“Sí, juro”, respondió Radwan Sabbagh, presidente de Ferrominera Orinoco, a la pregunta: “Camarada miliciano: ¿jura usted, compatriota, defender la patria revolucionaria, bolivariana y socialista?”, formulada por el general de Brigada Francisco Antonio Catarí Meléndez, comandante del V Agrupamiento de Milicia Bolivariana en la Región Guayana. Argumentando que “estoy asumiendo un mandato del Ejecutivo”, Sabbagh prestó juramento este lunes, enfundado en un uniforme verde oliva, en un acto celebrado en el Club Caronoco. Los presidentes de Alcasa, Venalum y Sidor ya habían sido “ungidos” como milicianos, según informa Correo del Caroní.
Asumir un mandato. Ése fue el argumento del presidente de Ferrominera Orinoco, Radwan Sabbagh, cuando se juramentó, este lunes, como integrante de la milicia bolivariana.
“Felicitaciones, vale”, le decían sus allegados al oído ayer en el Club Caronoco, el lugar elegido para el acto. Sin embargo, un aire abrumado se notaba en el rostro del nuevo integrante del cuerpo castrense. Sin suntuosidades al entrar al salón, Sabbagh se enfiló hacia la tarima antes de que la coral Cerro Bolívar interpretara Gloria al Bravo Pueblo.
“Buen día, revolucionarios, socialistas y chavistas”, saludó el orador del acto, el general de Brigada Francisco Antonio Catarí Meléndez, comandante del V Agrupamiento de Milicia Bolivariana en la Región Guayana. El acto quedó, oficialmente, inaugurado.
Lo dice la Constitución
Catarí Meléndez sustentó que la penetración de la milicia en las empresas básicas tiene como base el artículo 130 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
“Esto es un mandato constitucional, la defensa del país. Claro, hay unos cuantos a los que les gustaría quitar las estatuas del paseo Los Próceres para poner la de cualquier general invasor”, manifestó.
Aseguró que el resguardo de Ferrominera está asegurado con la presencia de los milicianos. De acuerdo con Catarí, la presencia de los uniformados, junto con los trabajadores es la garantía y, para darle peso a su argumento, utilizó un ejemplo histórico.
“El 27 de febrero de 1989 el pueblo se alzó de manera desorganizada y no pudo cumplir sus objetivos, si es que los tenía. El 4 de febrero de 1992, los jóvenes militares se alzaron y no lograron su objetivo. Pero el 13 de abril de 2002 el pueblo y las Fuerzas Armadas, juntos, lograron su objetivo”, recordó.
La hora de la verdad
Una hora y media. 90 minutos. 5 mil 400 segundos. Ese fue el tiempo que duró la intervención de Catarí, previa a la juramentación de Radwan Sabbagh. El salón lucía, en ese momento, más despejado que al comienzo: el número de sillas vacías se había multiplicado.
“Camarada miliciano: ¿jura usted, compatriota, defender la patria revolucionaria, bolivariana y socialista?”, interrogó Catarí. Dos palabras, “sí, juro”, bastaron.
“Yo como líder de esta empresa, y cumpliendo los lineamientos del Ejecutivo nacional de que debo ser el jefe de la milicia, aquí estoy asumiendo el mandato”, declaró.
Por las dudas
¿De qué manera va a beneficiar su juramentación a la empresa?
– Bueno, fíjate: la milicia ha jugado un papel importantísimo dentro de las instalaciones de Ferrominera Orinoco, en la salvaguarda de los equipos y los bienes, que son propiedad de los venezolanos. Con una colaboración enorme se han podido detectar fallas de seguridad que se habían presentado, y se ha podido controlar una serie de ataques hacia estos bienes.
¿Éste es un primer paso para que todos los trabajadores de la empresa se alisten en la milicia bolivariana?
– La verdad es que esta no es una imposición. Aquí está incluida gente que ha tenido en algún momento, alguna condición en las Fuerzas Armadas, o gente motivada que se ha comenzado a adiestrar.
En el ámbito económico, ¿de qué manera beneficia esto a Ferrominera?
– En el ámbito económico tienes a unas personas comprometidas en resguardar los bienes de la empresa, que ya es una parte económica fundamental. Además, en cualquier contingencia ellos podrán asumir el control de la planta (…) estamos garantizando la formación de los trabajadores bajo esos criterios y esas premisas fundamentales, que son los valores y los principios de solidaridad, de disciplina y de pertenencia de ellos, como seres humanos, con la empresa.
¿Ferrominera va a ser un cuartel, con saludos marciales y usted despachando con su uniforme verde oliva?
– (Silencio) No. A veces, cuando sea necesario, lo haré. Sobre todo para poner la ética, la moral y el rescate de la empresa cuando sea necesario, me van a ver con mi uniforme verde oliva, no despachando administrativamente, sino comandando a la milicia de nuestra empresa.
Dos pájaros de un tiro
Radwan Sabbagh no fue el único juramentado este lunes en el Club Caronoco: el representante regional de la Asociación Venezolana Socialista de Seguridad, Alex Martín, también se unió a la milicia.
Con un enérgico “patria socialista o muerte”, Martín se unió a Sabbagh en el cumplimiento del artículo 130 de la Constitución, a juicio de la interpretación de Catarí.
“El pueblo en armas”
La reforma de la Ley de las Fuerzas Armadas fue decretada el pasado 23 de marzo por el presidente Hugo Chávez, haciendo uso de los poderes especiales para legislar que tiene desde diciembre y hasta mediados de 2012, promulgó un decreto que modifica 48 artículos de esta ley.
Entre los artículos que se modificaron destaca el que estipula que pertenecen a la milicia bolivariana quienes “sin ejercer la profesión militar manifiesten voluntariamente” su deseo de ingresar en la milicia, en la que podrán desempeñar funciones militares hasta llegar incluso a oficiales, un rango hasta ahora inexistente.
En 2009, en el aniversario de un golpe de Estado militar que lo sacó del poder durante dos días, Chávez creó oficialmente las milicias y las definió como el “pueblo en armas”.
Este núcleo armado depende directamente del presidente, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, participa a menudo en actos con el jefe de Estado y su misión es “entrenar, preparar y organizar al pueblo para la Defensa Integral”. (Marcos David Valverde, Correo del Caroní, 05.04.11)