Lo ocurrido el 07 de enero en París es sin duda alguna y desde toda perspectiva, sin matiz alguno, condenable y repudiable. No puede justificarse de ninguna manera un acto similar. El problema de fondo no es ni la libertad de expresión ni el Islam, el problema es la guerra que beneficia a unos pocos, la búsqueda de chivos expiatorios para justificarla, y las muertes masivas que todo esto genera. Este fenómeno más que causa es consecuencia, y a su vez se constituye potencialmente en detonante de otros hechos también lamentables, peligrosos y expansivos.
En esta vorágine antiterrorista y securitaria la construcción de enemigos tiene un rol fundamental. Zaffaroni (2006) en su explicación sobre el enemigo en el derecho penal explica como en la Roma imperial el hostisera el ”enemigo público”, respecto al cual se planteaba la guerra. Éste era la negación absoluta del otro ser (hostilidad).
Esta categoría serviría para varias subclasificaciones entre las que se encontraría la del hostisalienigena considerado como “el núcleo troncal que abarcará a todos los molestos al poder, por insubordinados, indisciplinados o simples extranjeros”. En fin, el extranjero, el enemigo, el hostis, era el que carecía de derechos, el que estaba fuera de la comunidad. Tanto es así que la pena máxima en muchas sociedades era la expulsión de la comunidad, el exilio, la pérdida de la paz, justamente porque dejaba al sujeto en la situación de extranjero, de extraño, privado de todo derecho.
Este desconocimiento del otro lo heredan de cierta manera las tradiciones judeo-cristianas, se expresarán en las cruzadas, en el genocidio americano y también en la inquisición. Esta rémora premoderna ha permeado al pensamiento moderno, a la política y en consecuencia al derecho. No en vano uno de los más importantes ideólogos del nacionalsocialismo, Carl Schmitt, considerará a la distinción entre amigos y enemigos como la “esencia de lo político”.
En resumen: el enemigo no es persona y en consecuencia no tiene derechos; es una categoría bélica, no jurídica (Jakobs sería la carátula “jurídica” actual de este viejo discurso). Por otro lado, la idea de “choque de civilizaciones” de un etnocentrista, xenófobo y racista miembro del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, asesor para bombardear las zonas rurales de Vietnam, llamado Huntington, también ha contribuido en las últimas décadas para abonar el terreno para este tipo planteamientos dicotómicos, pero en su caso, en el escenario geopolítico internacional.
Estas retóricas se han venido posicionando tras el 11 de septiembre de 2001 (11-S). En este proceso de construcción de enemigos los estereotipos difundidos por las empresas de comunicación y del espectáculo, junto a la exacerbación de los miedos asociados con los mismos, son muy importantes para la legitimación de políticas bélicas.
El caso del Charlie Hebdo retoma esta agenda del 11-S, y la misma tiene impacto directo en las políticas internas de nuestros países, en donde el enemigo puede ser cualquiera de nosotros.
@Keymer_Avila