En el año 1991 el para entonces Fiscal General de la República Ramón Escovar Salom dirigió una carta pública de dos páginas en un diario de circulación nacional al para ese momento presidente de la República Carlos Andrés Pérez.
En la comunicación expresa “La seguridad personal es el principal problema nacional”. Afirmaba además el ex Fiscal “Hemos venido librando una guerra sin estrategia, sin planes coherentes, con reacciones espasmódicas y aisladas, sin continuidad”.
Desde aquel pronunciamiento han transcurrido 23 años. La situación más que mejorar se agravó. En 1991 la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes fue de 13, para el año 2013 esa tasa se elevó a 79. Hay ciudades como Caracas que sobrepasan la tasa de 100 homicidios.
Para 1991 en todo el país hubo menos de 3000 homicidios. En el año 2012 el ministro del interior reconoció la cifra de 16.000 homicidios. En 2013 el Observatorio venezolano de violencia calculó un total de 24.763 homicidios.
Los hombres jóvenes principalmente de las zonas pobres del país son las principales víctimas de la violencia.
Dos décadas después seguimos careciendo de una política coherente, sistemática y de resultados efectivos en la lucha contra el crimen. Varios de los gobiernos que precedieron a la era Chàvez y durante todo el gobierno del ex presidente reinó la improvisación, el descuido y hasta desprecio a las políticas en materia de seguridad y se fue fortaleciendo además la impunidad.
A ello se suma la falta de transparencia gubernamental desde el 2005 para informar sobre la criminalidad en el país. Desde esa fecha se dejó de publicar oficialmente estadísticas sobre los distintos tipos de delito.
Incluso una investigación realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas en 2009 sobre la victimización en el país que inicialmente se prometió hacerla pública fue declarada como secreta. Los datos fueron tan sorpresivos para el propio gobierno que optaron por lo más cómodo, pero a su vez más antipatriota: ocultar esa investigación que en todo caso se filtró.
No es ocultando cifras o maquillándolas como se puede avanzar en la labor de garantizar una adecuada seguridad ciudadana. El primer paso que tiene que dar el presidente Nicolás Maduro si de verdad quiere afrontar la problemática con seriedad es romper con la mala política del ex presidente Chávez de ocultar cifras.
Hay que desnudar la realidad. Develadas las cifras se debe profundizar el diálogo iniciado con la oposición y extenderlo a las organizaciones de la sociedad civil y empresarios para avanzar en el diseño de una política integral y consensuada, de corto, mediano y largo plazo.
Hay un punto de partida: El diseño original de la Misión a Toda Vida Venezuela. Una buena política de la cual el presidente Nicolás Maduro se aparta progresivamente al militarizar las labores de seguridad ciudadana.
En promedio cada día son asesinadas en el país 67 personas, suficiente razón para dejar de improvisar y hacer politiquería y demagogia con un que asunto enluta cada día a más familias.