Hace falta acompañar a quienes llevan años protestando por derechos y reivindicaciones en la calle
Constitución. Artículo 68 Los ciudadanos y ciudadanas tienen derecho a manifestar, pacíficamente y sin armas, sin otros requisitos que los que establezca la ley. Se prohíbe el uso de armas de fuego y sustancias tóxicas en el control de manifestaciones pacíficas. La ley regulará la actuación de los cuerpos policiales y de seguridad en el control del orden público.
Más de dos meses lleva Venezuela inmersa en una crisis que ha obligado al gobierno a sentarse a hablar, por primera vez en más de diez años, con la oposición política.
Dos meses en que hemos observado todo tipo de protestas: marchas y concentraciones pacíficas, acampadas, protestas pacíficas con tranca de calles y autopistas, las llamadas protestas creativas, protestas con actos vandálicos contra bienes públicos y privados, trancas de calles y avenidas que no calificamos de pacíficas (vacías, sin gente protestando, uso de elementos cortantes, impedimento a circular a terceros durante largos períodos de tiempo).
Hemos visto también cómo el gobierno ha reprimido dura e indiscriminadamente muchas de estas protestas, afectando incluso a ciudadanos que no participan directamente en ellas. Las detenciones siguen efectuándose a diario y notamos que ha bajado la participación de elementos paramilitares en los últimos días
Las últimas protestas
En las protestas observamos igualmente una disminución de las llamadas guarimbas, reducidas ahora a un mínimo de puntos. Y notamos también una baja en el número de participantes en las protestas todas, por ejemplo, en las marchas de Semana Santa en Caracas, convocadas por el movimiento estudiantil.
Los estudiantes no son uno, son dos.
Se observa una clara división en las acciones y actos que convocan los llamados “estudiantes”.
Por un lado actúa el Movimiento Estudiantil cuyos voceros son los representantes de las federaciones de Centros Universitarios (la semana pasada declararon que están dispuestos a dialogar, con condiciones, con el gobierno) y por la otra la llamada Junta Patriótica Estudiantil y el movimiento JAVU. Aunque a veces coinciden en marchas y actos, las actividades del segundo grupo tienen elementos que, como protesta, que es lo que analizamos aquí, los diferencian. Veamos:
– Hay conexión evidente con las reivindicaciones contenidas en la llamada “La Salida” y muchos de sus dirigentes se identifican claramente con los partidos y dirigentes políticos que están a la cabeza de esa opción. Las protestas, de todo tipo, que lleva a cabo este sector de estudiantes son la punta de lanza de quienes apuntan a esa opción política.
– Sus actividades se concentran en muy pocos puntos, pero tienen amplia difusión mediática y en redes sociales. A ojos vista se ve que tienen un buen apoyo logístico.
– Llaman la atención sus actividades en el municipio Chacao, casualmente uno de los pocos municipios que no tiene universidades. Acampadas, cierres de calle y diarias protestas que terminan en disturbios muchas de ellas, fuerte represión y detenciones se escenifican en las calles del casco. Durante el primer mes el escenario fue en los alrededores de la Plaza Altamira.
– No queda claro a veces cuál es el fin exacto de las protestas que organizan o si las protestas son un fin mismo.
– No se ve acompañamiento masivo de ciudadanos (vecinos, sociedad civil, etc.). Manejan eficientemente las redes sociales tanto para las convocatorias como para amplificar los efectos de sus actos.
Protestar es un derecho
Si bien es cierto que estamos ante un gobierno que no respeta las leyes en cuanto a permitir a los ciudadanos que ejerzan el derecho a la manifestación y en cuanto al control de las mismas (lo hemos venido diciendo y denunciando), también lo es el hecho de que observamos protestas, no todas, claro, que han adquirido un cariz violento.
Además, quienes hoy protestan y tienen como lema “no salir de las calles” deben saber que en esas calles, desde hace mucho tiempo se escenifican protestas por muy variadas razones.
Razones que, por cierto, siguen vigentes y siguen siendo causa de protestas. Pero, tenemos semanas insistiendo en el tema, existe un divorcio evidente entre esas protestas y las que hoy escenifican los “estudiantes” y la sociedad civil, a pesar de que los problemas económicos y sociales afectan de igual manera a todos los sectores de la población.
Hay un sector que ha impuesto un objetivo político y usa la protesta con ese fin y hay otro que sigue protestando por los derechos laborales, la inseguridad, el derecho a la salud, etc.
La inclusión, tan necesaria, tiene que ir más allá de consignas y declaraciones. La inclusión debe comenzar por el acompañamiento a quienes llevan mucho tiempo exigiendo y protestando. Y parece que hay gente que espera lo contrario, es decir, crear una situación de protesta en determinadas zonas y sentarse a esperar que los otros vengan.