¡Cuántas mujeres viven en un infierno permanente! Se les insulta, se les descalifica, se les amenaza, se les llega a golpear, también a violar. Según el Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres, en el 2010, basados en casos que aparecen en la prensa, cada día mueren 4 mujeres a mano de sus parejas. Muchas ya vivieron en su casa paterna/materna situaciones de violencia, y luego sigue el viacrucis con sus parejas. Historias dolorosas que parecen no tener fin.
“No recibí nunca una palabra amable ni en mi infancia ni en mi adolescencia” dijo una madre en un curso una vez, a esa infancia y adolescencia sin cariño, siguió el capítulo de la pareja maltratadora. ¿Se puede que las mujeres sean tratadas con dignidad?
El 25 de noviembre se celebra el Día Internacional de la No Violencia contra la Mujer. Hay leyes, pero esas -por sí solas- no son suficientes, además, cuando se recurre a la Ley es porque la mujer ya no puede aguantar más. Consideramos que el trabajo de prevención podría impedir que se escribieran tantas historias tristes. ¿Qué tal si educamos a los hombres desde niños y les enseñamos que el maltrato, la intimidación, la descalificación, no son la manera de ser felices?
Yo propongo que comencemos antes, mucho antes que el hombre-pareja, maltrate o llegue a matar a la mujer, se puede empezar desde los primeros años de vida, desde la educación inicial en la escuela. Educar al niño, enseñarle que la niña merece respeto, enseñarles a expresar sus sentimientos, enseñarles que los niños sí pueden llorar cuando se caen -porque les duele igual que a las niñas-, enseñarles, pues, a expresar sus sentimientos, porque los tienen y porque sentimiento reprimido se vuelve resentimiento, y el resentimiento explota violentamente en algún momento.
Hoy se sabe que la incapacidad para expresar emociones y sentimientos es un factor que contribuye a la violencia interpersonal. Considero que las madres, cambiando su actitud frente a los pequeños, los padres -erradicando esa equivocada idea de que “los niños no lloran porque eso no es de hombres”, las maestras de los primeros grados, enseñando a los alumnos que decirle “mujercita” a otro niño es un insulto -porque ser mujer no es una desgracia, sus madres son mujeres y seguro que no son cobardes y, además, hay muchas extraordinarias- en fin, todos podemos hacer muchísimo para prevenir la violencia contra la mujer a futuro.
Los niños aprenden más por modelaje, que por las palabras. Mientras más pequeños, más “esponjas” son. Graban en sus corazones y cerebros los tonos, los gestos de los que les rodean. Desde que nacen se les puede enseñar a respetar al otro -y a la otra- ¿por qué esperar a que sucedan tragedias? ¿Por qué someter a la mujer a una vida llena de gritos, golpes y humillaciones? Mucho más en un país en donde las cárceles no reeducan a nadie y en donde ya no caben más hombres en los recintos penitenciarios.
De todos modos, no está de más proponer que a los hombres que sean privados de libertad por casos de violencia contra la mujer, se les ayude a erradicar esas actitudes y comportamientos con tratamiento adecuado. El machismo existe con tanta fuerza porque se le considera “normal”. A los niños, niñas y adolescentes se les puede enseñar que siendo diferentes, son capaces de vivir en paz -¡créanlo¡ -¿no pueden hombre y mujer convivir pacíficamente? Eso también se aprende. (Conflictove, 27.11.12)