No se le puede mostrar en una foto. No puede dar su nombre. Tiene años viviendo en un  viejo edificio de Quinta Crespo, cerca de uno de los principales mercados populares de Caracas. El edificio  de nombre Mercantil El Comercio. En el primer piso hay un hostal barato: “Residencias La hogareña” que  desde el pasado 23 de enero fue invadido por La Piedrita, organización paramilitar armada que dice respaldar al gobierno del presidente Chávez.  El edificio, de cuatro plantas no estaba vacío. Vive gente alquilada, gente que es propietaria de su piso, y por supuesto los que pagaban por noche en un hotel.

 

Desde el año pasado se escuchaban rumores de que el edificio iba a ser invadido. Por eso la gente empezó a poner rejas, cuenta el vecino sin nombre. El 23 de enero pasado en la mañana le llamó la atención el griterío primero de los demás vecinos y luego los golpes a la reja que daban quiénes estaban afuera reclamando que eran padres y madres  de familia que necesitaban casa, que sabían que en el primer piso funcionaba un hotel.

 

Los vecinos del edificio asustados llamaban a las distintas policías de  Caracas: la municipal, la Nacional y por supuesto a la Guardia Nacional que forma parte del ejercito. Pero la respuesta no es mayor que el silencio, mientras que la invasión no fuera un hecho no podían hacer nada. O al menos eso les dijeron por teléfono.

Quienes reclaman desde afuera para entrar al edificio tienen cómplices adentro. Dos personas que desde la noche anterior se habían quedado en el hotel golpearon al recepcionista rompiéndole la cabeza.

 

Después cuando finalmente apareció un funcionario de la policía los que pretendían invadir el edificio cambiaron el tono. Los invasores amenazaron a los policías y al resto de la comunidad, que vendrían  a las 2 de la madrigada para invadirlos.  Los invasores se fueron con sus niños, sus motos y sus armas. La comunidad preocupada recogería dinero para pagarle a un policía para que se apostara cerca del edificio. Era la única forma de sentirse seguros. La policía a la cual habían llamado reiteradas veces les había dicho que ellos no podían poner a un uniformado a protegerlos por prevención, que en el mejor de los casos una patrulla pasaría de vez en cuando.

 

La incertidumbre no había hecho sino comenzar. En Caracas todo el mundo tiene un conocido que conoce a alguien que tiene algún puesto de poder. Un vecino del edificio tiene por jefe en un ministerio a un miembro de La Piedrita. Alguien más se pone en contacto con la secretaria de Robert Serra, un diputado del PSUV que se retrata con miembros de La Piedrita. Tanto la secretaria como el jefe del vecino coinciden en una cosa: esa gente que llegó  a las 11 de la mañana con niños, mujeres y armas a invadir el edificio no son de La Piedrita.

 

A las 2 de la madrugada no llegaron los invasores que habían amenazado. Llegaron otros. Estos también se identificaron como de La Piedrita. Llegaron acompañados de un  militar de la Guardia del Pueblo. También estaban armados y en moto. Se ofrecieron para hacer guardias y vigilar el edificio.

 

Al día siguiente, 24 de enero, dan la noticia a la comunidad. El edificio está tomado por La Piedrita. Se dieron cuenta la noche anterior que había gente en el edificio que vive hacinada. Y ellos han decidido hacer justicia. Van a redistribuir los apartamentos. Le van a dar a la gente habitaciones del hotel. Y lo mejor ya nadie tendrá que pagar nada. Ni el alquiler. Ello saben que el edificio tiene deudas. Que no se preocupen, que  ellos van a hablar con este o el otro funcionario del gobierno para que se  las exonere. En el edificio hay quienes están felices, los propietarios que están preocupados y otros inquilinos que no saben como tomarse el asunto.

 

Dos días después, el 26 de enero, llega Satanás en persona. Un conocido dirigente de  La Piedrita que en junio del año pasado fungió de negociador entre los jefes de los prisioneros en las cárceles en rebeldía y el gobierno venezolano. Satanás llega amenazando. Dice hablar en nombre de Valentín Santana. El comandante de La Piedrita. Reúne a los vecinos y les empieza a informar cuales van a ser las normas de convivencia: “no se puede andar en los pasillos en franelillas o pantalones cortos por respeto a los niños, no se puede fumar marihuana nisiquiera dentro de los apartamentos, porque ellos a los marihuaneros le dan duro, los caballeros no pueden golpear a las damas. Tampoco está permitido que los novios se acaricien o besen públicamente. Satanás explica que en otros edificios a los que llama recuperados, ellos matan a los ladrones, a los delincuentes, que él no los entrega, que solo después que los mata se los lleva a la policía y les dice que: “agarren su loco”. También Satanás les dijo a los vecinos del edificio que él no acepta traidores, que a los traidores los picaba en pedacitos. Al escuchar eso, una señora mayor  del grupo de vecinos se desmayó.

 

Los días transcurren con miedo en el edificio Mercantil El comercio. El vecino sin nombre no sabe qué hará. El cree que para que todo esta invasión sucediera tuvo que haber complicidad de algunos de quienes han sido sus vecinos en los años que tiene viviendo allí. Lo nota cuando esas personas están pendientes de atender a los vigilantes que se mantienen todos los días allí. Aunque ríe mientras cuenta la historia, tiene miedo.  Estando fuera de su casa conversaba con un amigo sobre la situación en su edificio. Se les acercó alguien: “Cuidado con lo que dices sobre La Piedrita, estamos en todos lados”.

 

La Piedrita ha caído en desgracia por unos días. El Presidente Chávez dijo el pasado 3 de febrero que el grupo debía estar infiltrado por la  Central de Inteligencia Americana (CIA).Lo dijo después que unas fotos aparecieron en la página de Facebook de La Piedrita en la que se podía a ver a niños armados y que generó un debate en la opinión pública.

 

Desde 2009 el comandante Valentín Santana tiene orden de captura, sin embargo el alcalde de Caracas,Jorge Rodriguez, del partido de gobierno se toma fotos con él así como otros dirigentes del gobierno del presidente Chávez.

 

 

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