La calzada se ha convertido en la morada de 39 familias de San Agustín.
Entre las esquinas de Lara y Rondón, los miembros del Frente Venezolano de Vivienda Simón Bolívar improvisaron un campamento desde hace 15 meses para exigir la adjudicación de un inmueble.
Levantaron carpas sobre tablones de madera y con láminas de zinc cubrieron el área que sirve como cocina.
Al principio eran 120 familias, ahora quedan 87 adultos y 77 niños. “Tenemos 6 años en esta lucha. Acudimos a reuniones, asambleas y mesas de trabajo con el Ministerio de Vivienda y Hábitat.
Se suponía que seríamos adjudicados en las Residencias El Conde, pero eso no pasó, por eso tomamos esta medida”, explicó Kildare León, vocero del grupo.
La situación de las familias es conocida por el ministro de Vivienda, Ricardo Molina, con quien aseguran haberse reunido. Elías Jaua también visitó el sitio cuando era vicepresidente.
Las carpas están instaladas en las adyacencias de un edificio de la Misión Vivienda, en el que también esperaban adjudicación.
“Fuimos engañados. Hace algunos días vimos cómo ese edificio se lo entregaban a damnificados y cuando protestamos nos maltrató la policía”, afirmó Erika Linero. La mujer es responsable de cocinar para todo el grupo.
Antes de tomar la esquina de Rondón vivía con su cuñada. A la carpa sólo se llevo ropa y un colchón; para asearse regresa a la casa de su cuñada y también cuentan con el apoyo de los vecinos del lugar para ir al baño.
“No es fácil, cuando llueve todo se moja, pero esta es una lucha por nuestra vivienda”, agregó Linero.
Hacinados. El tiempo a la intemperie hizo mella en la carpa de Mary Carmen Méndez. Los huecos que se han abierto en la tela los cubrió con cinta adhesiva. Allí se queda con su hija de cuatro años de edad y su pareja.
“Vivía en un apartamento de 3 habitaciones, con 14 personas, por eso empezamos esta lucha”, dijo. Por su parte, León compartía vivienda con 19 personas repartidas en 2 cuartos.
Para resguardar su seguridad, cada noche ocho personas se quedan en vigilia. También cuentan con el resguardo de la Policía Nacional Bolivariana.
“Desde que ellos llegaron la zona se ha hecho más segura, los delincuentes se cohíben de robar por aquí. La exigencia de esta gente es justa. Si tuvieran casa no pasaran por tantos peligros”, opinó Lina Salgado, residente de San Agustín. (Emily Avendaño, El Nacional, 27.08.13)