Mariel Lozada, quien denunció haber sido robada y golpeada luego de ser detenida por la Policia del estado Aragua en el sector San Jacinto de Maracay, el pasado 19.03.14, compartió con el equipo de Provea su relato sobre los hechos ocurridos.
Mariel, comenta que se encontraba junto a otros jóvenes, realizando una protesta pacífica en el referido sector cuando los efectivos policiales procedieron a agredirlos, «justificando» su acción en la supuesta violación al libre tránsito por parte de los manifestantes.
En Venezuela el derecho a la manifestación pacífica está consagrado en el artículo 68 de nuestra Constitución Nacional. Para ejercerlo, los ciudadanos no requieren de ningún permiso especial por parte de la autoridad competente.
El Relator Especial de Naciones Unidas para los derechos a la libertad de reunión pacífica y de asociación, ha reiterado en sus informes que el ejercicio de las libertades fundamentales no debe supeditarse a la obtención de una autorización previa de las autoridades, y aún, en ausencia de notificación previa por parte de los organizadores a las autoridades, esto no debe motivar la disolución o represión de las manifestaciones pacíficas.
Por otro lado, al actuar bajo la lógica represiva de impedir el libre desarrollo de manifestaciones pacíficas, el Ejecutivo Nacional y los cuerpos armados del Estado promueven indirectamente la generación de focos de violencia. El Estado tiene la obligación de garantizar el pleno ejercicio del derecho a la manifestación pacífica, y debe además brindar protección a los manifestantes frente a posibles agresiones de terceros, promoviendo así, las mejores condiciones para que la ciudadanía exprese sus reclamos dentro de canales democráticos y constitucionales.
:::::::::::::El testimonio de Mariel y el de muchas otras víctimas de atropellos es muy valioso para nosotros. Si fuiste víctima de un atropello, te invitamos a compartir tu relato, para que así seas parte del multitudinario equipo de defensores de DDHH en Venezuela.
Relato de Mariel Lozada:
«El 19 de marzo de 2014, decidí ir a Ferimar antes de que empezaran las Ferias de San José a exigir que se respetara el luto del país. Para más señas, las Ferias de San José son un evento que se realiza anualmente en Maracay, para conmemorar a San José, patrono de la ciudad. El año pasado fueron canceladas por la muerte de Chávez, este año 29 fallecidos no son suficientes.
Llegué al sitio cerca de las 4:00 pm y me senté junto a los demás trancando uno de los accesos al parque ferial. No obstruíamos el tránsito ni bloqueábamos la entrada por completo, hay otros accesos. Había una fuerte presencia policial, pero la nuestra era una manifestación totalmente pacífica así que, en teoría, debían respetarnos.
A eso de las 4:30 seguía todo tranquilo, seríamos unos 40 chamos sentados en el suelo, sin piedras y sin botellas, con cruces y banderas.
De repente, de la nada, llegaron unos 100 policías con sus equipos antimotines. Como nuestro llamado era a la protesta pacífica, dejé de repartir comida para volver a mi puesto en el suelo.
Cuanto presencié cómo funcionarios golpeaban a mis compañeros, decidí pararme y empezar a grabar lo sucedido. No habría pasado el minuto cuando la represión se volvió brutal y se acercó una funcionaria a atacarme y quitarme el celular.
Ante mi negativa de soltar mi teléfono, me comenzó a golpear y a forcejear conmigo. “No grabes puta” fue la frase que más escuché. Como aún no quería soltar mi celular, me llevó empujada hasta la camioneta. Yo le decía que yo cooperaría con ella si me daba mi celular, que lo único que quería era mi celular.
“¿Por qué te pones a grabar?”. Para montarme en la camioneta, me agarraron entre tres, dos hombres y una mujer. Ella jamás dejó de insultarme. Fueron tan bruscos al hacerlo, que golpearon la espalda contra la cava de la camioneta.
Con la mitad del cuerpo afuera y la mitad del cuerpo adentro vi que era inútil seguir aferrándome a mi celular, así que lo solté. Una señora mayor intentaba ayudarme, me halaba y gritaba “no se la lleven”. No sirvió de nada.
