20150130-slide-W2QZ-master675Resultados de la Encovi-Alimentación 2015 demuestran el empobrecimiento de la población en apenas un año y el deterioro de su alimentación, al basar el 40% de su compra de comida en harina de maíz, arroz, pastas y grasas.

La crisis económica, inflación, desabastecimiento y escasez tienen su reflejo en la dieta diaria de los venezolanos. La Encuesta sobre Condiciones de Vida de los Venezolanos (Encovi) del año pasado, en su capítulo sobre alimentación, refleja cómo los hábitos alimenticios empeoraron entre 2014 y 2015.

Los datos registrados tras una consulta nacional, de 1.488 encuestas realizadas en 23 ciudades del país (entre principales, medianas, pequeñas y caseríos), revelaron que 12,1% de la población come dos veces al día o menos, cuando en 2014 ese porcentaje se ubicó en 11,3%.

En esta situación se encuentran las familias de los estratos D, E y F y algunas del estrato C, es decir, personas en pobreza crónica extrema, en pobreza extrema y en pobreza reciente; esta última categoría es nueva, surgió en la Encovi 2015 y se refiere a las familias de clase media que tienen las necesidades básicas satisfechas pero su poder adquisitivo ha disminuido. Es decir, viven una pobreza por ingresos.

“El 12% de los venezolanos, en este momento, no tiene acceso a las tres comidas al día, y los que tienen acceso a las tres comidas experimentan un deterioro en la calidad de la dieta”, aseguró la doctora Marianella Herrara Cuenca, miembro de la junta directiva de la Fundación Bengoa e investigadora del Centro de Estudios del Desarrollo (Cendes) de la UCV, quien presentó este jueves los resultados de la encuesta.

La Encovi-Alimentación 2015 fue realizada por investigadores de la USB, UCAB, UCV y Fundación Bengoa, entre ellos Maritza Landaeta de Jiménez (Fundación Bengoa), Guillermo Ramírez y Maura Vásquez  (Escuela  de Estadística de la UCV) y Marianella Herrera Cuenca (Fundación Bengoa, Cendes-UCV).

La especialista explicó que la mayoría de los alimentos que adquieren las familias venezolanas tienen un componente de carbohidratos, harinas y grasas tan alto que es preocupante. “En el caso de las proteínas básicas que solían alimentar a nuestra gente menos favorecida, vemos con preocupación cómo el huevo y las caraotas han desaparecido de la mesa de los más necesitados”.

Los alimentos que más consumen los venezolanos son harina de maíz precocida, arroz, pasta, panes, grasas como margarina y mayonesa, mientras que en el caso de la carne los sectores de menos ingresos refirieron estar comiendo mortadela, producto con un alto contenido de grasa, detalló Herrera Cuenca. La proteína de origen animal es un alimento de lujo.

La encuesta refleja que 40% de los alimentos de la canasta alimentaria que adquieren los venezolanos son justamente esos: harina de maíz, arroz, pastas y grasas. 87% aseguró que sus ingresos no le alcanzan para comprar alimentos y solo 13% dijo que sí. En 2014 este porcentaje fue 80,1% mientras 19,5% respondió que sí le alcanzaban.

Si se revisa esa respuesta según el nivel de pobreza se tiene que 93,1% de las personas en pobreza extrema dijo que el dinero que gana no le alcanza para comprar comida; en el caso de las familias en pobreza reciente el porcentaje se ubicó en 86,9%, y en los no pobres en 78%. “Todos los niveles están afectados. Estamos haciendo una dieta de sobrevivencia”, sentenció Herrera Cuenca, quien es médico nutrólogo y además dirige el Observatorio Venezolano de la Salud (OVS).

Sedentarios

La Encovi-Alimentación también indagó en las enfermedades que la población asocia con el consumo de alimentos. De nueve opciones, la diabetes y la obesidad se ubicaron en el puesto seis y siete, respectivamente.

Y en el caso de la actividad física, 53% de los encuestados dijo no hacer ningún tipo de actividad. Entre 2014 y 2015 el sedentarismo se incrementó de 47% a 53 % y la actividad moderada (caminata) disminuyó de 44% en 2014  a 39% el año pasado.

“Esto es un caldo de cultivo para las enfermedades crónicas. Tenemos embarazadas expuestas a la escasez de alimentos, a niños y a adultos mayores. Todo esto tiene repercusiones a futuro”, advirtió la investigadora.

En el caso de los niños puede afectarse su desarrollo cognitivo, su peso y la talla. En las embarazadas no solo se compromete la salud de la futura madre sino también el bebé. Herrera Cuenca explicó que la generación futura de venezolanos está expuesta a una alimentación totalmente inadecuada desde el inicio de su vida intrauterina y que los niños que nazcan de esta generación probablemente tendrán bajo peso al nacer o una programación fetal de enfermedades que se pudieron prevenir desde el principio.

Y en la población en general, la mala calidad de la alimentación tiene una incidencia directa en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad, desnutrición e hígado graso no alcohólico, entre otras patologías.

Como conclusión y aportes para mejorar las condiciones antes expuestas, los investigadores que participaron en la Encovi-Alimentación 2015 recomiendan desarrollar estrategias educativas que integren dos elementos fundamentales en los mensajes a la población: ingesta alimentaria y actividad física, para que los venezolanos conozcan los alimentos de calidad que pueden consumir ante las circunstancias actuales y no subestimen la importancia de realizar alguna actividad física.

Además, ven necesario implementar un monitoreo y evaluación constante de la situación alimentaria y nutricional del país, tal como se ha venido realizando con Encovi en los últimos dos años, y reiteran la necesidad de publicar  la data actualizada del SISVAN (Sistema de Vigilancia. Alimentaria y Nutricional), que solía publicar el Instituto Nacional de Nutrición (INN), para cotejar la realidad alimentaria con la nutricional del país.

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