luisa pernaleteComadre, según el diccionario, significa “vecina de máxima confianza”. Para los católicos, comadre es la madrina del hijo, o sea, segunda madre. Co- al lado, al lado de la madre, pues. Voy a proponer que se instaure el Día de las Comadres, esas mujeres que, sin dejar de ser madres, ahíjan, vuelven hijos a los muchachos de otras madres, de manera generosa y desinteresada, incluso sin “nombramiento oficial”.

Por todo lo anterior y por todas las “comadres” de este país, ¡Feliz Día de las Comadres!

Pienso en las madres indígenas, de comunidades no criollizadas, las cuales, cuando muere una mujer y deja huérfanos hijos pequeños, ahíjan a estos y los crían como propios.

Pienso en mujeres como Maigualida, de una comunidad de San Félix. Su hija mayor nació con un problema de salud serio y al poco tiempo quedó ciega. Maigualida cada año se ofrece voluntariamente para ser de la directiva de padres y representantes del colegio de su hija, y se vuelve comadre de todos los alumnos del centro educativo, pero además es catequista en su urbanización y cada domingo se ocupa de muchos hijos e hijas de otros, para que conozcan la palabra de Dios, acompaña a otras catequistas, y para completar su agenda, ha pedido cupo en el próximo curso para Madres Promotoras de Paz, quiere formar un grupo con las vecinas de Inés Romero. ¡Es una verdadera comadre!

Pienso también en Rina. Vino muy pequeña de Guyana. Infancia difícil, pobreza extrema, madre que debía ir a trabajar y la dejaba sola con su hermana y un mal día unos delincuentes las violaron siendo adolescentes. Pareja difícil, a la cual abandona cansada de los malos tratos, pero hoy se ha vuelto “comadre” de las mujeres que van a la escuela donde ella trabaja como portera. Aconseja a una, luego aconseja al hijo, promueve el entendimiento entre los muchachos, lleva amablemente café a todos los visitantes y a las agobiadas maestras, no pierde oportunidad para sembrar paciencia y esperanza. Se ha apuntado en el taller para ser facilitadora del curso de Madres Promotoras de Paz. ¡Es otra verdadera comadre!

Pienso también en una maestra que me abordó en un taller hace poco. Tiene un alumno de tercer grado, que ella sospechaba que tenía problemas en su casa y fue de visita al hogar. Fue testigo del trato inadecuado de la madre, pues lo discrimina. Ella se está ocupando en ayudar al niño para que eleve su autoestima, para se sepa valioso en el aula. Hace lo que una buena madre debe hacer, darle más cariño al que menos tiene. Eso la convierte en “comadre”. Hay muchas maestras ocupándose de muchas cosas por encima de enseñar a leer y a escribir. Se ocupan de sus miradas, y si se entristecen averiguan el porqué, y si saludan sin sonreír, y también chequean esa ausencia en los labios. Esas son maestras/comadres. También amonestan cuando hace falta, son entonces “supercomadres”.

Pienso en Gloria, educadora y defensora de derechos de niños y adolescentes, esa es comadre de medio Petare: aconseja, pelea, eleva capacidad de lucha de muchas madres, escucha y escucha. ¡Hacen falta muchas comadres como Gloria!

En las comadres se confía, aunque solo sea para escuchar los problemas o logros de los ahijados. Las comadres también reparten bendiciones, cuando son madrinas “oficiales”. Las comadres siempre están inflando globos para dar alegría a los ahijados y dan ánimo a las madres. Las comadres son vecinas con la mano extendida.

Por todo lo anterior y por todas las “comadres” de este país, ¡Feliz Día de las Comadres! (Correo del Caroní, 13.05.13)

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