Nosotros, familiares y amigos de privados de libertad, repudiamos de manera enérgica los sangrientos hechos ocurridos en el penal de Uribana, en el Estado Lara. Si algo había logrado la revolución era detener las espantosas masacres de presos pobres que eran tan comunes durante la IV República, pero ahora el episodio de Uribana viene a manchar este historial. De igual forma, la gestión del Ministerio de Asuntos Penitenciarios se había caracterizado por mantener un estilo de diálogo permanente con los presos sin que eso supusiera falta de firmeza, pero los hechos recientes parecen instaurar de nuevo la política de represión y violencia contra los privados de libertad.
En Uribana hubo una masacre, y tenemos elementos para sospechar que además la Guardia actuó con premeditación y alevosía, como hace contra la población penal cada vez que se les deja con las manos sueltas. No tenemos dudas que los medios de comunicación privados contribuyeron con el uso carroñero que se le hace a la información, estamos convencidos que las famosas “ONG” que viven de la miseria y el sufrimiento de nuestros familiares se aprovecharán de la situación, pero quienes dispararon las armas que mataron a nuestros muchachos fueron funcionarios de la Guardia Nacional “Bolivariana”: los mismos que introducen o permiten que pase las armas, municiones y drogas para que haya violencia en las prisiones y luego justificar la represión.
Lo que pasó en Uribana tiene sus culpables claramente definidos: los responsables de las prisiones, tanto GN como funcionarios civiles que han hecho un negocio lucrativo de los presos, traficando con la vida y necesidades de los reclusos; los jueces y fiscales, que mantienen injustamente presos muchachos que, de no ser por el retardo judicial, deberían estar en libertad; los medios de comunicación y las ONG rapiñeras, que explotan el sufrimiento de los presos y familiares para ganar raiting, conseguir financiamiento o desestabilizar al gobierno, e incluso la “sociedad decente” que pide a gritos que se mande cada vez más gente a la cárcel, como si eso resolviera algo.
Vemos con preocupación como en los últimos días la situación de represión contra el pueblo se agrava. Uribana no es sino una muestra, la más dolora y vergonzosa, pero no la única.
La solución de los problemas de la cárcel no alcanzará a través de la represión, método utilizado hasta la saciedad durante la IV república, sino enfrentando el negocio carcelario, que reposa en los mismos que dispararon y ordenaron la violencia contra nuestros muchachos. Las cárceles son la cara del capitalismo más inhumano y salvaje que existe, y quienes la regenten y custodian son los únicos que ganan de este lucrativo negocio.
Nosotros creemos que lo que pasó en Uribana no es casual, sino que es parte de una situación estructural que comienza con las terribles situaciones de vida de las personas tras las rejas, y que medidas coyunturales y efectistas como requisas poco hacen para aliviar, ya que no solucionan el problema principal, que es el tráfico de armas que continua después de estas, y que sólo deja un saldo de violencia y muerte para dar la impresión de que se está haciendo algo.
Nos preguntamos ¿Dónde van a parar las armas que se “recuperan” en las requisas siempre a costo de la vida de nuestros familiares?, ¿Cuál es la situación actual de otros centros penitenciarios, como Rodeo o Yare, donde se realizaron este mismo tipo de acciones pero donde rápidamente el chorro incesante del tráfico de armas ha vuelto a fluir?
Pero más importante, ¿Cómo podemos hacer para evitar que estas situaciones se repitan? ¿Cómo detener este sin sentido de muerte que oculta los problemas estructurales de fondo? ¿Debemos temer que las acciones anunciadas en otros penales, vayan a terminar en una conclusión igualmente terrible y dolorosa? No buscamos simplemente denunciar el sinsentido de los hechos de Uribana, sino prevenir que hayan más “Uribanas” que cobren la vida de nuestros familiares. En este sentido ofrecemos nuestros oficios para servir de mediadoras, y aportar desde nuestras posibilidades a la prevención de la violencia, aprovechando la confianza que nuestros familiares privados de libertad depositan en nosotras para, tendiendo puentes entre las instituciones del Estado y ellos, prevenir actos homicidas como los que acontecieron que enlutecieron a tantas familias humildes y segaron la vida de tantos cuyo principal delito es ser pobres.
Plataforma de Los de Abajo… Por los derechos de los privados de libertad. (Aporrea, 27.02.13)
Que verguenza,