Para un trabajador o trabajadora enfermarse ya es un drama. Con servicios de salud públicos generalmente deficientes y lo caro de las medicinas ya es bastante el sufrimiento. Pero el asunto trasciende esas circunstancias. Es el caso, de tener que validar un reposo en el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS).
En el IVSS pareciera jugaran a veces al arte de hacerle más difícil las cosas a los trabajadores. Y no solo se trata de la realización de trámites burocráticos, sino del contexto general que tiene que padecer quien pretenda validar un reposo.
Mauro es un trabajador que vive en El Valle, Caracas y trabaja para una empresa del Estado. Tuvo la mala suerte de fracturarse un pie y le ordenaron reposo por más de 20 días. Acostumbrado a hacer todo como manda la ley se decidió a validar el reposo tal como lo exige el IVSS. El primer paso fue obtener una cita para la sede de El Valle. Se la dieron para dos meses y medio después. Claro después de haber hecho una larga cola. Llegado el día tan esperado y luego de haber hecho nuevamente una nada agradable cola el médico que validaría el reposo no asistió. Le aconsejaron que fuera otro día y muy temprano.
Sorteando la inseguridad en esta ciudad que parece una ruleta rusa dónde no sabes si ese día te ganas una bala y sacrificando horas de sueño se levantó al da siguiente a las 4 de la mañana para llegar temprano. Sorpresa ¡! muchos se le adelantaron. Había gente desde las ocho de la noche. Desde esa hora una señora para garantizar ser la primera ya estaba sentada en su banquito. Quizás se encomendó a todos los santos habidos y por haber antes de salir de su casa.
Mauro tuvo que realizar un nuevo intento. A la tercera va la vencida dice el dicho. Pero esta vez estuvo a las puertas de la sede del IVSS a las dos de la mañana. Así mismo, a las dos de la mañana. Ante el desorden del Estado y sus instituciones, la gente espontáneamente crea sus propios mecanismos. Se fue elaborando una lista en la medida que llegaban las personas.
Cuando empezó a llegar el personal del IVSS se empezaron a ver entre quienes hacían la cola caras sonrientes porque “pronto” empezarían a atender. Poco a poco los rostros de sonrisa cambiaron a rostros de indignación. Después de las 8:30 de la mañana fue cuando algunos tuvieron la suerte de ser atendidos. Mauro cansado, con sueño y justificadamente indignado por fin a las 10 de la mañana le pudo ver el rostro al médico y pocos minutos después salir por fin con el reposo validado.
Un papel, un sello y una firma. Cuánta historia y cuánto drama detrás de él. Mauro no pasó un susto, ni lo atracaron por suerte. Pero tal vez otros si. Inconsciente puso en riesgo su vida todo por cumplir con la ley. Pero el sacrificio tiene como respuesta del Estado la desidia. Aquí es cuando el discurso de la dignificación de los pobres obligatoriamente hay que ponerlo entre comillas. Ojalá como ocurrió en el Saime en materia de pasaportes que mejoró mucho, vengan mejores tiempos en el IVSS.