La cultura de la protesta pacífica como un mecanismo democrático para demandar derechos está en construcción
Un tema que hemos tratado anteriormente pero que consideramos oportuno y necesario volver a hacerlo: los conflictos y la solidaridad.
Hay un hecho objetivo, monitoreado y medido por ConflictoVe.org y por el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social: en Venezuela se protesta por muy diversas causas y razones y lo hacen muy diferentes sectores. Han sido 15 mil protestas solo en los últimos tres años. En Venezuela se protesta mucho.
El aumento de la protesta tiene relación directa con políticas mal diseñadas, fallas en la gestión pública, ausencia de respuestas efectivas y oportunas a los problemas de la población, sobre todo problemas sociales, y en el irrespeto a los derechos de los ciudadanos.
El ciudadano venezolano ejerce constantemente el derecho a la protesta pacífica. Ahora bien, el hecho de que esas múltiples protestas no parezcan tantas, o no den la impresión que realmente tienen, obedece a varios factores.
El gobierno y las protestas
El primer factor es la actuación del gobierno que, a lo largo de estos años ha logrado sembrar en el colectivo la idea de inclusión y de que es escuchado. Los ciudadanos reclaman atención, exigen y muchas protestas terminan cuando las autoridades se presentan al sitio, acuerdan casi siempre montar “mesas de diálogo” que la mayoría de las veces no llevan a nada, pero compran tiempo y acallan por un tiempo dichas protestas.
Pero se produce lo que anteriormente hemos llamado el círculo vicioso de la protesta. La gente vuelve a protestar cuando ve incumplidos los compromisos adquiridos por el gobierno en la mesa de negociación o diálogo. Y visto lo visto, contratos colectivos que no se firman, servicios públicos deficientes, sistema de salud pública colapsado, inseguridad rampante, ineficiencia en la gestión en todos los niveles del Estado, etc, las protestas continuarán en número importante, aunque muchas veces interrumpidas por el “acercamiento” gubernamental que, logra suspender la protesta pero no soluciona sus causas.
De esa forma, los conflictos siguen abiertos.
Libertad de expresión y protestas
Otro aspecto que en los últimos tiempos ha incidido en la baja percepción de la cantidad de protestas es la precaria situación que atraviesan los medios de comunicación venezolanos.
El cambio de dueños, la censura, la autocensura, la reducción por falta de papel de espacios en los periódicos y la desaparición de no pocos medios en todas las regiones del país, ha contribuido a la baja visibilización de las protestas que ocurren a diario a lo ancho y largo de Venezuela.
Solidaridad inexistente
Hay un tercer factor que tiene una importancia fundamental. Los diferentes sectores que protestan en Venezuela lo hacen solos. No observamos, salvo honrosas excepciones que se dan a veces en algunas organizaciones y gremios, gestos de compromiso y solidaridad – sobre todo a nivel del ciudadano común- hacia otros sectores que tienen planteados conflictos y protestas.
Muchas veces vemos incluso rechazo, por parte de gente que el día anterior trancó una calle, a protestas de otra gente que trancan otra calle o una carretera. Cuántas veces escuchamos o leemos en las redes reclamos como “vayan a protestar a Miraflores”, o “sigan votando por el gobierno”, o “ahora te friegas”.
Observamos igualmente cómo dirigentes políticos y activistas llaman a la protesta, convocan a manifestaciones pero no acompañan a quienes día día protestan en sus barrios, localidades, centros de trabajo, etc.
La ausencia de solidaridad es la principal causa de que las protestas luzcan atomizadas.
Solidaridad y participación
La cultura de la protesta pacífica como un mecanismo democrático para demandar derechos está en construcción. Ante las distintas problemáticas los ciudadanos han encontrado en la organización, participación, formación y exigencia pública y pacífica, una fórmula para proponer soluciones de manera colectiva y también para plantarse frente a funcionarios e instituciones ineficientes.
La consolidación de esa cultura depende de muchos factores y uno de esos es la solidaridad, vista como un valor que activa no solo a quienes tienen los problemas sino también a quienes tienen la capacidad y la posibilidad de resolverlos.
Los conflictos y protestas en Venezuela tienen, en términos generales, las mismas causas que afectan a todos los ciudadanos. Es tiempo quizás de dejar de comportarnos de manera individualista y de activar la solidaridad como mecanismo que ayude a conducir la conflictividad social y política por un rumbo que, con fuerza, se oriente hacia la búsqueda de soluciones. Cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo.
@MarcoAPonce y @mlhccs