Nelson Mandela (18 de julio de 1918 – 5 de diciembre de 2013). En julio de 2000, durante la XIII Conferencia Internacional sobre VIH/Sida, que tuvo lugar en Durban, Sudáfrica, pudimos ver a Nelson Mandela por primera vez, rodeados de otras 6.000 personas, la mayoría de ellas activistas y miembros de organizaciones de sociedad civil de todas partes del mundo.
En cuanto Mandela entró al recinto para participar en la ceremonia de apertura, al grito de “amandla, amandla”, por parte de sudafricanos y representantes de otros países vecinos, nos pusimos todos de pie y le dimos entre todos una larga y estruendosa bienvenida.
Comenzó su discurso con una frase que hemos repetido muchas veces: “Seré breve, porque si algo me enseñaron 27 años de prisión, fue el valor de las palabras, cuán preciosas son, y el peso que tienen sobre la forma en que viven y mueren las personas, dependiendo de quién las pronuncie…”.
Entendimos allí el profundo sentido de responsabilidad de Nelson Mandela, ya no solo en términos del papel crucial que había jugado en acabar con el oprobioso régimen del apartheid y su lucha contra todo tipo de discriminación. Recordamos sus palabras en el juicio que lo llevó a prisión en 1964, las cuales repitió al salir, 27 años más tarde: “He luchado contra la dominación de los blancos y contra la dominación de los negros. He deseado una democracia ideal y una sociedad libre en que todas las personas vivan en armonía y con iguales oportunidades. Es un ideal con el cual quiero vivir y lograr. Pero si fuese necesario, también sería un ideal por el cual estoy dispuesto a morir”.
Sin embargo, en la apertura de la XIII Conferencia, sus palabras estaban dirigidas a quien había sido compañero de luchas y su sucesor en la Presidencia de Sudáfrica, Thabo Mbeki, quien se había hecho parte de los grupos que cuestionaban la relación entre el VIH y el Sida y, por ello, se negaba a proveer tratamiento antirretroviral a las personas con VIH en su país.
Durante su discurso de cierre de la XIII Conferencia, Mbeki mantuvo su posición. Razón tuvo Mandela al advertir sobre “el peso de las palabras en la forma en que viven y mueren las personas, dependiendo de quién las pronuncie”: la postura de Mbeki y de su ministra de salud es considerada como responsable de la muerte de más de dos millones de sudafricanos por causa del Sida.
La presión pública, con el liderazgo de Nelson Mandela y activistas locales y de otros países del mundo, llevó al gobierno de Sudáfrica finalmente a cambiar su posición, luego de un altísimo costo en sufrimiento y pérdida de vidas.
En enero de 2005, nuevamente Mandela dio ejemplo de su liderazgo y compromiso con la vida y la no discriminación al anunciar públicamente la muerte de su hijo Makghato, a los 54 años, por causa del Sida. Intentaba así Mandela contribuir a romper las barreras de silencio, estigma y discriminación que seguían afectando a las personas con VIH, en Sudáfrica y en países vecinos. Este sigue siendo el mayor reto en la actualidad.
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