“…se prohíbe a la autoridad pública, sea civil o militar, aún en estado de emergencia, excepción o restricción de garantías, practicar, permitir o tolerar la desaparición forzada de personas.”
Constitución Bolivariana
Cap. III De los Derechos Civiles, art 45.
Nuestras palabras motivadas por el más profundo dolor se deslizan con serenidad, intentando llegar a los oídos del gobierno y al apreciado corazón del pueblo venezolano. La tristeza que anida en el seno de nuestra familia nos ha arrebatado la calma y la risa, sin diezmar nuestra esperanza.
Desde el 8 de junio del año 2013, hace ya más de siete meses, nuestros padres Lilia y Juber, de 63 y 69 años respectivamente, han desaparecido en territorio venezolano.
Llegados desde Colombia hace ya 4 años, atisbaron en este país la posibilidad de vivir la paz y el respeto que en su lugar de origen no se les prodigó. Entendieron en el proceso bolivariano una oportunidad de resarcimiento para sus derechos castigados y un cumplimiento de sus sueños de justicia; así, se establecieron hace 2 años en inmediaciones de Rubio, Estado Táchira, donde empezaron la construcción de su casa. Sus hijas e hijos recibimos en la distancia sus noticias de entusiasmo e ilusión por lo que se anticipaba como una vejez tranquila, disfrutando la labranza de su huerta y aportando activamente a la comunidad que les acogió.
Todo ello se ha visto abruptamente truncado por lo que hemos podido concluir como un rapto infame e ilegítimo, sin que hasta el momento podamos establecer con firmeza su origen o naturaleza.
Hemos podido constatar sí, la compleja situación de inseguridad social que se vive en esa zona fronteriza y la proliferación de variadas formas de violencia que atentan contra la apacible permanencia de campesinos y comunidades.
Este lamentable cuadro ha sido además denunciado y reconocido por habitantes locales, estudiosos y funcionarios públicos, sin que en su opinión medien sesgos de tipo ideológico o político, de lo que se desprende la existencia de una realidad objetiva que ha revertido dolosamente en la vida de otras familias en situación similar, muchas de ellas ya desesperanzadas por el paso largo de un tiempo que no les ofrece noticia del paradero de sus seres queridos ni alivio a la tragedia de su desaparición.
Desde el primer momento como familia hemos acudido a las autoridades competentes, allegándonos personalmente para proveer la información de la que disponemos y siguiendo siempre los cauces legales establecidos.
Hemos de decir también que a nivel local nuestra percepción ha sido la de ser recibidos por funcionarios que frivolizaron la gravedad de la denuncia que se instauró por la desaparición forzada de nuestros padres, viéndonos obligados a recurrir a niveles de mando superior y a buscar audiencia con las autoridades políticas e institucionales de alto nivel.
La búsqueda durante más de 7 meses ha conllevado la exposición directa, así como la comunicación del caso a través de varias Acciones Urgentes respaldadas por numerosos colectivos sociales y organizaciones civiles y defensoras de Derechos Humanos, de dentro y fuera de Venezuela, procurando una gestión efectiva de los estamentos oficiales que permitiera aclarar las circunstancias de la desaparición de Lilia y Juber. Esto sin embargo, aún no cosecha ningún resultado.
De otro lado debemos decir que nuestras acciones se han suscrito dentro de la más delicada discreción, esperando no entorpecer las eventuales investigaciones que emprendieran las autoridades, y siendo también conscientes de los riesgos que implica una difusión imprudente de esta información, toda vez que no es intención de la familia que la situación por la que estamos atravesando sea usada con fines de debate político o arma propagandística para desfavorecer la calificación de la gestión de gobierno en materia de seguridad ciudadana.
Si hoy como familia decidimos hacer público el drama que vivimos, es porque necesitamos concitar la ayuda de todo el pueblo venezolano y de su gobierno; además no descartamos que a través de una denuncia amplia lleguen nuestras palabras hasta los captores de Lilia y Juber y así recapaciten sobre el daño que están ocasionando a dos personas buenas y humildes, que seguramente son objeto de una opinión equivocada y que merecen toda su consideración y garantía de su vida.
Venezuela sigue siendo hoy un escenario donde el mundo entero dirige su mirada y el pueblo venezolano representa la oportunidad de que la sociedad humana pueda volver a creer en los más altos valores de respeto y dignidad de la persona.
Aún en este momento de difícil tránsito para nosotras como familia tenemos el aliento suficiente para advertir sobre la horrenda pesadilla que hiere la historia de los lugares del mundo donde se ha recurrido a la práctica de la desaparición forzada.
Nuestra Colombia, entre otras, tardará generaciones para sanar el rastro de semejante afrenta. Queremos creer que Venezuela está a tiempo todavía de impedir que le cubra esa larga y tormentosa noche. Nos resistimos a aceptar que la tierra de promesa que cautivó a Lilia y Juber y que estos escogieron para coronar su existencia, sea la misma que responda con silencio ante nuestro clamor.
Hijas e Hijos de Lilia y Juber
Enero de 2014
Respaldan esta misiva:
Manuel Reyes Mate
Filósofo- Investigador Director de la
Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía-
Premio Nacional de Literatura, España 2009.
François Houtart
Sociólogo- Teólogo- Escritor-
Profesor Universidad de Lovaina
Juan Carlos Monedero
Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología UCM- Escritor-Politólogo-
Director del Departamento de Gobierno, Políticas Públicas y
Ciudadanía Global UCM-
Juan José Tamayo
Secretario General de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII.
Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones Ignacio Ellacuría.
Universidad Carlos III de Madrid.
Santiago Alba Rico
Filósofo- Escritor- Guionista
José Manuel Martín Medem
Periodista-Escritor
Luis Alegre Zahonero
Filósofo- Escritor-
Premio Libertador al Pensamiento Crítico.
Piedad Córdoba Ruiz
Abogada- Ex Senadora de la República de Colombia,
Portavoz de Colombianas y Colombianos por la Paz
Defensora de Derechos Humanos y Mediadora de Paz
Hector José Arenas Amorocho
Filósofo- Escritor- Periodista
Carlos Fernández Liria
Filósofo- Escritor- Ensayista-Profesor de Filosofía UCM-
Premio Libertador al Pensamiento Crítico.
Javier Giraldo Moreno, S.J.
Defensor de Derechos Humanos
Premio John Humphrey a la Libertad, 1997
Fundador de la Comisión de Justicia y Paz
Javier Corcuera
Director y Realizador de Cine- Documentalista
Jaime Pastor Verdú
Sociólogo- Profesor en el Departamento de Ciencias Política-UNED
Isaac Rosa
Escritor, Premio Rómulo Gallegos (2005), Premio Fundación José Manuel Lara (2008) España, colaborador en varios medios de prensa Escrita, Digital.
Siguen firmas.