Marino AlvaradoLos primeros días del año evidencian que buena parte de la dirigencia política poco ha comprendido lo que la mayoría del país quiere de sus políticos: que discutan y contribuyan a resolver los graves problemas que afectan a la población. Que se esfuercen por dar respuestas oportunas y adecuadas a la crisis. Que convoquen a todas y todos los que quieran y puedan aportar soluciones, sin importar sus posiciones políticas.

Pero eso no es lo que hemos observado. Están enfrascados en un debate por el retiro de unos retratos del Hemiciclo de la Asamblea y la impugnación de cuatro diputados del estado Amazonas. Mientras tanto, la inseguridad continúa dejando víctimas, los precios de los productos de primera necesidad aumentan, crece la escasez y los corruptos siguen llenando sus bolsillos.

El pueblo va por un lado y muchos dirigentes políticos por otro.

La estrategia de varios líederes del  Gran Polo Patriótico y del gobierno nacional paraciera ser aupar la confrontación. Ya bastante conocemos esa política de favorecer la polarización para desviar la atención sobre los problemas que atraviesa el país.

Desde el gobierno se habla de rectificación, pero hasta ahora solo hemos escuchado de parte del presidente Nicolás Maduro el lenguaje de la descalificación y la amenaza. Seguimos insistiendo, sobre él recae la principal responsabilidad de estimular el diálogo. Sin embargo, continúa hablándole a una parte del país. No actúa como jefe de Estado, sino como jefe de un partido político.

Desde la MUD por su parte también hay quienes contribuyen a  estimular la confrontación. No he visto, por ejemplo, del presidente de la Asamblea Nacional ningún mensaje convocando al diálogo. Sus expresiones son de intolerancia y a veces de provocación. En esa misma conducta he escuchado a otros líderes opositores. Flaco servicio se la hace a la Nación si la mayoría de votos obtenidos que se tradujo en parlamentarios electos no se transforma en voluntad política para contribuir a resolver los problemas.

De lado y lado el lenguaje de destacados dirigentes sigue siendo para los más radicales, los que no dejarán de apoyar al gobierno o a la oposición hagan lo que hagan. Pero se sabe, que esos sectores son minoría.

Aquellos dirigentes políticos que se empeñan en aupar la confrontación están jugando con candela. El pueblo está cansado de tanta diatriba inútil, de la descalificación verbal, de colocar en la agenda pública temas que poco  interesan a las mayorías.  Serán responsables si los ánimos se caldean y cuando quieran reaccionar ya puede ser tarde.

¿Qué podemos hacer quienes no queremos conduzcan al país a niveles de mayor enfrentamiento y posiblemente de violencia política? En primer lugar, no apoyar ninguna opinión e iniciativa que favorezca la intolerancia y mucho menos reivindique la violencia. No dejarnos llevar por las pasiones de quienes desde posiciones radicales pierden la perspectiva de colectivo, de país y de futuro. En segundo lugar, exigir que haya diálogo. El díalogo, en la situación de país que tenemos hoy es una necesidad impostergable. De todas las maneras posibles en el marco de la Constitución y la ley debemos exigir a la dirigencia política que debatan sobre los problemas del país y lleguen a acuerdos mínimos.

Finalmente, debemos solicitar ayuda de organismos internacionales. Mercosur, Unasur y la OEA pueden jugar un valioso papel. Se requiere de un tercero que ayude a que los sectores políticos se acerquen, discutan y exploren consensos. Ya en el pasado esa labor de un tercero dio resultados positivos.

Estamos aún a tiempo. Cada quien desde sus posibilidades y capacidades puede contribuir a que no se amplíen los senderos de la intolerancia y la violencia. Tú tienes la palabra.

@marinoalvarado
www.derechos.org.ve

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