Sería injusto decir que Ricardo Sánchez es el único pre-candidato -de ambos bandos- que carece de la formación académica necesaria para ser un futuro diputado de la República. Igual de injusto sería negarle la oportunidad al ex-presidente de la Federación de Centros Universitarios de la UCV a postularse como candidato. Lo que objeto es que él, al igual que muchos otros jóvenes políticos que recién asoman la cabeza en el escenario nacional, intente “colearse” en el parlamento sin pasar por múltiples etapas de vida que son necesarias para crear un mejor y más digno representante.
El debate sobre la pertinencia de la candidatura del joven líder llegó hasta las redes sociales, con sus detractores y defensores. Al final la mayoría opinó que, antes de lanzarlo a un puesto tan importante como el parlamento, es necesario que #GraduemosaRicardo (haga click para ver los últimos comentarios al respecto en Twitter).
¿Que tan importante es la preparación académica para un diputado? El sociólogo uruguayo Eduardo Bottinelli entrevistó a 25 parlamentarios y concluyó que “muchos consideran que la formación educativa es relevante para poder realizar una buena gestión y que es un valor agregado para la discusión en el cuerpo legislativo” (Revista TOMO, julio 2008). Si bien en el mismo estudio, un porcentaje de los consultados piensan que los estudios de tercer nivel “no son imprescindibles, pero si importantes, pues ayudan a entender algunos fenómenos y a organizarse en el trabajo”.
Más aún, los estudios revelan que el grado de industrialización de un país está intimamente relacionado con el grado de estudios de sus representantes políticos. En Estados Unidos, el 95% de los congresistas terminaron la universidad. En Chile, una de las naciones latinoamericanas con mayor crecimiento económico en los últimos años, 87,5% de los diputados finalizaron estudios de tercer nivel según los datos compilados por Rodrigo Cordero en “La composición social de la nueva Cámara de Diputados: cambios y continuidades (1961-2010)”. Territorios de menor desarrollo, como Uruguay, apenas poseen un 60% de diputados con estudios profesionales. Si bien es imposible determinar el porcentaje exacto de diputados con estudios profesionales culminados, 93 de los 109 casos analizados poseen educación universitaria completa (85,32%), y 10 de ellos (9,17%) poseen títulos de cuarto nivel.
No, Ricardo Sánchez no es el primero ni será el último de los políticos sin credenciales universitarias en la vida del país. Carlos Andrés Pérez no culminó sus estudios de Derecho e igual fue dos veces presidente de la República. De hecho, en la actual Asamblea Nacional, al menos 16 parlamentarios no cuentan con títulos de estudios superiores (sólo se pudo constatar la formación académica de 109 representantes, de un total de 162). Pero eso no es excusa para lanzar una millonaria candidatura, mucho menos en un circuito como el de Chacao-Baruta-El Hatillo- Leoncio Martínez. De acuerdo con la investigadora político-social Niki Johnson, en su escrito “¿Democracia a medias?”, los integrantes de cuerpos electivos “deben reflejar la composición de la sociedad que representan”, cosa que Sánchez no cumple pues la circunscripción por la que aspira es la que tiene el mayor porcentaje de graduados profesionales por cada cien habitantes en el país. Entre los rivales de Sánchez están dos abogados con maestrías en Harvard, una ingeniera industrial primer puesto en su promoción, con una especialización del IESA y un médico que fue presidente de la Federación Nacional.
El “fenómeno” no comenzó con Ricardo Sánchez. Hace un par de años, un recién graduado Stalin González se convirtió en el candidato de la Unidad para la alcaldía del Municipio Libertador en Caracas. ¿Sería él un mejor burgomaestre que Jorge Rodríguez? Probablemente no. Y no porque le falten las ganas de trabajar por los suyos -González comenzó su vida política en el bachillerato- , sino porque la falta de una mejor preparación académica podría llegar a bloquear mejores propuestas ante los problemas planteados por la ciudad.
En estas primarias legislativas, además de Sánchez, compiten por el lado del Partido Socialista Unido de Venezuela, las estudiantes Andreína Tarazón y Janlisberth “Libertad” Velasco -las dos últimas por dos circuitos distintos en el Distrito Capital. Estando pendientes unas elecciones parroquiales, ¿no es más lógico que estas incipientes figuras comiencen sus faenas como servidores públicos en concejos municipales o juntas parroquiales, como hizo Freddy Guevara con el cabildo metropolitano? La experiencia política de Sánchez se limita a sus dos años en la presidencia de la FCU-UCV -sin grandes logros en su gestión, pero con una increíble exposición mediática-; Velasco y Tarazón se dieron a conocer ante la opinión pública nacional en aquel famoso “debate estudiantil” realizado en el Palacio Federal Legislativo luego del cierre de RCTV. Ambas han estado vinculadas a la política en pequeños roles desde la adolescencia -Tarazón en Aragua y Velasco en el 23 de Enero-, pero ninguna ha tenido puestos relevantes dentro de la organización Psuvista -al menos no a nivel general, aunque ambas son líderes de los movimientos juveniles de la tolda oficial.
Es cierto que el cambio generacional es necesario, sólo que los Sánchez, Velasco y Tarazón – y me atrevería a incluir acá a Yon Goicochea, Robert Serra, Jorge Amorín y los “alumnos aventajados”: Stalin González y Héctor Rodríguez- deben esperar. En el círculo de los bateadores hay toda una gama de profesionales (rojitos, azules, morados y pare usted de contar colores), política y académicamente preparados para hacer frente a los retos de esta Venezuela del Siglo XXI. No es necesario “irse de boca” a la hora de plantearse una carrera política. Instruirse, patear calle, vivir, es también necesario, es también relevante a la hora de asumir el servicio público como un estilo de vida.
Por Arnaldo Espinoza
Publicado en www.codigovenezuela.com