El instinto natural de los seres humanos es conservar la vida, luchar por ella, independientemente de las circunstancias a las que se enfrenten. Sin embargo, lo más importante es preservarla de la mejor manera posible con una adecuada calidad y con el máximo bienestar posible, bien sea en ausencia de una enfermedad o, por el contrario, cuando se padece una enfermedad crónica y la vida dependa de un tratamiento o procedimiento médico.
Tal es el caso de los pacientes renales, en especial los que dependen de una máquina de diálisis para mantenerse en un buen estado general en relación con su enfermedad, tener una buena calidad de vida y poder lograr un trasplante renal, lo cual es el principal objetivo. No obstante, sabemos también que el número de trasplantes por año se ha reducido significativamente. Aun en diálisis, los pacientes pueden llevar una rutina de vida normal e incluso trabajar, solo que implica un cambio al cual tienen que adaptarse. Para muchos al principio resulta traumático, les cuesta aceptar la enfermedad, reacción que puede resultar común en el ser humano.
Para entender mejor estas circunstancias, los riñones realizan una función importante como es la eliminación de agua y toxinas del organismo producto del metabolismo, es decir, permiten el filtrado de estas sustancias a través de la orina, además de que intervienen en otros aspectos como, por ejemplo, la regulación de la tensión arterial. Si los riñones llegan a fallar en un porcentaje importante, el paciente presenta una condición clínica de enfermedad renal crónica; sus riñones ya no son capaces de eliminar esas toxinas, y aumentan los niveles de estas en el cuerpo y es cuando tiene que ser sometido a un proceso de diálisis, procedimiento que sustituye la función normal del riñón, es decir, depura o limpia la sangre de esas toxinas dañinas para el organismo. Si el paciente no se dializa, su vida corre un gran riesgo. En esta fase el paciente renal tiene que someterse a este tratamiento a través de una máquina de hemodiálisis, conocida como riñón artificial, tres veces por semana, con una duración de cuatro horas. Hay otra variedad de diálisis, conocida como diálisis peritoneal ambulatoria continua, que se realiza a través del peritoneo, en el abdomen, y el mismo paciente es entrenado para practicarse esta técnica.
¿Cómo es el drama que viven los pacientes renales en este tiempo de crisis? Actualmente hay un aproximado de 15.000 pacientes en diálisis en el ámbito nacional, según información recibida, la mayoría de las unidades de hemodiálisis están colapsadas y se reporta un déficit de máquinas para la demanda de pacientes. Esto ha traído como consecuencia la reducción en el número de horas que debe recibir el paciente para poder asignar cupo a otros. Además, se reporta déficit de los medicamentos que se tienen que administrar al paciente durante el procedimiento. Hay aproximadamente 136 unidades de hemodiálisis en todo el país, hospitalarias y extrahospitalarias, distribuidas en 18 estados dependientes del Ministerio de Salud y del Seguro Social. Un dato de relevancia es que hay un marcado déficit de mantenimiento de estas unidades tanto en su infraestructura como en las máquinas de diálisis, y en muchas unidades se encuentran algunas inoperativas, por ejemplo: en la única unidad ubicada en Tucupita, capital del estado Delta Amacuro, de un total de 15 máquinas hay 6 que no están operativas, además hay fallas en el mantenimiento de la infraestructura. La situación en este centro es alarmante y en cualquier momento colapsa por la gran demanda de pacientes.
Quisiera resaltar la situación de los pacientes renales en la frontera con Brasil, específicamente en Santa Elena de Uairén, cuya dramática situación de salud ha sido referida en anteriores artículos. El problema principal es el traslado de dichos pacientes a Boa Vista, Brasil, adonde tienen que acudir tres veces por semana a dializarse. Son un total de seis y para ello tienen que pagar un taxi brasileño, por supuesto, con moneda de ese país (reales) y que tienen que comprar según el cambio en que esté la misma en el momento, con tendencia a subir.
Otra área afectada es Nueva Esparta, que tiene una sola unidad de diálisis para toda la isla. El material o el kit de hemodiálisis es suministrado por el Seguro Social a todas las unidades, y hasta los momentos ha cumplido con esta dotación. No obstante, el Ministerio de Salud no ha respondido con el suministro de los catéteres necesarios para conectar el paciente a la máquina de diálisis. Esta grave situación derivada del progresivo colapso de las unidades de diálisis, la escasez de materiales o medicamentos y el aumento de la demanda de pacientes lamentablemente se ha transformado en una dramática lucha por la vida.