¿Actores políticos? ¿Vehículos de información? ¿Generadores de líneas políticas? ¿Iluminadores? ¿Oráculos? Pareciera ser que entre las cosas que se han desvirtuado en la Venezuela de hoy está la función de los medios de comunicación social. Por una parte los medios del estado se han transformado en un espacio permanente para la promoción del partido político del gobierno nacional y de la figura presidencial, sin siquiera cuidar las apariencias y muchas veces mostrando una ferocidad ilimitada en los ataques a adversarios políticos, violando todo principio de ética o incluso el marco legal vigente, sin que eso acarree ningún tipo de consecuencia.
Por otra parte, muchos medios de comunicación privados tampoco salen muy bien parados en su desempeño, y sus actores remarcan muchas veces que son “privados” como argumento para saltarse códigos periodísticos que deberían ser respetados en beneficio de la sociedad.
Ya es costumbre ver y oír en nuestra radio y televisión periodistas haciendo preguntas más largas y cargadas de opinión que las respuestas de sus entrevistados. Preguntas tendenciosas, arengas políticas, análisis con objetivos personales claros ya forman parte de nuestro menú diario en buena parte de la prensa, televisión o radio venezolanas. En la pasada campaña electoral a la Asamblea Nacional se hizo habitual el ser testigos de claros conflictos de intereses de periodistas o ver como era frecuente que muchos usaran su tribuna profesional valiéndose de todo tipo de recursos y ventajismo para inducir opiniones adversas a candidaturas que no eran de su preferencia, a la vez que promovían aquellas que les eran simpáticas o incluso podían representar su roce personal con el poder.
A diario observamos como en los medios de comunicación se difama, se repiten mentiras mil veces hasta hacerlas “verdades”, se “informa” y luego se verifica, se condenan personas antes que tribunales y se hace uso irresponsable del enorme poder que significa en el mundo de hoy generar opinión masivamente.
El gran dolor de cabeza en que se han convertido los medios ha sido evadido permanentemente por la mayoría de sus actores y parte de la población. Son pocos los profesionales de la materia que se atreven a decir en voz alta lo que muchas veces piensan del desempeño de sus colegas y terminan quedándose en confidencias privadas. Algunos periodistas incluso dicen que hay temor a expresar lo que se piensa por no ganar enemistades en su gremio y otros creen que callando no le están haciendo el juego a nadie, cuando en realidad le están haciendo el juego a la mediocridad y al conformismo.
La frecuente transgresión de funciones de los medios es un tema que urge ser debatido, entre otras cosas, porque ya la política nacional está suficientemente revuelta como para agregarle ingredientes que pueden pervertirla aun más. Es preocupante ver que organismos que aglutinan a profesionales del área difícilmente traerían a un debate objetivo un tema esencial que debería ser discutido a fondo y sin miedo, para que pueda ser autoregulado por sus mismos actores, dado que el organismo regulador oficial (Conatel) ha brindado ya claras demostraciones de parcialidad y no está conformado con la pluralidad necesaria para llevar a cabo una función tan importante con la imparcialidad del caso.
Estar tras un medio de comunicación significa tener una responsabilidad enorme que puede afectar der manera dramática la sociedad. Éste es un asunto que no puede ser tratado más con la superficialidad a la que nos estamos acostumbrando. Ya es hora de que las cosas se vayan poniendo en su lugar. ¿Será que alguien se atreve a ponerle el cascabel al gato?
Por: Mariella Rosso
http://conflictove.wordpress.com/2010/11/08/medios-y-periodismo-en-venezuela-poder-y-responsabilidad-articulo-de-mariella-rosso/