Este año puede serdecisivo para la suerte de Venezuela. En las elecciones legislativas del venidero 26 de septiembre es probable que con una alianza perfecta, a pesar de la maniobra del CNE para transformar en mayoría una minoría oficialista, los factores democráticos del país alcancen una representación parlamentaria que implique el comienzo del cambio que Venezuela requiere urgentemente.
La prueba es muy clara para que no se aprecie: las preferencias del electorado han ido cambiando hasta propiciar que el órgano electoral tenga que recurrir a artificios numéricos para recomponer los circuitos electorales según la voluntad del gobierno. Si fuesen mayoría no propiciarían estas modificaciones, así de simple.
Pero con todo y ello no se puede ni se debe subestimar al gobierno y cantar victoria antes de tiempo. Hay que trabajar más duro porque mientras más se debilita el régimen más peligroso se torna. No va ser fácil la disputa electoral debido a que el gobierno y su partido apelarán a todos sus recursos y a la fuerza intimidatoria del Estado para procurar recuperar el terreno perdido.
En el ámbito internacional no las tiene el gobierno consigo. Chávez y los aspirantes a déspotas que lo acompañan cada vez están más solos.
Aunque pequeña en su geografía, la derrota de Honduras fue significativa porque representó el primer frenazo en seco al proyecto chavista en América Latina.
En Argentina, el kirchsnerismo está derrotado por anticipado y la entrega del poder a factores del justicialismo, del radicalismo o de una coalición nacional parece irreversible durante este año.
En Brasil, la candidata de Lula no levanta y las preferencias las encabeza el gobernador de Sao Pablo, José Serra del partido socialdemócrata para las elecciones presidenciales de 2011.
En Colombia, si no es Uribe el próximo presidente lo será Juan Manuel Santos, entre otras razones porque la política exterior de Venezuela ha movido a los colombianos a la defensa de su gobierno.
En Chile el cambio hacia la centro-derecha es una realidad, más con Sebastian Piñera que con Eduardo Frei.
Todo ello deja al presidente Chávez sin soportes fundamentales para su política expansionista, como una vez lo fueron Cristina Fernández y Luis Ignacio Lula da Silva.
Queda así, confinado Chávez a los apoyos de Evo Morales, Daniel Ortega y los hermanos Castro, parte del cartel del autoritarismo aún sobreviviente en la región.
LA RECESIÓN
En el frente interno no luce favorable el momento para el gobierno. Una recesión de la economía que se ha venido profundizando al lado de una espiral inflacionaria se ha traducido en mayor desempleo y caída de los salarios reales de los trabajadores.
A ello se añade algo nunca visto en la Venezuela moderna: racionamientos masivos de suministro eléctrico en todo el territorio nacional, con sus consecuentes impactos sobre la actividad económica y el empleo.
Un gobierno que ha dispuesto de abundantes medios hoy está desnudo ante su propia ineficiencia al descuidar criminalmente la realización de inversiones para la generación y distribución de la energía eléctrica.
Concurre con esto una verdadera situación calamitosa en la prestación de servicios públicos como la recolección de la basura que ha hecho de las principales ciudades de Venezuela vertederos de desechos y propiciado niveles inaceptables de contaminación ambiental.
LA MAYORÍA PARLAMENTARIA
Pero por muy debilitado que esté un gobierno sino no aparece una fuerza organizada que con ideas claras canalice el descontento, las aguas de la inconformidad vuelven a su nivel y el régimen puede sostenerse por más tiempo.
Por tanto, los elementos democráticos deben fijarse una estrategia clara: ganar la mayoría de la Asamblea Nacional para lo cual la unidad es fundamental y también la posposición de las ambiciones personales y el cálculo político-partidista de corto plazo en aras de poblar el parlamento para así detener un modelo que cada vez asume una fisonomía nítidamente autoritaria.
El país no le perdonará a la dirigencia democrática la falta de acuerdos o un simulacro de alianza que impida una renovación del liderazgo y la presentación de rostros que signifiquen y le digan algo esperanzador a los venezolanos en estos momentos cruciales.
Igualmente debe prelar una agenda legislativa que procure impulsar una ley de amnistía, la ley de pensiones y jubilaciones y la aprobación de un estatuto legal que permita revertir todo lo que de inconstitucional que tienen las normativas aprobadas por un parlamento que hace tiempo dejó de serlo para transformarse en una oficina ministerial.
Nombres como los de los comisarios, Vivas, Simonovis, Forero y Richard Blanco deben ocupar posiciones que permitan sacarlos de las mazmorras donde el régimen los ha depositados. No ha llegado la hora todavía, pero se está acercando.
José Guerra
Economista