No me estoy refiriendo al programa de ningún candidato presidencial, me refiero a las miles de oportunidades que hay para promover la convivencia pacífica en este país. Créanme: ¡hay empleo para todos!

Cuando se me acerca gente a ofrecer cooperación para lo que hacemos o simplemente pregunta qué puede hacer, se me viene a la mente una estrofa de la canción de la misa salvadoreña, muy conocida después del asesinato de Monseñor Romero: “vamos todos al banquete/ a la mesa de la creación/ cada cual con su taburete/ tiene un puesto y una misión”. Pues sí, hay trabajo para todos y todas.

Si lo que quiere es “dar” algo para que otro termine la tarea, pues saque su chequera, o vacíe su bolsillo, dinero en buenas manos, siempre ayuda, hay muchas comunidades populares, numerosas organizaciones no gubernamentales dedicadas a promover la paz y prevenir la violencia, unas con más impacto que otras pero las hay. ¡Búsquelas!, esas trabajan para usted, haga algo usted por ellas.

Cuando se me acerca gente a ofrecer cooperación para lo que hacemos o simplemente pregunta qué puede hacer, se me viene a la mente una estrofa de la canción de la misa salvadoreña

Recursos económicos no es lo único. Si usted tiene alguna habilidad artística, sabe pintar o tocar un instrumento o bailar o contar cuentos o hacer malabares, póngalo al servicio de otros, enseñe a niños o adolescentes a hacerlo, eso les encanta. El tiempo libre sin recreación sana, es un riesgo para muchos pequeños y adolescentes.

Si usted sabe leer y escribir, infórmese de lo que está pasando en este país. Sepa contestar acertadamente al que le dice que “esto de la violencia y los homicidios es igual en todas partes y siempre ha sido así”. Léase, por ejemplo, los informes del Observatorio Venezolano de Violencia para que ayude a otros a ver que no en todas partes es así y no siempre ha sido así aquí en este país. Si además de sabe leer, sabe escribir y tiene una computadora y de paso, acceso a internet, escriba algo de lo que leyó, reenvíelo a otros. Agarre rabia sana -que también la hay- cuando conoce casos de impunidad y hágalo saber. No sólo lea los datos de violencia, hay periodistas que difunden “buenas noticias” y dan fe de las gotas de paz que van surgiendo por todas partes y van al mar a endulzar las olas. Anímese con el trabajo de otros, porque son señales de lo posible.

Si tiene oídos, escuche al que sufre por la violencia. Escuche a la madre que no sabe qué hacer con su hijo metido con drogas o con “malas juntas”; escuche a la mujer maltratada; escuche al padre que perdió a su hijo cuando venía del trabajo por una mal llamada “bala perdida”. Escuche, sin pretender que usted sí sabe qué hacer. Organice o súmese a un grupo de ayuda mutua. Si es psicólogo o psiquiatra o terapeuta, done alguna hora a la semana.

Hay mucha gente necesitando ayuda profesional y no la encuentra en “Barrio Adentro” ni la puede pagar en “Barrio Afuera”.

Si cree -porque siempre se puede encontrar si se busca- que “no tiene tiempo”, seguro que al menos tendrá usted dos manos, pues entonces: ¡Aplauda, caramba! Aplauda al que hace. Reconozca la labor de la señora del consejo comunal que gasta la suela de sus zapatos recogiendo firmas para que arreglen las calles de la comunidad; reconozca el trabajo de los de la junta de condominio que invierten su tiempo de descanso en trabajar para usted; reconozca la dedicación de la maestra de su hijo que debe ocuparse de 30, 40 niños y niñas, mientras que usted se ocupa de uno o dos; reconozca el ánimo y el optimismo de esa vecina que parece tener pilas de larguísima duración y siempre inventa algo bueno para todos; reconozca esa nota esperanzadora del reportero que encontró noticia donde otros no vieron nada… en fin, si sólo tiene manos: ¡aplauda, caramba!, pero haga algo, lo que no se perdona es que se quede paralizada y diga que “en este país no hay nada qué hacer por la paz”. (Conflictove, 21.08.12)

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