La autora del artículo de hoy, Yurbín Aguilar, quien en el ejercicio de su profesión de psicóloga, trabaja desde hace más de 20 años atendiendo a mujeres víctimas de violencia de género, nos plantea en su texto cómo el asesinato de Jennifer Carolina Vieira por su esposo el campeón mundial de boxeo Edwin ‘Inca Valero’ y el posterior suicidio de éste, ha sido atrapado por la actual polarización política del país.

Por: Yurbín Aguilar*

Por lo general leo, sin participar, las cadenas apreciativas del acontecer nacional en materia de Género, porque no puedo, no quiero, no soporto, la irracionalidad que ocasiona la unión de la pasión humana y la política. En esta oportunidad, me obligo a participar, no solo por la noticia de que el campeón mundial de boxeo Edwin ‘Inca Valero’ mató a su esposa Jennifer Carolina Vieira, lo que nos estremeció a las feministas del país, que conociendo la dinámica de la violencia de pareja, nos encontramos con un asesinato anunciado, que de haberse aplicado correctamente la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LODMVLV) se hubiese podido evitar; no solo porque Valero se suicidó, desenlace también anunciado por la teoría; sino porque esa pasión que menciono nos hace olvidar o usar interesadamente nuestros conocimientos.

Cultura de la dominación
El poder para la dominación por razones de clase, sexo o por cualquier otra causa, siempre y mientras exista en el mundo, aun antes y después del gobierno de Chávez, ha llevado y llevará a los y las humanas que reproducen acríticamente esa cultura, a favorecer a quienes están por encima de ellos/as, por las razones y circunstancias que fueran, en la pirámide de las sociedades jerarquizadas, con el propósito soterrado de conseguir prebendas, evadir responsabilidades, evitar tomar posición crítica-transformadora y asumir sus consecuencias.

El trabajo de las y los feministas y de cualquier otro/a activista en contra de la cultura de la dominación no es perderse en el prejuicio, por ejemplo: “Como Valero era rojo, rojito, entonces…”, sino propiciar la búsqueda, visibilización y corrección en colectivo, de la esencia de esa cultura; no dividir ni atacar a sus posibles aliados/as, menos hacerse cómplice. Por lo que respaldo el aporte de feministas del país que en estos días han dejado oír sus voces.

Alba Carosio, señala lo siguiente: “El feminicidio como culminación de la violencia muestra la necesidad imperiosa de revisar las actuaciones judiciales, todos sabemos como el peso ideológico y el prejuicio actúa en las mentes e intereses de quienes administran los diferentes pasos de la aplicación de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. Las instituciones deben asumir sus responsabilidades en este sentido para que la ley se materialice en justicia”.

María Hernández Royett, quien dice: “La violencia contra las mujeres es compleja, tiene múltiples causas y efectos, es por ello que a través de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, se establece que se debe informar, capacitar y formar con especialistas en esta materia, bajo los paradigmas de Derechos Humanos, Feminismo y Enfoque de Genero, que son las perspectivas que dan las herramientas para poder ir entendiendo y trabajando la violencia, sobre todo para explicar los mitos que a propósito del caso Inca Valero se están manejando a nivel de la opinión publica”.

Gioconda Espina, quien en su escrito “Cronología del caso (todo sucedió en menos de un mes)” de manera breve y precisa, tomando como fuente los hechos noticiosos a los cuales le hizo seguimiento, nos muestra el desenlace del caso Jennifer Vieira- IncaValero a manera de ‘muerte anunciada’ que se pudo evitar.

Nuevos aprendizajes
El caso Jennifer Vieira-Inca Valero nos deja muchos aprendizajes a quienes somos ciudadanos y ciudadanas de este país, señalemos algunos:

1. Los prejuicios o mitos sociales tienen un componente superficial de verdad que se nos presenta como la verdad absoluta. El mito: “Como Valero era rojo, rojito, entonces…”. La verdad es: Valero con respecto a su esposa manifestaba un poder de dominación porque nació hombre en una sociedad patriarcal, porque se entrenó y validó la violencia para resolver sus conflictos, porque era una figura pública y un campeón mundial del boxeo, porque desarrolló y tecnificó su fuerza física y, también, como lo señalé, el prejuicio, porque era parte del grupo político que detenta el poder. Si este último determinante de su poder no lo hubiese tenido, todos los anteriores, igual lo hubiesen mantenido con capacidad de violentar a su esposa.

2. La génesis de la violencia hacia las mujeres no está en el consumo del alcohol y otras drogas, estos no son sino detonantes para el paso al acto y des-inhibidores de la verdadera causa, que transita desde lo intrasíquico hasta los valores sociales, a saber: las mujeres deben someterse a la voluntad masculina, cubrir sus necesidades y carencias, la violencia real es la herramienta que permite lograrlo cuando se resisten.

3. Siendo la violencia de pareja una expresión del diferencial de poder existente entre la mujer y su marido, le corresponde a las instituciones del Estado intervenir para detener la violencia, proteger a la persona agredida, sancionar el acto delictivo, reeducar a una, otro y a la sociedad toda para la igualdad y el respeto.

TSJ le compete actuar

4. Las omisiones e intervenciones inadecuadas de los entes con competencia en la atención de este flagelo social deben ser investigadas y llevar a las consecuencias correspondientes.

5. La última agresión del Inca Valero contra su esposa no fue asesinarla, sino invisibilizar su crimen con el propio suicidio. A las feministas nos toca intentar despertar a la sociedad para que vean la complejidad de este drama del patriarcado que si bien afecta a la sociedad toda, las mujeres llevan la peor parte: las violentas, las matan, las culpabilizan de las agresiones que reciben, se les da la espalda, la sociedad y sus instituciones se cuadran con el agresor y se silencia su vivencia. Ante esta cruel realidad las feministas debemos superar el uso politiquero de este drama.

Activistas, las contradicciones siempre nos acompañarán, pero es un deber humanizante y es más fructífero corregirlas, primero en nosotras/os antes de atacar a nuestras hermanas y hermanos. El ataque, la violencia es la herramienta del dominio; la cooperación lo es de la igualdad. Creo que nos conviene preguntarnos si ¿Cuándo participamos desde esa pasión invasiva de la razón estamos reproduciendo la cultura de la dominación?, si ¿Cuándo subimos el tono de voz y monopolizamos la palabra estamos reproduciendo la cultura de la dominación?

Si podemos observarnos y respondemos afirmativamente estas preguntas descubriremos que estaremos intentando construir la cultura de la igualdad con las armas melladas de la dominación.

* Psicóloga. Magistra en Estudios de la Mujer. Universidad Central de Venezuela.

(Diario Los Andes, 25.04.10, publicado en http://palabrademujer.wordpress.com/)

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