No hablo de ninguna banca comercial, nada que deba ser intervenida o salvada por Fogade, hablo del Banco del Libro, organización venezolana sin fines de lucro, fundada en 1960, que ha dejado muchos “dividendos” a la sociedad de este país, sobre todo a niños, niñas, adolescentes y docentes, sin contar con las familias beneficiadas en los planes vacacionales.
Pues este banco, tiene muchísimas cuentas: talleres para promover la lectura, cursos para niños y para educadores, concursos para premiar cuentos infantiles, lista de sugerencias para que docentes, padres y madres sepamos qué podemos comprar a nuestros alumnos, hijos y nietos…. En fin, es realmente un “banco” con cuentas variadas y todas generan ganancias.
En el Tercer Encuentro de Constructores de Paz (Caracas, 25 y 26 de mayo), en la mesa de Educación, el Banco del Libro presentó su experiencias con niños de escuelas de Caracas sobre cómo educar para la convivencia pacífica con la mano de la literaturas infantil. Cuentos que ayudan a los pequeños a identificar y comprender sus emociones, como Fernando el Furioso, o aquellos que elevan la autoestima de las niñas, como Niña Bonita, o aquellos que permiten que los tímidos salgan de sí sin dejar de ser ellos mismos… Mientras la representante del “banco” contaba la aventura, los educadores y educadoras presentes en el evento soñábamos con tener una “sucursal” de ese banco en nuestra ciudad, en nuestra escuela, en nuestra comunidad. Venezuela debería considerar al Banco del Libro, Patrimonio Cultural; las universidades deberían incluir en sus planes de estudio los saberes del Banco del Libro; las empresas deberían tomarlo en cuenta para su Responsabilidad Social; el gobierno debería tenerlo como aliado importante; la Comisión presidencial para el Desarme debería apoyar lo que hace; los docentes en ejercicio y las familias amantes de la paz deberíamos pedir que sus talleres de multiplicaran para luego replicarlos nosotros: Seguro que tendríamos más herramientas para educar para la paz.
¿Pueden creer que esa institución, tiene problemas económicos para funcionar? ¡Eso cuesta creerlo! Pero es así. Una institución a la que todos los venezolanos deberíamos agradecer lo que ha hecho por los niños y adolescentes de este país.
La Unesco ha tenido más visión y le ha dado un premio por su aporte a mejorar la eficacia de maestros y maestras. Ha recibido muchos otros ms, pero ese, el premio Unesco -Handam Bin Rahshid Al-Maktum, le fue otorgado este año, junto a una organización de Nepal y a otra de Suráfrica.
Entre las otras cuentas que tiene el banco, está la del Voluntariado “Tiempo para compartir”, que une tiempos de jóvenes para construir el bien común, y cuando se produjo el deslave de Vargas, el Banco del Libro creó el programa “Leer para vivir”, con el objetivo de ayudar a niños y adolescentes de los refugios a curar heridas abiertas por el desastre. De manera permanente promueve actividades que convencen a los niños y niñas que “Leer es un placer”.
La verdad es que yo quisiera una “cuenta” en ese banco, quiero que todas las madres, todos los docentes, tengamos una “cuenta” en el Banco del Libro, y por eso, para que sus planes sean posible en todo el país, para que no cierre sus puertas, me uno a una campaña de apoyo. Es más, quiero ser “accionista” y vender acciones. Este banco no puede cerrar, los intereses que producen son un dique construido por cuentos que detienen la violencia. ¿No vale la pena apoyarlo? (Luisa Pernalete, Correo del Caroní, 04.06.12)