Una vez en la camioneta, me di cuenta que los golpes que me dieron a mí no eran mucho comparados a lo que le pasó a algunos compañeros. Conmigo iba un chico totalmente aturdido por gas pimienta, que le echaron directamente a la cara. No veía nada. No sabía quién lo llevaba ni a donde. También estaba uno con la nariz rota por un golpe. A ambos intenté ayudarlos. Mi bandera aún tiene su sangre.
Al bajarnos en la Comisaría de San Jacinto, vimos que en el otro carro venía otro de nuestros amigos, con un severo ataque de asma. Salí corriendo hacia donde estaba, lo bajamos y lo pusimos en el suelo.
Le echaron gas pimienta en la cara, le dieron dos descargas eléctricas y lo patearon. Mientras todos estábamos preocupados porque estaba muy grave y no podía respirar, uno de los policías soltó esta joya “Eso es pura actuación, yo soy asmático y trago gas y fumo y eso no me pasa”.
Nos dejaron allí en la comisaría, nos revisaron nuestras pertenencias y pidieron nuestros datos y cédulas. En total, éramos 17. 3 mujeres y 14 hombres. La mayoría teníamos al menos algún golpe. A 3 nos robaron nuestro celular los funcionarios. Antes de que se los quitaran al resto, pudimos enviar algunos mensajes para avisar que estábamos “bien”.
Nuestra estancia en la comisaría transcurrió sin mayores sobresaltos. El personal allí es muy distinto a los funcionarios que están en la calle. Algunos, incluso, dieron señas de estar de nuestro lado. Nos permitieron que nuestros familiares nos enviaran comida y en una oportunidad nuestra abogada pudo entrar a ver nuestra situación.
Nos hicieron una reseña policial, que aseguraron sería solo para uso interno de la Comisaría. El cartel con el que lo hicieron decía “Cárcel de Alayón”. Cuando les pregunté el por qué me contestaron que simplemente no tenían más. En todas las horas que estuvimos allí, no hubo servicio de agua. Tampoco tenían papel higiénico. La puerta del baño de la habitación, no servía.
Cuando volvieron los funcionarios que estaban reprimiendo la manifestación, de nuevo volvimos a ser víctimas de malos tratos. A uno de mis compañeros lo patearon para que se moviera, porque aparentemente pedir permiso los hace menos “machos”. A otro le dijeron cosas como “mañana voy por ti” y “no te equivoques”.
Cuando llegó este grupo, también llegó la funcionaria que se había llevado mi celular. Hablé con el jefe, que me mandó a hablar con alguien más, que me mandó a hablar con alguien más.
Nunca nos permitieron hacer una llamada, siempre decían “ya va, en un ratico”, hasta que por fin nos dijeron “ya para qué, si ya casi los vamos al soltar”.
Insistí en hablar con el Comisario sobre mi celular. Pasamos a hablar con él los tres víctimas de robo por parte de las autoridades. La única que tiene chance de hacer algo soy yo, puesto que reconozco a la funcionaria.
A los otros dos, que mientras los robaban estaba cegados por el gas o simplemente no pudieron ver al ladrón, les dijeron que “son casos difíciles”. Palabras más, palabras menos: olvídense de sus celulares. Yo procederé a poner la denuncia de mi caso.
Luego de aproximadamente 8 horas detenidos, nos anunciaron que nos liberarían. Los 17 salimos formados, en grupos de tres (las mujeres), cinco y cuatro. Llevábamos nuestra bandera, sucia y llena de sangre, al frente. Salimos cantando el himno.
Afuera de la comisaría nos esperaban varios amigos, familiares y gente que fue a darnos su apoyo. Muchos abrazos y muchísimas más lágrimas. Mi cuerpo está lleno de morados y no aguanto el dolor de espalda, pero mis ganas de luchar por vivir en un país mejor siguen intactas.»
:::::::::::Este vídeo, grabado el 21.03.14 por infociudadanos que se encontraban manifestando en el mismo sector, dos días después de la detención de Mariel Lozada, da muestras de la actuación de los funcionarios de Poliaragua para disolver las manifestaciones que se realizaron en la zona.