El periodista Airam Fernández cuenta 23 linchamientos de delincuentes desde enero hasta agosto de este año. Ya dije que los linchamientos iban a proliferar. Demasiados venezolanos los aprueban con placer en sus comentarios. Unas muestras: “Pueblo unido contra las ratas; limpiar esa plaga”, “mil por ciento de acuerdo, que maten a cuanto malandro aparezca”, “pena de muerte para esos malditos malnacidos”, “¿por qué no queman a esos grandísimos hijos de puta? Pero antes, reviéntenlos por tres horas a palos”. “Hay que quemarlos con todo y moto”, “pues se linchan y listo; al carajo, uno menos”. Alguien justifica: “Tampoco sería la solución, pero no nos queda otra”.
Resulta que la policía ya lo hace. Provea en su Informe anual 2014 nos habla de un total de 189 ejecuciones policiales en todo el país. Terrible consecuencia de las políticas de mano dura llevadas a su máxima expresión, por ahora, con las que añade la OLP. Como dice también Provea: “Solo han demostrado que no reducen la criminalidad y la violencia y que, por el contrario, lesionan derechos humanos, lesionan el derecho a la integridad personal, a la libertad personal y lesionan, incluso, el derecho a la vida, sobre todo en las comunidades y en los sectores más vulnerables del país que son los sectores más pobres”.
Violencia institucionalizada ineficaz, además de criminal. Estando en marcha, y con notable número de supuestos malandros muertos, la famosa, terrible y triste “Operación”, las entradas por violencia a la morgue no han disminuido. Si en junio entraron 425 cadáveres, en julio subió su número a 430. Tiempos de Cota 905 y OLP.
Por cada delincuente linchado o ejecutado, ¿cuántos familiares, amigos, compinches, llenos de odio y deseos de venganza surgen? ¿Cuántos ciudadanos que se creían a sí mismos honestos y pacíficos se han convertido en asesinos o cómplices de asesinato? ¿Cuántos que nunca albergaron deseos de muerte se han descubierto dispuestos a la más terrible agresión? Uno de los comentaristas reconoce que eso no es solución, pero le parece que “no nos queda otra”.
Sí “queda otra”. Y otras. Más radicales. Queda albergar en el propio espíritu sentimientos de paz con disposiciones y decisiones para actuar de modo que esa paz se imponga entre nosotros transformando, unidos todos, en primer lugar, las circunstancias políticas actuales, factores decisivos que causan, causarán, mantienen y mantendrán, si permanecen por nuestra inacción y nuestras obsesiones de venganza y rabia, esta violencia contra la cual cualquier otro medio será ineficaz.
Artículo publicado en El Nacional el 08.09.2015