La ojeriza colectiva hacia los motorizados en Valencia se transformó en los últimos días en paranoia, pues las patotas se han acostumbrado a patrullar las calles donde disparan, queman autos, saquean, practican detenciones extrajudiciales e incluso asesinan mientras son fotografiados.
El crimen del entrenador deportivo, Guillermo Sánchez, ocurrido la tarde del miércoles en el sector La Isabelica patentizó las denuncias de dirigentes políticos locales e incrementó la fobia social.
El testimonio de la docente Gina Rodríguez, esposa del difunto entrenador deportivo desnudó las embestidas que sufren los habitantes de los barrios pobres de la capital carabobeña. La motorizada jauría intenta sofocar a sangre y fuego las protestas.
Con un nudo en la garganta la señora Rodríguez contó que su esposo fue interceptado cuando regresaba a su hogar tras haber pintado unas rejas en la casa de su suegra. En vano, el hombre de 42 años y padre de tres hijos, intentó correr y ocultarse de los bandoleros. Lo atraparon, lo golpearon hasta la saciedad y, antes de marcharse le propinaron un tiro de gracia.
Los médicos que intentaron revivir al desventurado padre de familia le informaron a la viuda que a su esposo lo habían matado con la proscrita bala conocida como “Dum-Dum”, un proyectil que se utilizaba en la cacería mayor de animales la cual tiene la capacidad de deformarse una vez que impacta el objetivo y destroza varios órganos de manera simultánea. Los contrariados cirujanos de la Policlínica La Isabelica le recomendaron que se asesorara con expertos en balística de efecto, que no descansara hasta encontrar justicia dentro o fuera de las fronteras venezolanas.
En las últimas cuatro semanas los vecinos de diferentes sectores de Valencia han denunciado la presencia de las criminales manadas que generan destrozos, incendios y heridos al disparar indiscriminadamente. Los manifestantes al escuchar el ruido de las motocicletas, huyen y se ocultan mientras los apadrinados vándalos le prenden fuego a las barricadas e incendian a los autos estacionados en las vías. Disparan a los edificios y casas. Luego se marchan con insolencia.
Más de treinta vehículos y dependencias oficiales han sido incendiados en valencia durante el último mes.
Ningún motorizado ha sido detenido durante los saqueos de comercios ni en sus acciones vandálicas. “A mi esposo lo mataron los colectivos armados y no un francotirador. Eso lo es una patraña”, afirmó la atribulada señora Gina Rodríguez para desmentir al gobernador Francisco Ameliach quien se atrevió atribuir la masacre de La Isabelica donde dos personas resultaron muertas y nueve resultaron heridas a los tiradores de élite sin que las autoridades comenzaran las pesquisas.
Las detenciones extrajudiciales de estos grupos también han sido llevadas al Ministerio Público, pero ninguna denuncia ha prosperado. El último mes seis personas han sido asesinadas en Valencia y los heridos superan las cinco decenas. (Gustavo Rodríguez, Últimas Noticias, 13.03.14)