La conflictividad laboral -de acuerdo con el Observatorio Venezolano de la Conflictividad Social- reportó cerca de seiscientos conflictos en el primer semestre del presente año, pero tal parece que este número aumentará en este segundo semestre en desarrollo, habrá que esperar unas pocas semanas para ver los registros de este segundo semestre.
Lo anterior lleva a afirmar sin mayor duda que la conflictividad laboral es alta, sin embargo es más complejo juzgar sobre efectos de la misma.
Es decir, si se logran los objetivos buscados con la protesta. Tengamos presente que los objetivos de la protesta laboral más frecuentes son: el mejoramiento y/o la preservación del poder adquisitivo de los ingresos salariales así como del conjunto de condiciones de trabajo; la defensa de las instituciones de defensa de los trabajadores, es decir sus organizaciones sindicales, así como de sus convenios colectivos; y obviamente la defensa del empleo.
La inflación del presente año se cerrará alrededor del 50%, con índices más elevados en el ramo de alimentos, el concepto que genera la mayor erogación en los gastos de la clase trabajadora. Si tenemos presente los incrementos salariales que ocurren en estos tiempos, son muy contados los casos en donde los trabajadores reciben incrementos que restituyan esta pérdida de capacidad adquisitiva. De aquí que a los trabajadores el errático manejo de la política económica le reduce sus salarios reales.
Por el lado de la defensa de las instituciones propias de los trabajadores para la preservación y mejoramiento de su condición, viven indudablemente momentos difíciles. La propia vigencia del nuevo Decreto con rango y fuerza de Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y Trabajadoras, lesiona conquistas de las organizaciones sindicales y agrega nuevas dificultades para su desenvolvimiento así como para el desarrollo de las convenciones colectivas.
Ante esta realidad se multiplican los conflictos laborales, pero sin suficiente impacto en la resolución de los problemas mencionados. ¿Qué explicaciones se pueden considerar? Una primera es el hecho de que muchos de los problemas que experimentan los trabajadores son comunes a distintos colectivos, pero los conflictos no se producen de manera articulada. Predominan acciones de protestas dispersas y desarticuladas, prestándose la situación a mayor control patronal. También ha de destacarse que la mayor conflictividad ocurre en el sector público, sea de la administración central, regional y municipal, como de las empresas estatales.
La desarticulación de los conflictos es una manifestación del estado actual de fragmentación de las organizaciones y acciones de los trabajadores. Entre centrales y corrientes sindicales se cuentan con al menos una decena de entidades. Muchas cabezas, pero pocas organizaciones efectivas y equipadas con los recursos suficientes. Producto de la política laboral oficial, los niveles organizativos de segundo y tercer grado han sido gradualmente restringidos.
Manifestaciones concretas de una política oficial efectiva en la fragmentación de los trabajadores, ha sido el fomentó y registro de cinco mil nuevas organizaciones sindicales entre el año 2002 y el presente, sin que ello haya significado un incremento de la tasa de sindicalización. Es por lo que es usual la existencia de más de una organización en los espacios productivos, introduciendo fraccionalismo y división entre los trabajadores. La polarización política en el nivel nacional se lleva al propio seno de los trabajadores.
En contribución reciente llamamos la atención del insólito número de organizaciones cooperativas creadas entre el 2002 y el presente sin que ello haya significado ventajas para los trabajadores y la producción misma del país, igual se puede afirmar en el número de organizaciones sindicales.
No hay correspondencia positiva entre la existencia de mayor número de organizaciones sindicales y el alcance de logros que favorezcan el bienestar de los trabajadores. Más bien estos incrementos organizacionales inducidos desde el poder han sido lesivos a los trabajadores, porque agrega más oportunidad de maniobra a la parte patronal y estatal.
Realmente lo que sí hace falta es un proceso de agregación de organizaciones alrededor de federaciones o centrales regionales y nacionales que cohesionen acciones y estrategias, y que con toda seguridad a lo mejor con mucho menos número de conflictos laborales se puedan producir mejores resultados en logros y alcances de objetivos.
El tipo de conflicto laboral predominante es el de tipo disperso y riesgoso para los propios trabajadores, que se desenvuelven en un marco jurídico que ha agregado regulaciones con orientación de control, que es lo que ha llevado a cientos de dirigentes sometidos a procesos de criminalización por el ejercicio de acciones propias de libertad sindical.
Posiblemente la construcción de entes propios del movimiento sindical como son las federaciones, pase previamente por acciones más coordinadas en las distintas acciones que hoy aquejan al movimiento.
Sin duda una de sus tareas más inmediatas y urgentes es asumir posturas y acciones ante la cercanía de un nuevo mecanismo de control y restricción como es el Registro Nacional de Organizaciones Sindicales, que ha venido desgastando y obstruyendo el libre desenvolvimiento de estas organizaciones, y que se avizora como una herramienta que pretende profundizar la ya aguda fragmentación.
@hl_lucena