Trabajadores de la industria petrolera afirman que algo falló y ocasionó el accidente del 10 de julio en el que murió Juan Carlos Núñez, supervisor de una contratista. El sulfuro de hidrógeno (H2S), un gas letal cuando se inhala en concentraciones muy altas, se percibe mediante sensores que activan alarmas en las instalaciones o a través de detectores portátiles que los trabajadores guardan en los bolsillos de su braga.
“Lo normal es que cuando hay una presencia del gas inmediatamente suenan unas sirenas y todo el mundo tiene que correr”, dijo Iván Freites, ex trabajador y sindicalista petrolero del estado Falcón. Considera que la fuga en la planta en la unidad de azufre ha debido ser masiva.
“Lo que más extraña es que sí tenía protección ha podido salir del área, con todo su adiestramiento. Esto tiene 30 años que no pasa en el Centro Refinador de Paraguaná”, afirmó.
Trabajadores y expertos han denunciado que la falta de mantenimiento es una de las principales causas de accidentes en las instalaciones de Petróleos de Venezuela. Incluso, sindicalistas de tendencia oficialista han admitido fallas. El reclamo tomó una especial significación luego de la explosión de la refinería de Amuay, también dentro del Centro Refinador de Paraguaná, en agosto de 2012; el peor accidente de la industria petrolera venezolana y uno de los más catastróficos de la historia.
Un año después, una explosión en la refinería de Puerto La Cruz despertó nuevamente la atención sobre el tema de la seguridad industrial. Al poco tiempo, Pdvsa anunció inspecciones en todas las áreas con trabajadores, delegados de prevención y autoridades de la industria. De hecho, en su informe de gestión social y ambiental la empresa asevera que las inspecciones aumentaron 90,7% en 2013.
A pesar del esfuerzo, los trabajadores afirman que la seguridad en Pdvsa “está por el suelo”. “Hay falta de mantenimiento en todas las áreas y muchos de los accidentes se ocultan”, aseguró Francisco Luna, secretario ejecutivo de la Federación de Trabajadores Petroleros de Venezuela. Denunció fallas en las bombas de agua y detectores de incendios en la Costa Oriental del Lago.
El informe oficial señala que en 2013 hubo 2.748 lesionados, 11,7% más que en 2012. La empresa admite 295 accidentes (menos que los 392 del año pasado) y 11 fallecidos (contra 20 de los registrados en 2012).
La mayor parte de los lesionados discapacitados se presentaron en Pdvsa Servicios: 737 en total. Sin embargo, en esta área, según la empresa, no se produjo ningún evento. “Se puede dar un incidente sin lesionados, pero no viceversa”, dijo una fuente del sector que pidió no citar su nombre.
Agregó que las instalaciones más peligrosas en la industria son las refinerías. Le siguen los mejoradores de crudo, las plantas de inyección de gas y de vapor, las estaciones de recolección de crudo, las plantas eléctricas y los taladros.
Los índices de accidentalidad que reporta la petrolera bajaron con respecto a 2012, pero siguen manteniendo niveles que los expertos consideran altos. El año pasado, la frecuencia neta, que indica el número total de lesiones con tiempo perdido y las horas/hombre de exposición, cerró en 5,37, mientras que en el periodo anterior fue de 6,17. No obstante, el indicador supera el promedio de los miembros de la organización internacional Oil and Gas Producer Association, que en 2012 era de 0,48.
José Bodas, secretario general de la Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros, aseveró que el desconocimiento en las áreas de prevención en Pdvsa es sistemático. “Los comités han dado una lucha, han presentado informes y es recurrente a escala nacional”, expresó. Freites añadió que los trabajadores son amenazados si intentan denunciar los hechos.
Sin protección.
Las fallas en la dotación de implementos de seguridad se han convertido en una constante, inclusive en las empresas mixtas. Trabajadores explicaron que según las normas la compañía debe reponer botas y bragas cada tres meses. Pero no se cumple.
“Lo que está bastante grave es el retorno. Solo lo reponen cuando el implemento se daña. Ellos argumentan que no hay recursos”, declaró uno de los consultados. Bodas coincide: “Se desconoce la convención colectiva, cada tres meses deben dotar los implementos de seguridad, botas, guantes. Se hace una vez al año. Los detectores de gas que deben tener los operarios de planta muchas veces están dañados”.
La falta de entrenamiento también es mencionado como un problema. La fuente señaló que reciben poco entrenamiento y que las inspecciones son esporádicas: “Una o dos veces al año”.
Freites indicó que antes para que un trabajador ingresara a la industria tenía que recibir un adiestramiento avanzado en higiene y seguridad industrial. “Era un curso muy profundo del H2S. Hacíamos una prueba con un sitio confinado con equipos autocontenidos. Los cursos ahora son muy sencillos”.
Afirmó que los peligros que existían en 2012, cuando ocurrió la tragedia de Amuay, todavía están latentes. “Hasta ahora no hay responsables, no se han tomado los correctivos. Es falta de mantenimiento”, dijo. Sostuvo que el asunto de la seguridad, aunado con los bajos salarios, ha motivado renuncias en la industria.
Se triplicó la ocurrencia de derrames
El informe de gestión social y ambiental indica que en 2013 se registraron 10.722 derrames, cifra que casi triplica en ocurrencia al de 2012, cuando se contaron 3.608. Sin embargo, los accidentes ocasionaron una menor pérdida en cantidad de barriles con relación al periodo anterior. De acuerdo con la información oficial, el volumen derramado fue de 81.909 barriles, una reducción de 43%.
El área afectada presentó un incremento significativo: pasó de 1 millón de metros cuadrados a 969,3 millones de metros cuadrados. 99% se concentra en la dirección de occidente. Se logró sanear 3,4% del área dañada.
Del total de eventos, 99% correspondió a derrames de hidrocarburos. 9.412 de los accidentes registrados afectaron el agua, lo que equivale a 88%. El 12% restante perjudicó los suelos. La empresa señala que lograron recuperar 36% del volumen derramado.