Los centros ambulatorios se crearon con la finalidad de ser una estación temporal para atender a las personas que presenten afecciones menores. En tal sentido, se ideó una clasificación que los distingue de acuerdo al número de especialidades, cantidad de personal y horarios de trabajo.
Así, existen ambulatorios de tipo I, II y III, que van desde centros rurales hasta establecimientos urbanos que ofrecen servicios de salud más amplios a los ciudadanos. Pero la gente en lugar de recurrir a estos recintos asistenciales cuando padecen de fiebre, fracturas leves, deshidratación y otras dolencias no tan severas, que son los casos que se manejan en estos lugares, se dirigen directamente a los grandes hospitales.
Para el doctor Joan Barrios, médico del área de shock del Hospital de Dr. Raúl Leoni, la respuesta a esta situación se debe a varios aspectos. “Los ambulatorios o no tienen insumos, no cuentan con médicos o la gente no confía en ellos”.
“La mayoría de las consultas de noche en los hospitales se podrían resolver en un ambulatorio, entonces dejaríamos al hospital para las complicaciones”, explicó Lusdenis Fermín, directora del Centro Médico Dr. Renato Valera Aguirre, situado en Los Olivos, en Puerto Ordaz.
Limitadas aspiraciones
A partir de su inauguración hace 33 años el Centro Médico Dr. Renato Valera Aguirre funciona como recinto de salud tipo II, lo que quiere decir que trabaja sólo doce horas al día y ofrece atención de especialidades básicas de medicina general, pediatría, ginecología, obstetricia y emergencia.
“Esa clasificación nos queda chiquita para lo que funcionamos. Nos salimos de esa categoría porque tenemos además cirugía, dermatología, neumología, oftalmología, que son necesidades hospitalarias”, agrega Fermín.
Y aunque así fueron concebidos estos centros sanitarios, no se pueden comparar las necesidades de los ciudadanos hoy con las que se tenían hace más de tres décadas. El aumento de la población, del número de delitos y accidentes, entre otros factores empujan a las personas a visitar con regularidad los centros de salud.
“El crecimiento poblacional implica que nosotros trabajemos 24 horas”, agrega Fermín. De acuerdo a la directora del conocido módulo Los Olivos es necesario habilitar la atención nocturna de este recinto ya que las personas al no disponer de este servicio continuo acuden al único hospital público que hay en esta urbe como lo es el Hospital Uyapar.
La doctora, como ella misma lo expresó, sueña desde hace tiempo con que el centro Dr. Renato Valera Aguirre pase a ser un ambulatorio tipo III, pero una decisión como esta depende del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, organismo que subsidia al centro.
Un cambio de tal envergadura demandaría más recursos económicos, los cuales en el presente son escasos. “Faltaría infraestructura y recurso humano para poder prestar un apoyo como debe ser al hospital, que de noche se pone terrible”, manifiesta la titular del ambulatorio.
Centros subestimados
“El hospital colapsa porque nos enseñaron a subutilizar los ambulatorios”, opina el doctor Orlando Tamaronis, quien funge como director desde hace cinco años en el Centro Médico Dr. Vinicio Grillet, ubicado en la parroquia 11 de Abril del municipio Caroní.
“Nosotros tenemos médicos preparados para cualquier eventualidad de emergencia que se presente, como son los obstetras, pediatras y médicos generales”, informa Tamaronis.
Afirma que la institución cuenta con los insumos para atender a la población y dado el caso de que en algún momento no se disponga de algún equipo se busca apoyo con otras redes hospitalarias para brindar el servicio a los pacientes.
Tamaronis piensa que la solución para enriquecer el uso de los centros de salud urbanos es continuar con los programas de capacitación de medicina preventiva en las comunidades, como ocurre en el Centro Médico Dr. Vinicio Grillet, donde semanalmente se instruyen a los miembros de las comunidades cercanas para que brinden los primeros auxilios en situaciones de emergencia, (Correo de Caroní, 12.07.10).