Mireya Lozada, es psicóloga social, profesora universitaria, coordinadora del postgrado en Psicología Social de la UCV, y promotora de «Aqui Cabemos Todos», un grupo de opinión formado luego de los sucesos del año 2002 para promover el reconocimiento de la diversidad; la necesidad de diálogo y las salidas democráticas y no violentas al conflicto sociopolítico vivido en el país desde el año 1999.
Los comienzos: la necesidad
Nosotros comenzamos en agosto de 2003, en aquel contexto dificilísimo de confrontación y conflictividad que iba en ascenso y la escalada de la violencia y polarización. En la que empezó cada quien a anclarse, a refugiarse en su rincón y a despreciar al otro. Una lucha muy fuerte. Algunos la llaman “lucha hegemónica”, otros “confrontación de modelos de país”. Bueno, un grupo de amigos, colegas de la universidad, gente con la que trabajamos en las comunidades, estaba preocupado por esta escalada, porque la sensación era que íbamos en el borde del abismo: aunque ya había pasado el Golpe de Estado, seguía la conflictividad, la radicalización desde el poder, y también desde todos los grupos que hacían resistencia pero con acciones insurreccionales que no eran solo una resistencia pacífica y democrática. El Golpe de Estado fue expresión de eso. Entonces, vimos cómo la conflictividad seguía y se agudizaba, y la fuerte negación y desprecio por el otro empezó a tomar forma completa.
Aquí cabemos todos: la frase
¿Cómo surge «Aquí cabemos todos»?
Compartíamos esas inquietudes y empezamos a reunirnos con más frecuencia, para ver qué podíamos hacer desde un equipo multidisciplinario. Teníamos que trascender un poco más.
Decidimos que íbamos a hacer un pronunciamiento público en el que exponíamos nuestras inquietudes y la alerta en relación con la necesidad de diálogo, de relación, de intercambio, de reconocimiento del otro. Y en ese momento lo presentamos en el Ateneo de Caracas en una rueda de prensa, y el texto expresaba la necesidad de comprender que aquí cabemos todos. Esa frase la usamos dentro del texto y la gente la tomó y comenzó a llamarnos así. Y nosotros pensamos que si esa frase tuvo eco, entonces tenía sentido usarla. Porque además hacía poco que Sergio Antillano en el Ateneo había desarrollado unas iniciativas interesantísimas de un “Taima por la Paz”, en el que también estaba ese “Aquí cabemos todos” que además es “aquí cabemos cien”, y teníamos la referencia de los grupos musicales, y bueno, diferentes grupos estábamos sintiendo lo mismo y buscando una manera de aportar a la reconstrucción del tejido social.
Desde entonces nos posicionamos como un grupo de opinión política, y empezamos a sacar comunicados, tuvimos entrevistas en los medios, asistíamos a foros, seminarios, talleres, encuentros… Trabajamos cada quien desde sus espacios pero con esa premisa de que aquí cabemos todos, en paz, en democracia, y reconociendo la diversidad.
En estos trece años ha habido vaivenes. Hubo gente que sintió que ya no podía estar en el grupo porque tomó posiciones muy radicales y sintieron que no era verdad que cabíamos todos, entonces
La posibilidad de reencontrarnos
¿Es posible el reencuentro?
No queda de otra. Es así. Claro que cabemos todos en paz y en democracia y reconociendo esa pluralidad. Claro, hay un trabajo que hacer porque en al menos diecisiete años hemos estado descalificando al otro, insultándolo… incluso entre familiares, compañeros de trabajo, amigos. Se han roto relaciones, parejas. Entonces se tiene que recomponer dentro de un proceso de reparación social, y sanar las heridas que son profundas, que dejaron huellas.
Esta polarización está marcada fuertemente por: primero lo afectivo, lo emotivo; segundo: la gente usa unas gríngolas que le permite ver solamente un pedacito de esa realidad, pero dentro de un esquema de “nosotros y ellos”, muy maniqueo, muy blanco y negro. En ese sentido, hay que sanar en tres niveles: un primer nivel referido al aspecto personal, un segundo nivel que es el grupal, siendo el tercero el afectivo.
Si bien hemos vivido situaciones fuertes a las cuales no estábamos habituados, y sobre todo en los jóvenes ha habido un impacto muy fuerte, es posible sanar las heridas y lo demuestran las experiencias internacionales: desde África del Sur, pasando por Centroamérica, luego el Cono Sur con las experiencias de dictaduras y de situaciones dolorosísimas, y de violaciones de Derechos Humanos, y sin embargo la gente empezó en diferentes espacios con procesos de sanación. ¡Claro!, esos procesos deben tener una guía y un norte ético que es el de convivir en paz y en democracia finalmente, y rescatar lo que tenemos para compartir. Eso no quiere decir que se eliminaran los conflictos. El conflicto debe manejarse pacifica y democráticamente porque la diversidad existe y, además, el conflicto es consustancial a la vida social
Parte de las acciones para la reconstrucción que toca es promover mensajes realistas de que sí es posible y es posible hacerlo en conjunto, desde un proyecto común, que en este caso es la reconstrucción del país, y desde el aporte que cada quien desde su posición pueda dar.
¿Qué mensaje podemos darle a los jóvenes sobre la posibilidad de modificar esa polarización social? Sobre todo a aquellos jóvenes que no han conocido otra cosa sino confrontación e inseguridad
Si bien reconozco que los jóvenes han vivido diecisiete años de intolerancia, de confrontación, de institucionalización del resentimiento, eso no quiere decir que no tengan como valor la democracia y la paz como referente. De hecho, han sido ellos quienes a lo largo de estos años han estado en la calle resistiendo. Ellos tienen sus referentes familiares, históricos, de democracia, de libertad, de pluralidad. No se ha podido a lo largo de diecisiete años imponer una mirada. Yo entiendo el desencanto y la angustia sobre el disfrute de sus juventud, por el problema de la inseguridad, por ejemplo.
Incluso, con respecto a esto, y tocando el problema grave de la impunidad, también debemos seguir reivindicando los derechos humanos, y evaluar qué mensaje estamos transmitiéndole a la juventud. Porque a esos sectores de delincuentes, de bandas, como se les catalogan, también se le deben respetar sus derecho humanos, por ejemplo.
Entrevista tomada de la Radioweb Show Humano Derecho, cuya conducción está a cargo de Rafael Uzcátegui, Coordinador General de Provea, y, Melanio Escobar, fundador de la ONG Redes Ayuda