correos 2031. Telefax. 0243- 2463796 Correo E: [email protected]

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