Marino AlvaradoDesde el 19 de abril en la tarde el gobierno nacional ha desatado con el uso de los medios de información pública, una intensa campaña contra Provea. Esa campaña ha tenido como propósito descalificar el trabajo que durante 24 años hemos realizado al lado de las víctimas de violaciones a los derechos humanos. El tono de la campaña nos ha colocado en una situación de riesgo a nuestra integridad física sin consideramos que estamos en un contexto altamente polarizado donde además hay grupos interesados en la violencia.

Son 24 años resistiendo al abuso de poder

No es la primera vez que desde el gobierno además con el apoyo de otras instituciones del Estado se nos ataca.  Son 24 años resistiendo al abuso de poder. Ni en el pasado ni en el presente han logrado intimidarnos, Ni ayer ni hoy lograrán que nos desvíen en nuestro esfuerzo por mejorar la situación de los derechos humanos en Venezuela.

Más allá de los ataques y de los riesgos a los que nos exponen, sabemos que hay un país real, el de las mayorías que salen día a día a trabajar y padecen múltiples problemas y dificultades. Los hombres y mujeres afectados por la inseguridad, la crisis de los servicios públicos, la escasez y otras tantas situaciones. Los hombres y mujeres que más allá de la diatriba política quieren vivir en paz y apuestan a la convivencia.

Por eso tal como lo venimos diciendo desde antes del 14 de abril, es fundamental que el diálogo y la solución pacífica y democrática de los conflictos se coloque como un aspecto fundamental en la actual agenda del país.

La confrontación y la violencia no le convienen a nadie. Ella no resolverá los problemas que nos aquejan, sino que los agravará. Mediante el diálogo donde participen los actores políticos y las organizaciones sociales con una adecuada actuación de las instituciones del Estado se podría acordar una agenda mínima de trabajo y acción. Una agenda que permita sumar voluntades, recursos e iniciativas para atender los problemas que nos afectan a todas y todos.

No creemos que diálogo signifique que no se expongan pública e intensamente las diversas posiciones y visiones que hay sobre el país y la actual coyuntura. Pero las divergencias y la confrontación se pueden y deben darse en términos de respeto y de convivencia en medio de la pluralidad.

Para que se realice tienen que crearse condiciones favorables. Ello pasa por respeto, el cese a las descalificaciones y principalmente pasa por la necesidad que el Ejecutivo Nacional de muestras claras de querer abrir canales y espacios para que ese diálogo se produzca.

Es indispensable promover un lenguaje público que lo estimule. Estamos consientes que hay sectores en el país que pueden estar interesados en pescar en río revuelto y les interesa la confrontación. Por eso es importante aislar a esos grupos y la mejor forma es traducir las aspiraciones de diálogo en eventos y acciones reales. Hay que desarmar la violencia, reivindicar la pluralidad y la convivencia pacífica en medio de la diversidad.

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