Por Luis Carlos Díaz

Una de las experiencias más curiosas de analizar sobre las protestas que existen en la realidad y en el ciberespacio es la “Revolución de los pingüinos”. Resulta interesante porque fue una movilización estudiantil que durante el año 2006 logró cambiar parte del sistema educativo en Chile, y es particular por varias cosas: es una experiencia latinoamericana, con nuestros contextos y velocidades gubernamentales; sus protagonistas fueron más de 100mil estudiantes de bachillerato (pingüinos) que trabajaron de manera horizontal, sin protagonismos mediáticos ni divos; y buena parte de su éxito se debió la uso intensivo de redes sociales y telefonía celular… aunque ocurrió en 2006, cuando no eran populares Twitter ni Facebook, ni habían caído dictadores al norte de África. (Vea el documental)

La experiencia chilena tuvo dos componentes importantes para su éxito: además de una propuesta coherente por causas justas y bien delimitadas, supieron acompañar la dimensión digital con la de calle. Las informaciones corrían a toda velocidad en blogs, MySpace (uno por grado en cada colegio de la capital), correos electrónicos y mensajería de texto, pero a su vez se traducían en cierres de diversas arterias viales de la ciudad, protestas descentralizadas que desorientaban a los carabineros y orden en las comisiones de negociación y diálogo con las autoridades. Los chilenos se la saben.

En Venezuela ocurrió otro tanto, con su toque criollo, durante las huelgas de hambre de los estudiantes en la sede de la OEA (2009) y el PNUD (2011). En esas manifestaciones una plataforma como Twitter servía para que los chicos y chicas consiguieran apoyos puntuales de insumos, atención inmediata en caso de agresiones y una comunicación constante y a cuentagotas que lograba un canal propio, amén de la cobertura de medios tradicionales. En estos casos se trataron de estrategias de resistencia, pero con el componente de la autoflagelación de daño corporal. Un joven sometido a una huelga de hambre podría tener daños irreversibles en su organismo y a veces, frente a estados indolentes, a cambio de nada. Un fenómeno reciente del que dan cuenta los informes de Espacio Público y Provea es la radicalización de las protestas, que escalan rápidamente a ejercicios como huelgas de hambre, sangre, bocas cosidas y secuestro de familiares y funcionarios (como el caso de las cárceles). Mientras las causas del problema no sean atendidas, tendremos una sociedad movilizada, dispersa y asumiendo posiciones de lucha por la exigencia de derechos civiles, económicos, culturales y políticos. Sólo que los nuevos tiempos requieren también más creatividad.

El próximo jueves 12 de mayo, en la histórica sala E de la UCV, se llevará a cabo un foro sobre el derecho a defender derechos, promovido por Provea y otras organizaciones sociales que trabajan por el derecho a la protesta pacífica. Las experiencias venezolanas que se mostrarán allí incluyen la huelga de los estudiantes y enfermeros, la resistencia de los pueblos indígenas en la honra estatal de su autodemarcación territorial, la defensa de derechos laborales desde los sindictos autónomos y las experiencias del cooperativismo, como el de Cecosesola. También habrá una breve participación de la Internacional de Resistentes a la Guerra (IRG), con la muestra de otras experiencias donde las manifestaciones pacíficas han logrado cambios.

Desde la hoguera proponemos que sea la web un espacio flexible y discursivo (por lo tanto sin violencia física) donde las organizaciones e individuos que deseen lograr cambios sociales consigan apoyos, reforzamientos y sobre todo un espacio en el cual se pueda narrar lo que ocurre y aglutinarse con gente que también se sienta afectada. Ahí caben todos, desde comités de usuarios y gente que espera un techo, hasta objetores de conciencia que no deseen hacer el servicio militar como estaba planteado el año pasado antes de las protestas.

Vea el Manual para campañas no violentas

08.05.2011 Tal Cual

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